Declaración de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños sobre la necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba.
Las Jefas y los Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe, reunidos en Costa Rica, en ocasión de la III Cumbre de la CELAC abogaron por el fin del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba.
Las Jefas y los Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe, reunidos en Costa Rica, en ocasión de la III Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada los días 28 y 29 de enero de 2015:
- 1. Expresan su más enérgico rechazo a las medidas económicas coercitivas no sustentadas en el Derecho Internacional, incluidas todas aquellas acciones unilaterales aplicadas por motivos políticos contra países soberanos, que afectan el bienestar de sus pueblos y están concebidas para impedirles que ejerzan su derecho a decidir, por su propia voluntad, sus propios sistemas políticos, económicos y sociales.
- 2. Reiteran su enérgico rechazo a la aplicación de leyes y medidas contrarias al Derecho Internacional como la Ley Helms-Burton, incluyendo sus efectos extraterritoriales y exhortan al Gobierno de los Estados Unidos de América a que ponga fin a su aplicación.
- 3. Se congratulan del anuncio realizado el 17 de diciembre por los Presidentes de la República de Cuba y de los Estados Unidos de América, Raúl Castro Ruz y Barack Obama, respectivamente, sobre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas. A la luz de la Declaración formulada por el Presidente Obama, lo instan a adoptar todas las medidas que estén dentro de sus facultades ejecutivas para modificar sustancialmente la aplicación del bloqueo contra Cuba, y al Congreso de los Estados Unidos a iniciar, a la brevedad posible, una discusión sobre la eliminación del mismo.
- 4. Recuerdan que desde 1992, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha solicitado en 23 resoluciones la necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a Cuba por el gobierno de los Estados Unidos de América y destacan el apoyo de 188 de los Estados Miembros de las Naciones Unidas a la más reciente Resolución A/RES/69/5, aprobada el 28 de octubre de 2014 e insta a la comunidad internacional a mantener idéntica actitud mientras persista el bloqueo contra Cuba.
- 5. Reiteran su opinión de que dicho bloqueo es contrario a los principios de la Carta de las Naciones Unidas y del Derecho Internacional.
- 6. Reiteran su más profunda preocupación y rechazo al recrudecimiento de la dimensión extraterritorial del bloqueo, así como a la creciente persecución a las transacciones financieras internacionales de Cuba, lo que es contrario a la voluntad política de la comunidad internacional.
- 7. Solicitan al Gobierno de los Estados Unidos de América el cumplimiento de las sucesivas resoluciones aprobadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas y en respuesta a reiterados llamados de los países de América Latina y el Caribe, para poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero que mantiene contra Cuba, que es contrario al Derecho Internacional, causa daños cuantiosos e injustificables al bienestar del pueblo cubano y afecta la paz y la convivencia entre las naciones americanas.
- Belén, Costa Rica, 29 de enero de 2015
....................................................................
Discurso del General de Ejército Raúl Castro
Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y
Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la III Cumbre de la
CELAC, Costa Rica, el 28 de enero de 2015, “Año 57 de la Revolución”.
Estimado Presidente Luis Guillermo Solís;
Estimadas Jefas y Jefes de Estado o de
Gobierno de América Latina y el Caribe;
Estimados Jefes de Delegaciones e invitados
que nos acompañan:
Nuestra América se ha adentrado en una época
nueva y ha avanzado, desde la creación de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños, en sus objetivos de independencia, soberanía
sobre sus recursos naturales, integración, construcción de un nuevo orden
mundial, justicia social y democracia del pueblo, por el pueblo y para el
pueblo. Existe hoy un compromiso con la justicia y el derecho de los pueblos
superior al de cualquier otro período histórico.
Juntos, somos la tercera economía a nivel
mundial, la zona con la segunda mayor reserva petrolera, la mayor biodiversidad
del planeta y con una alta concentración de los recursos mineros globales.
