jueves, 30 de junio de 2016

El escenario de “La Batalla de Ideas” Por Juan Valdés Paz






El escenario de “La Batalla de Ideas” 
Por Juan Valdés Paz
2016-06-27 Cuba Posible, a petición del autor, reproduce de manera íntegra el texto publicado por Juan Valdez Paz, Premio Nacional de Ciencias Sociales, en el portal digital Progreso Semanal.
Los científicos sociales cubanos vienen advirtiendo en las últimas décadas acerca de los cambios observables en la sociedad cubana inducidos por la crisis de los noventa, las estrategias implementadas para salir de la crisis y los procesos de reformas en curso. Entre estos cambios se destacan los referidos a la estructura social –demográfica, socio clasista, ocupacional, de ingreso, de estatus, etc.-, a la instauración de un mayor patrón de desigualdad y al incremento de la población en situación de riesgo.
Vale agregar que a pesar de las políticas de recuperación implementadas y de los avances logrados en una u otra esfera, muchas de las condiciones externas e internas de la crisis y muchos de sus efectos, se han extendido en el tiempo y la recuperación socioeconómica es hasta hoy una tarea inacabada.
Sobre este escenario se ha planteado el tema del “cambio de mentalidad”. Por una parte, como el cambio requerido por la dirección política frente a las tendencias burocráticas y centralizadoras del funcionariado, las que dificultan el avance de las políticas de reformas; y por el otro, como los cambios –espontáneos o inducidos- ocurridos en la subjetividad y conducta de diversos sectores de la población. Algunos de estos últimos cambios podríamos resumirlos como sigue:
• A pesar de que la estructura de valores dominante en la población muestra la primacía de valores patrios, humanistas y de solidaridad, se aprecia un corrimiento en favor de valores particulares como el éxito personal, el compromiso con la familia y la superación de los efectos de la crisis “por cuenta propia”. El imaginario predominante hasta los años ochenta de que la suerte común estaba ligada al progreso de la nación y que la suerte del país era la locomotora que tiraba del conjunto de la población, se ha modificado. De hecho, grupos en situación ventajosa o con recursos materiales o intelectuales, han pasado a estrategias individuales de recuperación aisladas de la suerte del país. La emergencia de un sector privado de la economía y el auge de las relaciones monetario-mercantiles, refuerzan esta tendencia hacia estrategias individuales de superación de los efectos de la crisis y propósitos de alcanzar un más rápido ascenso social.
• La crisis de los años noventa ha sido identificada, interesadamente, como una crisis del sector estatal de la economía lo que ha dado lugar a un imaginario de lo privado como la esfera de la eficiencia y el progreso individual. La gestión individual exitosa y los procesos de desestatización en curso, vigorizan este imaginario.
• Los cambios políticos promovidos desde los años noventa –reformas constitucionales, nueva ley electoral, creación de los Consejos Populares, cambios en el liderazgo, consultas públicas, etc.- han sido insuficientes para propiciar una mayor participación de la población en los asuntos públicos, particularmente entre los jóvenes. Los valores cívicos han tendido a sustituirse por la anomia política de sectores de la población. La necesidad de nuevas reformas políticas que favorezcan una mejor representación y mayor participación de la población y sobre todo, la falta de una sucesión política generacional, fortalecen esta tendencia a la creciente despolitización y menor activismo de la población.
• A pesar de la hazaña de sobrevivir a la crisis de los años noventa y de la rápida recuperación ampliada de la política social de la Revolución, componente fundamental del modelo de bienestar de los cubanos, la dilación en la recuperación socio económica, así como la desaceleración del desarrollo del país han propiciado un imaginario anti socialista que se mueve desde valores socialdemócratas hasta valores liberales. El imaginario relacionado con las experiencias asiáticas de “socialismo de mercado”, la emergencia de una sociedad de la información dominada por la cultura burguesa, el consumismo del american way of life, así como una mayor exposición a los medias externos, sustentan estos valores.
