Chile y el Periodismo de la alegría
O de cómo usar la Libertad de Expresion y no morir en el intento.
Texto de Sandra Barraza Ardiles
“Chile. La alegría ya viene.
Porque diga lo que diga, yo soy libre de pensar
Porque siento que es la hora de ganar la
libertad
Hasta cuando ya de abusos, es el tiempo de
cambiar
Porque basta de miseria, voy a decir que no”
¿Se acuerdan de la melodía? A mí me resuena en la frente. ¡Si! Algo así como una imagen musical que me recuerda a un país eufórico, portando banderas con un arcoíris. Gente feliz por el término de la dictadura y la venida de la tan ansiada democracia.
Corría el año 1989 y la esperanza era construir un país nuevo, sin violencia, con un futuro digno para todos y en plena libertad. Con Salud para todos, Educación gratuita y Prensa libre. Por fin poder decir lo que se pensaba. El tan ansiado derecho a disentir finalmente tendría cabida después de tantos años de mordaza militar.
Sin embargo, a espaldas de los chilenos y muy dentro de la Moneda, no sabíamos que se estaba urdiendo un plan. Un segundo golpe; esta vez, uno “blando”. Un acuerdo tácito entre las clases dominantes y los que recién ascendían al poder. Entre ellos llegaron a un acuerdo de democracia “en la medida de lo posible”. Y fue ese acuerdo el que permeó la vida política y el futuro de nuestro país hasta el día de hoy.
Chile, en la medida de lo posible: Los “Nuevos Poderosos”
Fue así que en este Chile “de lo posible”, nos rayaron la cancha una vez más. El Dictador quedó de Senador Vitalicio, los mismos oscuros personajes que habíamos visto antes, estaban ahora conversando plácidamente con las figuras que “representaban” al pueblo y el completo aparato represor solo se cambió de nombre. Como burlándose de las víctimas, los torturadores siguieron caminando libres, porque había que andar “con cuidado”, no fuera ser que los militares se sublevaran de nuevo.
El miedo continuó imperando y los gobiernos de la Concertación terminaron representándolo: No cambiaron la Constitución del 80, los Generales continuaron en sus mandos, la CNI paso a ser la ANI, la privatización de la Educación, de la Salud, Energía y el desmantelamiento de las pocas empresas estatales que quedaban, como Codelco siguió su curso. Acotando que si no fuera porque los militares reciben el 10% de los ingresos de esta empresa, ya la habrían privatizado completamente también.
De esta manera, nuestro país que se había forjado como un pilar en la lucha por los Derechos Humanos y la Libertad de Expresión en la lucha en contra de la dictadura, comenzó a transformarse en un país con una democracia extraña, ambigua, cómplice. Un ente político sin espíritu, al servicio del capital neoliberal.
La caída de los medios. Historia de la debacle
Este capital que lo compra todo, hasta la misma libertad neoliberal que lo sustenta, comenzó por eliminar el librepensamiento, al consolidar un pensamiento por sobre otro: El pensamiento de los poderosos que gobiernan, por sobre el de los más débiles, o sea los gobernados.
El trabajo medular de desmantelamiento de los medios de comunicación iniciado por Pinochet, fue continuado subrepticiamente por los gobiernos “democráticos” que le precedieron. El objetivo fue eliminar la pluralidad periodística a como diera lugar, dejando a los medios independientes –más críticos al sistema- a su suerte, sabiendo que no podrían sobrevivir en la batalla del más fuerte.
A los Nuevos Poderosos no les importó la dura lucha que estos medios habían dado por la recuperación de la democracia, dejando no solo palabras y trabajo de investigación en el camino, sino también vidas.
Y así, aun cuando, los medios independientes intentaron salir adelante, al no tener un entendimiento del modelo económico e ideológico que se estaba gestando, no fueron capaces de gestionar un modelo de prensa y de negocios que les permitiera competir con los dos oligopolios que se estaban consolidando en ese entonces: El Mercurio y COPESA, fraguándose así la crónica de la muerte lenta y anunciada de los últimos vestigios de periodismo de investigación, veraz y ético del país.