Desarrollar la unidad en la diversidad, la
actuación cohesionada y el respeto a las diferencias seguirá siendo nuestro
primer propósito y una necesidad ineludible, porque los problemas del mundo se
agravan y persisten grandes peligros y recios desafíos que trascienden las
posibilidades nacionales e incluso subregionales.
En el último decenio, las políticas
económicas y sociales y el crecimiento sostenido, nos permitieron enfrentar la
crisis económica global y posibilitaron una disminución de la pobreza, el
desempleo y la desigual distribución de ingresos.
Las profundas transformaciones políticas y
sociales llevadas a cabo en varios países de la región han traído la dignidad a
millones de familias que han salido de la pobreza.
Pero la región de América Latina y el Caribe
es aún la más desigual del planeta. En promedio, el 20% de los hogares con
menores ingresos capta el 5% de los ingresos totales; 167 millones de personas
sufren todavía de la pobreza, uno de cada cinco menores de 15 años vive en la
indigencia y la cifra de analfabetos supera los 35 millones.
La mitad de nuestros jóvenes no tienen
educación secundaria o noveno grado de enseñanza, pero en el sector de menos ingresos
no la completa el 78%. Dos tercios de la nueva generación no llegan a la
universidad.
Crecen las víctimas del crimen organizado y
de la violencia que amenazan la estabilidad y el progreso de las naciones.
¿Qué pensarán las decenas de millones de marginados
acerca de la democracia y los derechos humanos? ¿Cuál será su juicio sobre los
modelos políticos? ¿Qué opinarán acerca de las leyes electorales? ¿Es esta la
sociedad civil que toman en cuenta los gobiernos y las organizaciones
internacionales? ¿Qué dirían si se les consultara sobre las políticas
económicas y monetarias?
Poco tienen que mostrar a nuestra región, en
estos aspectos, muchos de los Estados industrializados donde la mitad de sus
jóvenes están en el desempleo, se descarga la crisis sobre los trabajadores y
los estudiantes a los que se reprime, mientras se protege a los banqueros, se
impide la sindicalización, se paga inferior salario a las mujeres por trabajo
igual, se aplican políticas inhumanas contra los inmigrantes, crece el racismo,
la xenofobia, el extremismo violento y tendencias neofascistas, y donde los
ciudadanos no votan porque no ven alternativa a la corrupción de la política o
saben que las promesas electorales se olvidan muy pronto.
Para alcanzar la llamada inclusión social y
la sostenibilidad ambiental, tendremos que crear una visión propia sobre los
sistemas económicos, los patrones de producción y consumo, la relación entre el
crecimiento económico y el desarrollo y, también, sobre la eficacia de los
modelos políticos.
Debemos superar las brechas estructurales,
asegurar educación gratuita y de alta calidad, cobertura universal y gratuita
de salud, seguridad social para todos, igualdad de oportunidades, lograr el
ejercicio pleno de todos los derechos humanos por todas las personas.
Dentro de tales esfuerzos, será elemental
deber la solidaridad y la defensa de los intereses del Caribe y, en particular,
de Haití.
Se precisa un nuevo orden económico,
financiero y monetario internacional, donde tengan cabida y prioridad los
intereses y necesidades de los países del Sur y de las mayorías, donde no
prevalezcan los que impone la concentración del capital y el neoliberalismo.
La Agenda de Desarrollo después del 2015 debe
ofrecer soluciones a los problemas estructurales de las economías de la región
y generar los cambios que conduzcan al desarrollo sostenible.
Es también imprescindible construir un mundo
de paz, sin el cual es imposible el desarrollo, regido por los Principios de la
Carta de las Naciones Unidas y del Derecho Internacional.
La firma por los Jefes de Estado y Gobierno
de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, significó un
paso histórico y ofrece una referencia para las relaciones entre nuestros
Estados y con el resto del mundo.
La solidaridad en Nuestra América será
decisiva para hacer avanzar los intereses comunes.
