El regreso de “Los últimos soldados de la Guerra Fría” Por: F. Vladimir Pérez Casa
- Un veterano de la Guerra de Angola, se roba un avión en Cuba, aterriza en Miami, es recibido como un héroe y al año de su llegada, ingresa en la organización Hermanos al Rescate[i].
- Un piloto de MIG – 23 nada siete horas un espacio de nueve kilómetros, desde los márgenes de la ensenada del río Joa, a través de la bahía de Guantánamo, para llegar milagrosamente a la Base Naval Norteamericana; al salir del mar grita: “Soy un oficial cubano, estoy desertando”[ii].
Contando estos sucesos comienza este libro fascinante, fruto de una minuciosa búsqueda y cotejo de información; y narra una historia plena de vericuetos e intrigantes verdades, con la parte de ficción que toca a toda obra literaria, por más testimonial que sea, contentiva de la magia y el toque de quien sabe narrar y ejercita “el oficio más solitario del mundo”.
Los últimos soldados de la guerra fría. La historia de los agentes secretos infiltrados por Cuba en organizaciones de extrema derecha en los Estados Unidos, del brasileño Fernando Morais, entra en el devenir editorial cubano, la primera traducción al español es del 2012; una entrega de la Editorial Arte y Literatura. La obra, de 361 páginas, fue presentada en Cuba, en La Habana, durante la III Conferencia Internacional Por el Equilibrio del Mundo, celebrada en enero del 2013.
Morais (Minas Gerais, Brasil, 1946) es un periodista, escritor y político que exhibe una bibliografía de excelencia entre la que se destaca: Olga, El rey de Brasil y El mago. Trabajó en el Jornal da Tarde y en la revista Veja. Fue diputado estadual durante ocho años y Secretario de Cultura (1988 – 1991) y de Educación (1991 – 1993) del Estado de Sao Paulo.
Los últimos soldados de la guerra fría, recibió el Premio Brasilia de literatura en la categoría de Reportaje, durante la I Bienal del Libro y la Literatura de Brasilia[iii]. La primera edición del texto vendió en Brasil, 20 000 ejemplares, en las tres primeras semanas, y debutó como un betseller en portugués, en agosto del 2011.
En opinión del teólogo Frei Betto, el mérito principal de este texto y de su escritor estriban en haber liberado a los implicados; también dice que habría suscitado la envidia del escritor británico Iam Fleming (1908-1964), creador del famoso agente inglés 007, porque en esta historia la realidad supera siempre a la ficción. “Supongamos que en la esquina de su calle haya un bar donde se reúnen sospechosos de asaltar las casas del barrio. Como medida preventiva, usted intenta infiltrar un detective entre ellos, a fin de proteger a su familia. La policía, en connivencia con los maleantes, identifica al detective, y en lugar de apresar a los maleantes, encarcela al infiltrado”[iv].
El libro de Morais narra la historia de Gerardo Hernández, Fernando González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y René González, los Cinco; de Juan Pablo Roque, otro de los miembros de la red que regresó antes de la detención de sus compañeros, y no excluye las varias referencias y avatares de los otros integrantes que pactaron con sus, hasta esos momentos, adversarios.
Los sucesos, referidos en un lenguaje accesible a todos y ameno, está alejado del discurso habitual, herramienta utilizada por el escritor para atrapar a los lectores de forma tal que, los más ávidos, engullen sus páginas en dos o tres sentadas.
“Con esta obra se llega al corazón de la gente sin retórica vacía, sin la cansona repetición de fórmulas estereotipadas, con la fuerza creadora de un escritor que hace gala de un lenguaje que no guarda secretos, y de un periodista que no conoce límites en su afán investigador”[v].
Los últimos soldados… fue escrito por la voluntad y la vocación a la veracidad que tiene su autor. No es un encargo de nadie y se basa en un exhaustivo estudio de muchas fuentes y en varias entrevistas realizadas por el autor en Cuba, los Estados Unidos y Brasil.