Bachelet v/s Que Pasa: El periplo de los medios
Partamos con la actualidad como punto de partida de este periplo. En su artículo de opinión en “El Mostrador”, “Qué Pasa-Bachelet: al rescate de la ética”, Jorge Escalante asevera: "Es verdad que el periodismo es contrapoder del poder", queriendo con ello hacer hincapié en el poder del periodismo, como ente fiscalizador de cualquier Supra Yo gubernamental. No por nada justamente se le conoce como el Quinto Poder.
También habla debidamente de la ética periodística y de cómo no se debe pretender fiscalizar inventando historias. Por ello, en el caso de la querella Bachelet-Que Pasa, la revista en cuestión pidió disculpas y aquí cito textual: “Cabe destacar que su veracidad no está comprobada y que son de exclusiva responsabilidad de Díaz (…). La dirección de esta revista ha determinado que la publicación de acusaciones tan graves no cumple con los estándares de este medio. Pedimos disculpas a los involucrados y a nuestros lectores por la confusión causada”.
Sentencia perfecta, que obviamente
nos deja con sabor amargo porque sabemos que la “Que Pasa” NUNCA ha sido un
medio imparcial, sino más bien un medio de Relaciones Públicas de la derecha,
que responde a los lineamientos de los dueños del consorcio COPESA, “the Chilean
right-wing political and business sector, Álvaro Saieh and Carlos Abumohor”
(Definidos así por medios internacionales y Wikipedia). No olvidemos que su
nombre fue sugerido por el “sacrosanto” Jaime Guzmán…Si. El mismísimo padre de
la UDI.
Sin embargo, el tema es aquí mucho
más profundo y va más allá de lo que un medio invente y de la querella interpuesta por la
“ciudadana” Bachelet, que no, no es ciudadana, es Presidenta.
Aquí hay una tendencia que analizar y
no un hecho político aislado.
En Chile, desde hace 43 años se ha
venido haciendo un trabajo de desarticulación sistemática de la Prensa y los
Medios de Comunicación. En nuestro país, en tiempos de Pinochet, los medios
fueron cerrados, sus periodistas encarcelados, exiliados, torturados y hasta
asesinados. Sin embargo, hoy en día, sin ir más lejos, el fotógrafo Felipe
Duran, se encuentra detenido desde Septiembre del 2015, “por porte ilegal de
armas y elementos explosivos”.
Sus fotos muestran que lo más
explosivo que portaba eran sus imágenes. Y su arma, una cámara fotográfica, hoy
más que nunca es un arma “subversiva” en un territorio reprimido por las
Fuerzas Armadas al mando del Gobierno de turno.
Esto nos habla no solo de una
continuación de una política de represión hacia el pueblo que disiente, sino
también de una continuación de la represión hacia los medios de comunicación y/o
periodistas que no se suscriben a los “pauteos” de Ministerio del Interior.
En tiempos de la Dictadura de
Pinochet, los periodistas de investigación y reporteros gráficos fueron
perseguidos y los medios de prensa libres fueron cerrados. En el “Observatorio
de la Libertad de Prensa para América Latina”, se registran cerca de 40
periodistas asesinados en tiempos en que el oscurantismo político cegó a
nuestro país.
El objetivo era consolidar la
ideología de la clase dominante a través de un medio que les permitiera, sin
nadie que les rebatiera, divulgar su forma de pensamiento, ideología política y
forma de vida. Así fue que El Mercurio, un medio “escrito en Ingles en USA y en
Español para Chile”, según los analistas, fue el único medio que quedó
circulando libremente en el país, mientras los otros medios fueron cerrados y
sus periodistas perseguidos.
En los archivos de la Biblioteca de
la Universidad de Chile, se puede leer: “Los militares iniciaron una quema masiva
de libros de bibliotecas públicas y privadas, cuyos contenidos en varias
ocasiones no estaban relacionados con política.6 Se inició una fuerte
censura en la literatura que desató un decaimiento en el mercado editorial.