Expresamos enérgica condena a las
inaceptables e injustificadas sanciones unilaterales impuestas a la República
Bolivariana de Venezuela y a la continuada intervención externa dirigida a crear
un clima de inestabilidad en esa hermana nación. Cuba, que conoce todas esas
historias profundamente por haberlas padecido durante más de 50 años, reitera
su más firme respaldo a la Revolución Bolivariana y al Gobierno legítimo
conducido por el presidente Nicolás Maduro Moros.
Nos unimos a la República Argentina en su
reclamo de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los
espacios marítimos circundantes. Apoyamos a la nación suramericana y a su
Presidenta Cristina Fernández, que enfrenta los ataques de los fondos
especulativos y las decisiones de cortes venales, violatorias de la soberanía
de ese país.
Reafirmamos la solidaridad con el pueblo y
gobierno de Ecuador, que preside Rafael Correa, en apoyo a sus demandas de
reparación por los daños ambientales provocados por la trasnacional Chevron en
la amazonia ecuatoriana.
Como hemos dicho en otras ocasiones, la Comunidad
estará incompleta mientras falte Puerto Rico. Su situación colonial es
inadmisible, y su carácter latinoamericano y caribeño no admite lugar a dudas.
En el proceso de paz de Colombia, son
significativos los acuerdos alcanzados por el Gobierno y las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo en la Mesa de Conversaciones
que se desarrolla en La Habana. Nunca antes se había avanzado tanto en la
dirección de alcanzar la paz. Cuba, en su condición de garante y sede de estas
conversaciones, proseguirá brindando las facilidades necesarias y contribuyendo
en todo lo posible al fin del conflicto y la construcción de una paz justa y
duradera en la hermana Colombia.
Daremos resuelto apoyo, como hasta ahora, al
justo reclamo de los países del Caribe de reparación por los daños de la
esclavitud y el colonialismo, así como nos opondremos resueltamente a la
decisión de privarlos de recursos financieros imprescindibles con pretextos
tecnocráticos al pretender considerarlos de renta media.
Saludamos los excelentes progresos alcanzados
en el Foro CELAC-China y en los vínculos de la región con el grupo BRICS.
Reiteramos la preocupación por los enormes y
crecientes gastos militares impuestos al mundo por Estados Unidos y la OTAN,
así como el intento de extender la agresiva presencia de esta hasta las
fronteras de Rusia, con la cual tenemos históricas y fraternales relaciones,
mutuamente provechosas. Declaramos enérgica oposición a la imposición de
sanciones unilaterales e injustas contra esa nación.
La creciente agresividad de la doctrina
militar de la OTAN y el desarrollo de guerras no convencionales, que ya han
tenido devastadoras consecuencias y graves secuelas, amenazan la paz y la
seguridad internacionales.
Para Cuba, el principio de igualdad soberana
de los Estados y de autodeterminación de los pueblos es irrenunciable.
La Asamblea General de la Organización de las
Naciones Unidas debe usar sus facultades para preservar la paz y la seguridad
internacionales ante los dobles raseros, excesos y omisiones del Consejo de
Seguridad.
No debe esperar más para asegurar su plena
membresía a Palestina, a la que expresamos la solidaridad del pueblo y gobierno
cubanos. Debe cesar el veto en el Consejo de Seguridad para garantizar
impunidad a los crímenes de Israel.
África, donde están también nuestras raíces,
no necesita consejos ni intromisión, sino transferencia de recursos
financieros, tecnología y trato justo. Siempre defenderemos los intereses
legítimos de las naciones con las que luchamos hombro con hombro contra el
colonialismo y el apartheid y con las que sostenemos fraternales relaciones y
cooperación. Siempre recordaremos su invariable solidaridad y apoyo.
La voz de Cuba defenderá sin descanso las
causas justas y los intereses de los países del Sur y será leal a sus objetivos
y posiciones comunes sabiendo que Patria es Humanidad. La política exterior de
la Revolución cubana seguirá siendo fiel a sus principios.
Estimadas y estimados colegas:
El pasado 17 de diciembre, regresaron a su
Patria los luchadores antiterroristas cubanos Gerardo Hernández, Ramón Labañino
y Antonio Guerrero, que junto a Fernando González y René González son para
nosotros motivo de orgullo y ejemplo de firmeza.