• El predominio de los valores patrios no ha dejado de acompañarse de manifestaciones de debilitamiento de la identidad y la cultura nacional, tales como la subestimación o falseamiento de la memoria histórica, la sobrestimación de lo foráneo, la irreverencia frente a los símbolos nacionales, la penetración de corrientes culturales neocoloniales, etc. El debilitamiento de la actividad educativa en el país, el agotamiento del discurso hegemónico y las deficiencias de los medios de comunicación social, han propiciado el incremento de estas manifestaciones y de su permisibilidad entre la población.
• No obstante los altos niveles de instrucción alcanzados por la población, del creciente acceso de esta a la información y de su mayor desarrollo cultural, los patrones de disciplina social y laboral, así como de buenas costumbres, se han visto seriamente afectados por tendencias a la indisciplina social y al deterioro de las normas de convivencia. La debilidad de las autoridades para exigir el cumplimiento de las normas de conducta legalmente establecidas, así como la pasividad de la población frente a conductas impropias, han contribuido a este deterioro.
A las condiciones antes descritas del escenario nacional se agregan ahora las derivadas de la “normalización” de relaciones entre Estados Unidos y Cuba. La estrategia declarada del Gobierno norteamericano y sus seguidores, de subvertir al régimen revolucionario por otros medios incluye, además de la promoción de unos actores sobre otros –emprendedores, clase media, jóvenes, negros, etc.- una dimensión ideológico cultural orientada a modificar la estructura de valores dominantes en favor de aquellos que expresan su corrimiento hacia una sociedad más individualista y competitiva.
Puesto que la sociedad cubana actual es otra y no volverá a ser la que fue, conocida la situación y las tendencias presentes en ella, declaradas las intenciones de los adversarios del proyecto de nación y de sociedad promovido por la Revolución y planteado el desafío de instaurar y sustentar en la población una mentalidad comprometida con los valores que sustentan tales proyectos; la reorientación de los cambios que acaecen en la ideología y la cultura de los distintos sectores de la población demanda: una estrategia específica y políticas públicas que superen las condiciones que lastran su desarrollo; y una “batalla de ideas” dirigida a preservar la estructura de valores promovidos por la Revolución. Lo anterior supone, entre otras:
• Discernir los rasgos que asumirá la nueva sociedad cubana, así como los sujetos y actores que la caracterizarán.
• Concluir la superación de los efectos de la crisis e iniciar un nuevo ciclo de desarrollo.
• Mantener un mínimo patrón de desigualdad en la sociedad cubana y suprimir toda manifestación de pobreza o marginalidad.
• Implementar exitosamente las reformas en curso, así como extenderlas al sistema político, civil y comunicacional. Explicitar en todo proyecto de reformas sus salvaguardas socialistas.
• Elevar la eficiencia de las instituciones y el orden institucional del socialismo cubano.
• Encontrar el adecuado equilibrio entre educación personal y coerción social con vista al auto disciplinamiento de la población.
• Completar la sucesión política y generacional.
• Preservar el consenso mayoritario. Actualizar el discurso hegemónico de la Revolución.
• Orientar todas las capacidades materiales e intelectuales de la Revolución a la instauración y consolidación de la estructura de valores surgida de las luchas revolucionarias de nuestro pueblo.
Realidad social y mentalidad tienen una relación circular de causa-efecto; la sociedad realmente existente propende a una mentalidad que la preserve; y la mentalidad dominante tiene que cambiar para favorecer el cambio social. En general, el imaginario de la gente puede favorecer o dificultar la preservación de la sociedad alcanzada y también, los cambios necesarios. En particular, son los valores que sustentan las personas los que permiten que la sociedad “realmente existente”, se preserve o cambie, sea siempre más justa.