Organizado en 15 capítulos, Morais relata cómo los servicios secretos cubanos prepararon a estos agentes para ejercer una de las profesiones más antiguas del mundo; sus actos y formas de proceder; la vida de las organizaciones que, de forma violenta, atentan contra la Patria que los vio nacer y sus compatriotas; el reclutamiento de mercenarios que ponen bombas en hoteles y restaurantes de La Habana, sus megalomanías y alucinaciones más recónditas; el papel del escritor colombiano Gabriel García Márquez como mensajero cubano y el intercambio de mensajes entre el Comandante en Jefe y el por entonces, Presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton; el derribo de dos avionetas piratas y la vuelta de una de ellas que, tras varias violaciones y provocaciones graves del espacio aéreo cubano, hubieran podido causar cientos y hasta millares de víctimas; la visita sigilosa de agentes del FBI a La Habana, y el volumen de pruebas que Cuba entregó para denunciar y desenmascarar al sector más reaccionario del Miami cubano.
Mientras unos promueven y realizan provocativas incursiones aéreas y marítimas clandestinas a Cuba, entrenamientos armados en los alrededores de Miami, organizan planes de magnicidio y financian a extranjeros para detonar explosivos en La Habana, causando víctimas y daños materiales, entre otras cosas, el FBI mira hacia otro lado o se hace de la vista gorda.
Los últimos soldados…, revela que en 1996, Richard Nuccio, asesor del Presidente Clinton, había conseguido que la Autoridad para la Aviación Civil de los EE.UU. suspendiera la licencia de vuelo a José Basulto, por tiempo indeterminado, castigo que, al menos teóricamente, le hubiese impedido pilotear el Cessna N2506 y no se hubiera llevado a vías de hecho los acontecimientos de aquel sábado 24 de febrero. Nuccio dice al autor: “Hice todo lo que podía, pero quisiera haber hecho más que escribir memorandos, mandar faxes, hacer llamadas telefónicas, activar alarmas. Yo debería haber saltado, gritado, berreado, invadido el gabinete del presidente”[vi].
El Departamento de Estado por su parte había reafirmado “con seriedad” la advertencia hecha por el gobierno cubano de que cualquier barco venido del extranjero podía ser hundido, y cualquier avión, derribado. El gobierno de los EE.UU. en nota oficial señalaba. “La libertad para viajar, reconocida por acuerdo internacional, no da a nadie derecho de entrar en un país en particular, incluida Cuba, sin autorización previa. Todos los viajeros están sujetos a las autoridades aduaneras y de inmigración, y a otras leyes del país en cuestión”[vii].
De todos es conocida la saga de la historia, Basulto voló el Cessna aquel 24 de febrero junto a otras dos avionetas, las tres violaron el espacio aéreo de un país soberano, el nuestro, desoyendo las advertencias de los controladores aéreos y de los dos gobiernos. Dos de ellas fueron derribadas y la tercera logró escapar hacia el territorio de los EE.UU..
A finales de 1998 varios cubanos fueron arrestados en Miami por agentes del FBI. Sus casos fueron llevados a los tribunales, cinco de ellos, al no pactar con la fiscalía, después de pasar casi dos años aislados en celdas de castigo, fueron presentados ante la justicia. La maquinaria judicial, que debía ser imparcial, y el verdadero rostro de los grupos extremistas anticubanos en la Florida, se pusieron al descubierto, teniendo como telón de fondo a una comunidad dividida por el más reciente suceso en las siempre aguas revueltas de las relaciones bilaterales, la devolución del niño Elián González a Cuba. La conclusión es conocida por todos, largas e injustas penas de cárcel para los Cinco.
Los cubanos, por el aquello de lidiar contra “la gran pena del mundo” queremos expresar nuestra gratitud al autor de Los últimos soldados…, y aún más a los hijos del pueblo que trataron de evitar, con sus actos, que las cifras de más de 681 atentados terroristas, 3 478 personas asesinadas y los daños de salud irreparables para otras 2 099 personas, aumenten.
Durante todos estos años, se llevarían a cabo largas jornadas para explicar el caso en todo el mundo en busca de la solidaridad internacional, lo que se convirtió en una tarea también de nuestros diplomáticos.