El Presidente de Estados Unidos reconoció el
fracaso de la política contra Cuba aplicada por más de cincuenta años y el
completo aislamiento que ha provocado a su país; el daño que el bloqueo
ocasiona a nuestro pueblo y ordenó la revisión de la obviamente injustificable
inclusión de la isla en la Lista de Países Patrocinadores del Terrorismo
Internacional.
También ese día, anunció la decisión de
restablecer las relaciones diplomáticas de Estados Unidos con nuestro Gobierno.
Estos cambios son el resultado de casi siglo
y medio de heroica lucha y fidelidad a los principios del pueblo cubano. Fueron
también posibles gracias a la nueva época que vive nuestra región, y al sólido
y valiente reclamo de los gobiernos y pueblos de la CELAC.
Han sido una reivindicación para Nuestra
América que actuó en estrecha unidad por este objetivo en la Organización de
las Naciones Unidas y en todos los ámbitos.
Precedidos por la Cumbre del ALBA en Cumaná,
Venezuela, los debates sostenidos en el 2009 en la Cumbre de las Américas en
Puerto España, Trinidad y Tobago, llevaron al Presidente Obama, recién electo,
a plantear un nuevo comienzo con Cuba.
En Cartagena, Colombia, en el 2012, se
produjo una fuerte discusión con un planteamiento unánime y categórico contra
el bloqueo, ocasión en que incitó a un importante dirigente norteamericano a
referirse a la misma como el gran fracaso de Cartagena o desastre —fue el
término exacto— y se debatió sobre la exclusión de Cuba de estos eventos.
Ecuador, en protesta, había decidido ausentarse. Venezuela, Nicaragua y Bolivia
plantearon que no asistirían a otra Cumbre sin Cuba y recibieron el apoyo de
Brasil, Argentina y Uruguay. La Comunidad del Caribe asumió igual postura.
México y las restantes naciones se pronunciaron asimismo.
El presidente panameño, Juan Carlos Varela,
antes de su toma de posesión, hizo saber con determinación que invitaría a
Cuba, con plenos derechos e igualdad de condiciones, a la VII Cumbre de las
Américas y así lo hizo. Cuba inmediatamente declaró que asistiría.
Se demuestra la certeza de Martí cuando
escribió que “un principio justo, desde el fondo de una cueva, puede más que un
ejército” (Aplausos).
A todos los presentes les expreso la más
profunda gratitud de Cuba.
A los 188 Estados que votan contra el bloqueo
en las Naciones Unidas, a los que hicieron similar reclamo en la Asamblea General,
Cumbres y Conferencias internacionales y a todos los movimientos populares,
fuerzas políticas, parlamentos y personalidades que se movilizaron
incansablemente con ese objetivo, les agradezco sinceramente a nombre de la
Nación.
Al pueblo de Estados Unidos que manifestó
creciente oposición a la política de bloqueo y hostilidad, de más de cinco
décadas, también le reitero nuestro agradecimiento y amistosos sentimientos.
Estos resultados demuestran que gobiernos que
tienen profundas diferencias pueden encontrar solución a los problemas mediante
un diálogo respetuoso e intercambios, basados en la igualdad soberana y la
reciprocidad, en beneficio de sus respectivas naciones.
Como he afirmado reiteradamente, Cuba y
Estados Unidos debemos aprender el arte de la convivencia civilizada, basada en
el respeto a las diferencias entre ambos gobiernos y en la cooperación en temas
de interés común, que contribuya a la solución de los desafíos que enfrentan el
hemisferio y el mundo.
Pero no se debe pretender que, para ello,
Cuba tenga que renunciar a sus ideales de independencia y justicia social, ni
claudicar en uno solo de nuestros principios, ni ceder un milímetro en la
defensa de la soberanía nacional.