lunes, 27 de junio de 2016

El Napster de la ciencia.

Se llama Sci-Hub y, en lugar de compartir música de manera gratuita, accede a las bases de datos de prestigiosas revistas científicas y piratea sus estudios. Su creadora es Alexandra Elbakyan, quien actualmente enfrenta una demanda en Estados Unidos, y ha impulsado el debate sobre cómo circula la información, además de poner en tela de juicio un negocio que cada año genera 10 mil millones de dólares en ganancias.
Marcelo Córdova 25 de junio del 2016 l http://fw.to/SNUgWoV
http://thecostofknowledge.com/ 
http://discreteanalysisjournal.com/
 https://thewinnower.com/
 https://elifesciences.org/
 
Alexandra Elbakyan ha sido comparada con Edward Snowden, el consultor tecnológico estadounidense que trabajó para la CIA y que en 2013 filtró información clasificada sobre las redes de inteligencia de su país. Al igual que él, esta desarrolladora de software e investigadora de 27 años es una heroína o una ladrona, dependiendo a quién se le pregunte, y actualmente está demandada por la justicia de Estados Unidos. A diferencia de Snowden, ella no filtró secretos de seguridad nacional, sino que ha liberado miles de datos y descubrimientos científicos para que estos puedan ser utilizados en el desarrollo de nuevas investigaciones.

Elbakyan nació en Kazajistán y eso explica buena parte de esta historia. Cuando niña se entusiasmó con la ciencia y la computación y dado que en su país el acceso a internet era limitado, desarrolló un talento inusual para hackear redes y piratear los libros y películas que quería leer y ver. Después de trabajar en Moscú en seguridad informática, juntó dinero y se fue a Alemania a la Universidad Albert-Ludwigs de Freiburg, donde participó en un proyecto sobre interfaces entre cerebro humano y máquinas. Al volver a su país en 2011, quería seguir investigando pero como ya no estaba amparada por una gran universidad empezó a tener problemas para acceder a los estudios de referencia que necesitaba para estar al día en su área.  La mayoría de esos artículos (o papers) se encuentran en revistas científicas de gran renombre, como por ejemplo Nature o The Lancet, que velan porque la información que estos entregan sea seria, confiable y relevante. Gran parte de esas publicaciones son propiedad de conglomerados editoriales como Elsevier de Holanda y Springer de Alemania, que dominan un negocio que genera ganancias anuales de cerca de 10 mil millones de dólares y que, en algunos casos, pueden cobrar cerca de 20 millones de pesos por una suscripción anual a una revista y alrededor de 20 mil pesos por un artículo específico.

Como Elbakyan no tenía presupuesto para pagar eso, empezó a hackear los sitios web de varias publicaciones. A poco andar se dio cuenta de que en todas partes había otros como ella, que en esa misma época usaban Twitter para pedirse ayuda vía el hashtag #IcanhazPDF, creado en 2011 por la investigadora cognitiva Andrea Kuszewski como un “acto de desobediencia civil” y como una forma de alentar a los autores de artículos pagados a compartir copias de los mismos en formato PDF. El hashtag hasta hoy opera como un código a través del cual alguien le pide al resto de la comunidad un paper específico.

“Los investigadores de muchos países están totalmente al margen del conocimiento científico, porque sus universidades no se suscriben a estas revistas. Incluso en Estados Unidos no todas las instituciones pueden pagar lo que piden las editoriales. Eso sin contar que el público no académico queda completamente fuera, ya sean científicos aficionados, inventores, estudiantes de liceos, periodistas o, simplemente, gente a la que le gustaría aprender más pero no está afiliada a ninguna organización científica”, explica a Tendencias la joven kazaja vía email y desde un lugar que no revela.

Elbakyan consideró que el hashtag en Twitter no era insuficiente y diseñó Sci-Hub, un sitio web que piratea artículos publicados en las revistas pagadas y los comparte gratuitamente. Este portal es perseguido por la justicia y ha levantado un fuerte debate en torno al acceso al conocimiento científico, más todavía cuando este es financiado con fondos públicos.