Para solo citar algunos ejemplos, entre agosto del 2008 y hasta octubre del 2012 uno de nuestros diplomáticos recorrió un tercio de la superficie del territorio italiano[viii], tratando de sensibilizar a la mayor cantidad de personas posibles sobre el caso de los Cinco.
Una de nuestras Embajadas en Europa, durante el año 2011, realizó una actividad de solidaridad cada cinco días. Durante todos estos años se realizaron manifestaciones en lugares tan alejados de nuestra geografía como Seúl y Nepal; y frente al Consulado de los Estados Unidos en Vancouver, durante nueve años consecutivos, se realizó una manifestación a favor de los Cinco todos los días 5 de cada mes.
Solamente Antonio Guerrero, recibió, entre el 2002 y el 2013 un total de 18 965 cartas. Entre las mismas fechas contabilizó 7 318 postales; o sea, entre cartas y postales recibidas un total de 26 283, sin incluir las del año 2014. En los 12 años contabilizados recibió un promedio de 6 cartas diarias y no están incluidos los incontables mensajes de correo electrónico que recibieron durante los últimos 5 años.
En el trabajo de sensibilizar a las personas acerca del caso, nadie fue excluido como interlocutor, no importaron ni las preferencias políticas ni las convicciones o creencias religiosas. Tampoco lo fueron los lugares. Los actos y conversatorios sobre los hechos del caso se hicieron al pie de monumentos históricos, en museos, escuelas, universidades, círculos sociales, exposiciones de pintura, fiestas y hasta en iglesias y congregaciones religiosas. Y esto sucedió a lo largo y ancho del planeta, durante todos estos años, con la participación de las 122 representaciones diplomáticas cubanas en el mundo y muchas mujeres y hombres de buena voluntad.
Algunos al leer Los últimos soldados…. dirán que la Patria es de todos y no permite exclusiones. Es cierto. La Patria es como una madre que bajo su manto acoge y ampara a los hijos; para eso es la mamá, para protegernos en su seno, incluso a los malos. También es cierto que hay hijos que no quieren a sus madres y hasta las matan. Igual decimos, quien defiende a la Patria y se entrega sin pedir ni exigir de ella y la usa de ara y no de pedestal, la quiere más.
El texto de Morais, aunque concluía físicamente con el proceso de apelación no ponía el punto final a la historia, que continuaba más allá de las letras impresas, en la realidad, porque los encarcelados no regresaban. René y Fernando llegaron primero, por la extinción de sus condenas; pero entonces se sucedieron una serie de acontecimientos que coadyuvaron al hecho que los últimos tres que faltaban regresaran a tierra cubana y la pisaran el miércoles, 17 de diciembre del 2014, a las 8.10 a.m.
Con el retorno de Los últimos soldados de la guerra fría a la Patria; el libro pone su marca de cierre; y como colofón, ante la nueva página de la Historia que se abre, una apelación: ¡quieran todos los Dioses existentes y los seres humanos implicados que se imponga el buen juicio y que sean ellos, realmente, los últimos de estos soldados!
- [i] Morais, Fernando (2013): Los últimos soldados de la guerra fría. La historia de los agentes secretos infiltrados por Cuba en organizaciones de extrema derecha en los Estados Unidos. Editorial Arte y Literatura, 361 págs, pág. 18
- [ii] IDEM, pág. 31
- [iii] Ver en: http://www.juventudrebelde.cu/cultura/2013-02-07/los-ultimos-soldados-de-la-guerra-fria-en-feria-del-libro/
- [iv] Palabras de Frei Betto. Ver en: http://www.freibetto.org/
- http://www.cubadebate.cu/opinion/2011/11/21/heroes-condenados/
- [v] Palabras de Ricardo Alarcón. Ver en:http://www.cubadebate.cu/noticias/2013/01/29/presentan-en-la-habana-el-libro-los-ultimos-soldados-de-la-guerra-fria/
- [vi] IDEM, pág. 161
- [vii] IDEM, pág. 161.
- [viii] La superficie total de Italia es de 301 263 km².
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