No nos dejaremos provocar, pero tampoco
aceptaremos ninguna pretensión de aconsejar ni presionar en materia de nuestros
asuntos internos. Nos hemos ganado este derecho soberano con grandes
sacrificios y al precio de los mayores riesgos.
¿Acaso podrían restablecerse las relaciones
diplomáticas sin reanudar los servicios financieros a la Sección de Intereses
de Cuba y su Oficina Consular en Washington, cortados como consecuencia del
bloqueo financiero? ¿Cómo explicar el restablecimiento de relaciones
diplomáticas sin que se retire a Cuba de la Lista de Estados Patrocinadores del
Terrorismo Internacional? ¿Cuál será, en lo adelante, la conducta de los
diplomáticos estadounidenses en La Habana respecto a la observancia de las
normas que establecen las Convenciones Internacionales para las Relaciones
Diplomáticas y Consulares? Es lo que nuestra delegación ha dicho al
Departamento de Estado en las conversaciones bilaterales de la semana pasada y
se requerirán más reuniones para tratar estos temas.
Hemos compartido con el Presidente de Estados
Unidos la disposición de avanzar hacia la normalización de las relaciones
bilaterales, una vez que sean restablecidas las relaciones diplomáticas, lo que
implica adoptar medidas mutuas para mejorar el clima entre ambos países,
resolver otros problemas pendientes y avanzar en la cooperación.
La situación actual abre, modestamente, una
oportunidad al hemisferio de encontrar nuevas y superiores formas de
cooperación que convienen a las dos Américas. Ello permitiría resolver
acuciantes problemas y abrir nuevos caminos.
El texto de la Proclama de América Latina y
el Caribe como Zona de Paz constituye la plataforma indispensable para ello,
incluido el reconocimiento de que todo Estado tiene el derecho inalienable a
elegir su sistema político, económico, social y cultural, sin injerencia en
ninguna forma por parte de otro Estado, lo que constituye un principio
irrenunciable de Derecho Internacional.
El problema principal no ha sido resuelto. El
bloqueo económico, comercial y financiero, que provoca enormes daños humanos y
económicos y es una violación del Derecho Internacional, debe cesar.
Recuerdo el memorándum del subsecretario
Mallory, de abril de 1960, que, a falta de una oposición política efectiva,
planteaba el objetivo de crear en Cuba hambre, desesperación y sufrimiento para
provocar el derrocamiento del gobierno revolucionario. Ahora, todo parece
indicar que el objetivo es fomentar una oposición política artificial por
medios económicos, políticos y comunicacionales.
El restablecimiento de las relaciones
diplomáticas es el inicio de un proceso hacia la normalización de las
relaciones bilaterales, pero esta no será posible mientras exista el bloqueo,
no se devuelva el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de
Guantánamo (Aplausos), no cesen las trasmisiones radiales y televisivas violatorias
de las normas internacionales, no haya compensación justa a nuestro pueblo por
los daños humanos y económicos que ha sufrido.
No sería ético, justo ni aceptable que se
pidiera a Cuba nada a cambio. Si estos problemas no se resuelven, este
acercamiento diplomático entre Cuba y Estados Unidos no tendría sentido.
No puede esperarse tampoco que Cuba acepte
negociar los aspectos mencionados por nuestros asuntos internos, absolutamente
soberanos.
Se pudo avanzar en esta reciente negociación
porque nos tratamos recíprocamente con respeto, como iguales. Para seguir
avanzando, tendrá que ser así.
Hemos seguido con atención el anuncio del
Presidente de Estados Unidos de algunas decisiones ejecutivas para modificar
ciertos aspectos de la aplicación del bloqueo.
Las medidas publicadas son muy limitadas.
Persisten la prohibición de créditos, del uso del dólar en nuestras
transacciones financieras internacionales; se impiden los viajes individuales
de norteamericanos bajo la licencia para los llamados intercambios “pueblo a
pueblo”, se condicionan estos a fines subversivos y se impide también que
viajen por vía marítima. Continúa prohibida la adquisición en otros mercados de
equipos y tecnologías que tengan más de un 10% de componentes norteamericanos y
las importaciones por Estados Unidos de mercancías que contengan materias
primas cubanas, entre muchísimas otras.