Varios creadores debieron optar por el tráfico clandestino de sus obras. Los
medios de comunicación, universidades, periódicos, radios, televisión, fueron
intervenidos;7 en el caso de Televisión Nacional de Chile, los militares
ingresaron y destruyeron parte de su archivo fílmico.”8
Fueron tiempos oscuros, en los que
periodistas como Pepo Carrasco, Editor de la desaparecida revista Análisis fue
asesinado “Un 8 de
septiembre de 1986, -cuando- el comando autodenominado “11 de septiembre”,
irrumpió a las 5 de la madrugada en su hogar, rompiendo la puerta con hachazos,
para llevarse a Carrasco ante el horror de su familia.” Carrasco fue encontrado
cerca del Parque
del Recuerdo, con 14 impactos de bala. Doce de ellos en su cráneo.
Así fue que el Mercurio y Copesa acapararon la
difusión de la información y el derecho a informar en el país. Con la ayuda del
régimen militar.
Y, si gobernar usando el miedo fue la
estrategia de la Dictadura, la Concertación, no tuvo resquemores. Los Nuevos
Poderosos hicieron todo lo que estuvo en su poder para impedir que medios como Análisis, Apsis, Fortín Mapocho
y Pluma y Pincel, entre otros, no tuvieran oportunidad en el flamante mercado
de las comunicaciones. Sus medios fueron
más sutiles, pero no menos efectivos. A continuación los hechos.
Jet Set, yo solo quiero ser del Jet Set!
El periodista,
Premio Nacional de Periodismo 2005 y actualmente Académico del Instituto de
Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, Juan Pablo Cárdenas, cuenta
en un artículo de “El Periodista”, cuando en su intento por salvar a la revista
“Analisis” de la inminente quiebra, acudió a Correa, quien perdió los estribos
porque se habían “atrevido” a pedirle ayuda a Foxley, en ese entonces Ministro
de Hacienda, y les dijo que por ahora “por huevones” no obtendrían nada.
Cito textual: “Pero más terrible fue el propio Enrique Correa, que nos
citó a su despacho en La Moneda para retarnos de manera virulenta y a puertas
cerradas: -Son unos miserables. Qué se creen de haber ido donde el ministro de
Hacienda… ¿No saben que soy yo el ministro encargado de las comunicaciones?
Ahora, friéguense, por huevones. -Es que en nuestra desesperación ya no
teníamos a quién recurrir… –nos defendimos. -No hay nada más de qué hablar…–
dijo. Fue tanta su ofuscación, que se paró y al volver a sentarse resbaló del
sillón y con toda su voluminosa masa corporal terminó en el piso. Y ya no hubo
más de qué hablar con él y cada una de las revistas buscó su propio derrotero.”
Sin pasar por alto la arrogancia y el
doble estándar de estos Nuevos Poderosos, porque precisamente así, gracias al
“no hacer”, al “no ayudar”, a ciencia cierta, lo que no hizo la dictadura, lo
logró la Concertación con la “no ayuda”, con el recorte de financiamiento, con el cierre definitivo de las puertas de la
nueva elite. Esa misma elite que llegó al poder usando al movimiento popular y
a los mismos medios de comunicación, a quienes ahora les negaban la mano. El
mismo Cárdenas relata como Foxley, les prometió ayuda, para luego detrás de
puertas dejar todo como estaba, no sin antes sobarles la espalda con un “-No puedo creer lo que me cuentan –dijo–. Me parece de una
ingratitud increíble. Nosotros estamos aquí gracias a ustedes, a la lucha que
dieron…”
Así, hasta las agencias de publicidad
discriminaron y no ponían anuncios en
revistas que no fueran de la venia del poder imperante. Cárdenas cuenta como hasta la publicidad les
era negada porque” pese a que aún manteníamos los más altos tirajes, tampoco
tuvimos la posibilidad de acceder a los avisos de la empresa privada, que hasta
ahora discrimina ideológicamente al definir sus campañas publicitarias.”