Controversia abierta. Hoy Sci-Hub ofrece de forma gratuita más de 50 millones de estudios y cada día se descargan unos 150 mil. Si un usuario pide un artículo que no está en el sistema, Sci-Hub hackea las revistas de Elsevier y otras compañías para encontrarlo, se lo entrega, lo almacena y la base de datos del portal, que funciona con donaciones, sigue creciendo. Un análisis de la revista Science muestra que las descargas en Sci-Hub son globales y que aunque países como Irán o India las lideran, Estados Unidos ocupa el quinto lugar en la lista y un cuarto de las peticiones de estudios provienen de países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Según la misma revista, por ejemplo, entre septiembre de 2015 y febrero de 2016 se descargaron casi 300 mil artículos en Santiago de Chile.

Ante ese nivel de tráfico, en 2015 Elsevier demandó a Elbakyan ante una corte de Nueva York. La empresa la acusa de infracción a los derechos de autor, fraude informático y de operar una “red internacional de piratería”, una historia que tiene un trágico antecedente en Aaron Swartz. En 2011, este programador estadounidense de 26 años fue acusado de robo de datos y de usar las redes del MIT para hackear el acceso a millones de estudios de la base de datos JSTOR. Aunque no llegó a compartir los documentos, se suicidó antes de su juicio en 2013.

Una extradición está dentro de las posibilidades, pero Elbakyan -quien hoy estudia una maestría en historia de la ciencia- no se rinde y aunque un juez en Estados Unidos ordenó bajar el dominio original del sitio (Sci-Hub.io), ella simplemente cambió su ubicación (Sci-Hub.cc). Al respecto, John Tagler, vicepresidente de la Asociación de Editoriales Americanas que agrupa a varias de las empresas del rubro, afirma tajantemente a Tendencias que Sci-Hub es una “organización pirata involucrada en el robo masivo de material con derecho de autor”.

Su dueña tiene otra opinión y argumenta que el portal impulsa el avance de la ciencia. “El derecho de autor crea incentivos para que la gente restrinja la distribución de conocimiento con el fin de ganar dinero. Por eso lo veo como una amenaza seria al desarrollo de la investigación y la educación. Robo es lo que hacen las editoriales; ellas hurtan el conocimiento público para obtener ganancias”, dice. Además, apela al artículo 27 de la declaración de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que dice que “toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y sus beneficios”.

La disputa evidentemente ha llamado la atención de la comunidad involucrada y de los medios. Diarios como The Washington Post han llegado a plantear que Elbakyan está generando una revolución similar a la de Napster, el servicio que permitía intercambiar música de manera gratuita pero ilegal que tuvo que cerrar y pagarles a las discográficas, pero que por otra parte transformó esa industria. También la han comparado con Robin Hood, paralelo que a Elbakyan no le desagrada. “Él era un buen tipo que ayudaba a los pobres. Normalmente, el gobierno hace el trabajo de Hood a través de los impuestos. La gente rica los paga y ese dinero va a los pobres, para asegurarse que todos los miembros de una sociedad tengan el mismo nivel de oportunidades. Si este sistema no funciona y naces en una familia pobre, sin importar cuánto trabajes seguirás siendo pobre. Cuando eso ocurre, la sociedad necesita Robin Hoods que hagan justicia”, afirma Elbakyan.

Las editoriales se defienden señalando que sus costos se justifican en las inversiones como el entrenamiento y el manejo de las personas y especialistas (pares) que revisan cada estudio que permiten que las revistas sean rigurosas y el manejo de sus bases de datos. “Es cierto que las revistas se vuelven cada vez más caras y que el acceso se torna más restringido. Esto va contra la ética básica de la ciencia, que se basa en compartir datos. Pero es importante recalcar que esto no justifica quebrantar la ley. Es la ley la que hace que gente con distintas opiniones viva en una misma sociedad. Cualquiera que socave las reglas hace más daño que bien. Si Elbakyan cree que sus acciones son justificadas, debería defenderse ante una corte”, dice a Tendencias el ingeniero Steven Aftergood, director de una división de la Federación Estadounidense de Científicos que se dedica a promover el acceso público a la información.