El presidente Barack Obama podría utilizar
con determinación sus amplias facultades ejecutivas para modificar
sustancialmente la aplicación del bloqueo, lo que está en sus manos hacer, aun
sin la decisión del Congreso.
Pudiera permitir en otros sectores de la
economía todo lo que ha autorizado en el ámbito de las telecomunicaciones con
evidentes objetivos de influencia política en Cuba.
Ha sido significativa su decisión de sostener
un debate con el Congreso con el objetivo de la eliminación del bloqueo.
Los voceros del gobierno norteamericano han
sido claros en precisar que cambian ahora los métodos, pero no los objetivos de
la política, e insisten en actos de injerencia en nuestros asuntos internos que
no vamos a aceptar. Las contrapartes estadounidenses no deberían proponerse
relacionarse con la sociedad cubana como si en Cuba no hubiera un gobierno
soberano (Aplausos).
Nadie podría soñar que la nueva política que
se anuncia acepte la existencia de una Revolución socialista a 90 millas de la
Florida.
Se quiere que en la Cumbre de las Américas de
Panamá esté la llamada sociedad civil y eso es lo que Cuba ha compartido
siempre. Protestamos por lo que ocurrió en la Conferencia de la Organización
Mundial de Comercio en Seattle, en las Cumbres de las Américas de Miami y
Quebec, en la Cumbre de Cambio Climático de Copenhague, o cuando se reúne el
G-7 o el Fondo Monetario Internacional, donde se le situó detrás de cercas de
acero, bajo una brutal represión policial, confinada a decenas de kilómetros de
los eventos.
Claro que la sociedad civil cubana asistirá y
yo espero que no haya restricciones para las organizaciones no gubernamentales
de nuestro país que obviamente no tienen ni les interesa tener ningún estatus
en la OEA pero sí cuentan con el reconocimiento de la ONU.
Espero poder ver en Panamá a los movimientos
populares y las Organizaciones No Gubernamentales que abogan por el desarme
nuclear, ambientalistas, contra el neoliberalismo, los Occupy Wall Street y los
Indignados de esta región, los estudiantes universitarios y secundarios, los
campesinos, los sindicatos, las comunidades originarias, las organizaciones que
se oponen a la contaminación de los esquistos, las defensoras de los derechos
de los inmigrantes, las que denuncian la tortura, las ejecuciones
extrajudiciales, la brutalidad policial, las prácticas racistas, las que
reclaman para las mujeres salario igual por trabajo igual, las que exigen
reparación por los daños a las compañías trasnacionales.
Sin embargo, los anuncios realizados el 17 de
diciembre han concitado reconocimiento mundial y el presidente Obama ha
recibido por ello muy amplio apoyo en su país.
Algunas fuerzas en Estados Unidos tratarán de
abortar este proceso que comienza. Son los mismos enemigos de una relación
justa de Estados Unidos con América Latina y el Caribe, son los que entorpecen
las relaciones bilaterales de muchos países de nuestra región con esa nación.
Son los que siempre chantajean y presionan.
Sabemos que el cese del bloqueo será un
camino largo y difícil que requerirá del apoyo, la movilización y la acción
resuelta de todas las personas de buena voluntad en Estados Unidos y en el
mundo; de la aprobación por parte de la Asamblea General de las Naciones
Unidas, en su próxima sesión, de la resolución que reclama ponerle fin y, muy
en particular, de la acción concertada de Nuestra América.
Estimadas Jefas y Jefes de Estado y Gobierno:
Estimados amigos:
Felicitamos a Costa Rica, al Presidente Solís
y a su gobierno por la labor desarrollada al frente de la CELAC. Damos la
bienvenida y prestaremos pleno apoyo al Ecuador y al Presidente Correa que
presidirá la Comunidad en el 2015.
Muchas gracias (Aplausos).