De esta manera, mientras por un lado se les
negaba toda ayuda a los medios independientes, por otro se le daba todo el apoyo a medios
como el Mercurio y la Tercera, quienes a fines del régimen militar recibieron un
fuerte espaldarazo con los “conocidos perdonazos económicos que, con fórmulas más o menos
explícitas y sutiles, fueron urdidos por entidades estatales (a finales de los
años 80) a favor de los grupos que detentaban la propiedad de El Mercurio y La
Tercera, formaron parte de una estrategia general de copamiento de los espacios
comunicacionales del país. Hay que tener en cuenta que el bienestar económico y
comercial que lograron posteriormente las empresas de El Mercurio y Copesa, se
debió principalmente al salvavidas que el Estado les tendió en las últimas
semanas del régimen militar.”, nos relata Rafael Otano Garde, en su artículo “Seis revistas, dos diarios y ningún funeral”.
La debacle no
tuvo tope y uno a uno fueron cayendo: “Cauce ya había desaparecido en 1989. Fortín Mapocho cayó en 1990 sin
pena ni gloria y con vagas promesas incumplidas. Análisis perdía su carácter
altamente denunciador, después de ser adquirido por un grupo cercano a la DC,
en una operación comandada desde La Moneda. APSI entraba en dificultades y era
auxiliado por una sociedad, Sopel, que integraba a varios políticos del
socialismo renovado. Página Abierta, nacida el año 89, tuvo una corta vida de
dos años. Pluma y Pincel sobrevivió hasta el año 93. Análisis cayó
definitivamente el 94, APSI el 95; La Epoca, después de muchos vaivenes, el 97;
Hoy, aguantó con dignidad hasta el 98. Permanecieron en los quioscos solamente
dos revistas del ámbito político extraparlamentario: Punto Final y El Siglo.”
Fue así que, como un aborto
comunicacional, comenzó el Chile actual, engendrado desde el bunker Mercurial
de Lo Curro, en un casamiento por conveniencia propiciado por la concertación
de Aylwin, Tironi y Correa. En este nuevo modelo no cabía tener memoria y
acordarse de aquellos medios y periodistas que con su contribución ayudaron a
la recuperación de la democracia. Aquí valió más el gustillo al poder que deja
el codearse con los poderosos, con el “Jet Set”.
La estocada final la dio Tironi con
una declaración en la revista APSI en 1991, en donde dice: "Los medios que
no comprendan estos condicionantes propios de una sociedad democrática y de una
economía de mercado, y sigan orientándose según los criterios ideológicos del
Chile altamente politizado del pasado, tienen pocas posibilidades de
subsistir".
De esta manera y tranquilamente,
Aylwin pasó a la historia como el estadista de “En la medida de lo posible” y Correa
y Tironi se sobaron las manos cantando: “Al menos tengo un Rolex. ¡Lo he logrado!
Epitafio: El hombre y sus circunstancias. Los
hechos y su contexto.
Uno de los libros censurados por la
dictadura de Pinochet fue “La revolución de las masas” de Ortega y Gasset. La
razón de los “valientes soldados” era que este “comunista infiltrado de la Unión
Soviética” hablaba de Revolución. Lo que ellos no sabían era que el maestro en
realidad nos hablaba de cómo no podía separarse al hombre de aquello que
explica su ser y su existencia, o sea sus circunstancias. Este razonamiento nos
sirve para fundamentar el hecho de que en el Chile actual, en donde una
presidenta se querella contra un medio, hay una tendencia que analizar y no
solo un hecho político aislado.
El hombre y sus circunstancias. Los
hechos y su contexto. Es un silogismo categórico que nos sirve para no olvidar
que la podredumbre que tenemos hoy en día en Chile en los medios de comunicación,
ha sido creada y propiciada por los mismos que hoy nos hablan de libertad de
expresión, por los mismos que han estado en el poder desde la venida de esta
mal llamada democracia.
Por lo tanto, si en esta democracia
cabrona, fulera, cagona y sin alma tenemos medios cabrones, fuleros, cagones y
sin alma es porque son el fiel reflejo el uno del otro. Y mientras la
democracia no nos haga latir el corazón nuevamente, seguiremos en este intento
de alegría, ejercitando una canción que nunca trajo el arcoíris.
Fuentes:
«Represión y
censura: Memorias sobre la quema de libros en Dictadura». Universidad de Chile.
«Censura». Memoria Chilena.
«La heroína que
salvó las imágenes de la dictadura». La Nación.
29 de noviembre de 2009.
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