Apoyo científico. Para acceder a los contenidos que después libera, Sci-Hub ocupa una serie de claves que han sido robadas del mismo modo en que los hackers obtienen información financiera de los clientes de los bancos. Pero también tiene varias que han sido donadas por investigadores partidarios de la causa. “Los científicos en general apoyan lo que hace el sitio”, dice Elbakyan y no se equivoca completamente.

Aunque muchos integrantes de la comunidad objetan los métodos ilegales que usa Sci-Hub, sí creen que su popularidad es síntoma de los problemas de fondo en la entrega de la información científica. Entre ellos está Heather Sparks, directora de SPARC –organización que aboga por el acceso abierto a la investigación-, quien desde Estados Unidos aclara que no avala los métodos pero sí entiende la masificación del portal. “Es una espantosa representación del rincón hacia el cual muchos miembros de la comunidad científica se sienten arrastrados. Ellos simplemente no pueden pagar el alto precio que implica acceder a los artículos que requieren para hacer su trabajo de forma eficiente. No pueden ignorar esos artículos y esperar que su propia investigación sea creíble; es material esencial para sus estudios”, dice y cuenta lo que sucedió cuando en una charla reciente le pidió a un científico que entrara al sitio. “Cuando descubrió que podía obtener sus propios estudios sin pagar se emocionó tanto que empezó a enseñarle a la audiencia cómo usarlo”, dice.

La pregunta es por qué si hay investigadores que apoyan el libre acceso a la investigación, tratan de instalar sus artículos en estas revistas que, además, cobran a los científicos entre uno y dos millones de pesos por publicar sus estudios. Para eso hay que entender que en el mundo académico y de la investigación el prestigio y la obtención de financiamiento pasan por difundir sus estudios en las revistas de mayor reconocimiento, que son en buena parte las que cobran por acceso. Entonces, restarse de ese sistema puede afectar la trayectoria profesional. “Hoy estos ranking de publicaciones y de productividad se han convertido en fetiches. Eso no es bueno porque el investigador se convierte en un esclavo de esa función y todos los fondos que recibe se basan en su capacidad de colocar sus artículos en ciertas revistas”, señala el médico Flavio Salazar, vicerrector de investigación de la Universidad de Chile.

Un elemento que complica más este conflicto es que muchos de los estudios publicados en esas revistas son financiadas con fondos públicos para la investigación que tienen los distintos países, como por ejemplo el Fondecyt chileno. Este escenario explica que en los últimos años hayan tomado fuerza y se estén diversificando las iniciativas de “acceso abierto” que empujan un cambio similar al de Sci-Hub pero legal, a través de revistas y sitios que ofrecen sus publicaciones gratis o con precios mucho más bajos (ver recuadro). Hasta ahora ninguna había logrado darle la visibilidad al debate que le ha dado la polémica en torno a Elbakyan. “Sci-Hub instaló este tópico en la opinión pública”, dice ella y agrega: “En la comunidad dedicada al acceso abierto no todos están muy felices, porque Sci-Hub ha hecho lo que ese grupo ha fracasado en concretar durante años: lograr que la literatura científica sea gratuita”.

Hoy más de 16 mil investigadores de todo el globo tienen una campaña para boicotear las suscripciones que cobra Elsevier (http://thecostofknowledge.com) y dicen que no publicarán ni revisarán papers que vayan a sus revistas. Incluso, la biblioteca de la Universidad de Harvard –que desembolsa más de US$ 3,5 millones al año en este ítem- conminó a sus investigadores a postular sus estudios en revistas de acceso abierto. Estos medios, que hoy suman más de seis mil e incluyen al popular PLOS One, suelen cobrar a los científicos más de 700 mil pesos por publicar cada paper pero los liberan gratuitamente en internet. También existen repositorios internacionales donde se reúnen sin restricciones los trabajos académicos, como la Biblioteca Científica Electrónica en Línea (SciELO.org) que opera en América Latina y el Caribe y de la cual también participa Conicyt en Chile.

Sin embargo, Erwin Krauskopf, director de la Escuela de Ingeniería en Biotecnología de la UNAB y experto en este tema, explica que este segmento no está exento de problemas, ya que han aparecido lo que se conoce como “revistas predatorias” que se han hecho conocidas por aceptar manuscritos sin ser revisados por pares, “tener comités editoriales constituidos por nombres falsos o usar nombres de académicos sin su consentimiento”, lo que obviamente afecta la calidad y rigor de los estudios y la información que circula. Pese a que hay vacíos, los gobiernos se están plegando al movimiento de acceso abierto. Un ejemplo es la Unión Europea que determinó hace un mes que desde 2020 todos los estudios financiados con dinero público deberán ser de acceso gratuito. “Es es un paso adelante, pero existen millones de reportes que ya están publicados y con acceso cerrado y que no serán afectados por esas políticas. Pero Sci-Hub puede conseguirlos”, afirma Elbakyan.

Según ella, su “revolución” avanza a paso firme: “La transformación ya ocurrió y ya hay acceso a más de 50 millones de artículos que estaban restringidos. Eso es imposible de revertir”. Sin embargo, ella aspira a más: “Lo ideal sería la destrucción total del derecho de autor. Napster no pudo hacer esto, porque se enfocaba en la música, algo que tendemos a ver como entretención. Y es muy difícil argumentar que el entretenimiento gratuito es bueno. Pero sí podemos plantear que el acceso gratis y sin restricciones al conocimiento es beneficioso”.
Las nuevas alternativas legales. En 2012, Timothy Gowers, un prominente matemático de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, se quejó en su blog de los “exorbitantes” precios que cobraban las editoriales científicas para acceder a los estudios y juró que dejaría de publicar sus reportes en las revistas de Elsevier. En cosa de días recibió centenares de respuestas en apoyo, por lo que diseñó un proyecto y en marzo de este año lanzó Discrete Analysis (http://discreteanalysisjournal.com).

Se trata de un portal dedicado a las investigaciones en matemáticas y que apunta al mismo objetivo de Sci-Hub, pero de manera legal: es una iniciativa sin fines de lucro y gratuita que es propiedad de un equipo de investigadores. Cuando alguien envía un reporte, el portal usa un software llamado Scholastica que se encarga de coordinar el análisis de un grupo de pares. Luego el autor revisa los comentarios de sus colegas y sube una versión final al portal.

Otro ejemplo en la misma línea es The Winnower (https://thewinnower.com), portal que lanzó en 2014 Josh Nicholson, un experto en cáncer de la universidad Virginia Tech. “Me desesperaba lo costoso que era leer y publicar literatura científica, lo lento que resultaba, su ineficiencia y, lo peor de todo, lo cerrado que era”, dijo a Chronicle.com. En su sitio la filosofía es “hágalo usted mismo”. Los autores publican sus borradores, para que los usuarios puedan no sólo leerlos, sino que también revisarlos, e incorporar sus comentarios hasta llegar a una versión final. La página cobra 100 dólares por cada publicación, tarifa que se dedica exclusivamente a mantener el portal.

Una iniciativa importante en esta línea es eLife (https://elifesciences.org), fundado en 2012 por tres importantes organizaciones: el Instituto Max Planck, de Alemania; el Howard Hughes Medical Institute, en Maryland, y el Wellcome Trust, de Londres. El editor de esta revista centrada en ciencias biomédicas y biología es Randy Scheckman, ganador del Nobel de Medicina en 2013, y el sitio da acceso gratuito a las publicaciones. Los autores tampoco tienen que pagar por publicar ahí, y la mejor prueba de que está funcionando es que las tres organizaciones que lo financian acaban de comprometer 26 millones de dólares para sus operaciones.

El costo para el país
* Patricia Muñoz, de Conicyt. Chile no está ajeno a este debate y al problema. A través del programa Biblioteca Electrónica de Información Científica (BEIC), el Estado financia el acceso gratuito vía internet a casi seis mil revistas científicas en formato electrónico que abarcan más de cien disciplinas. Para 2016, el presupuesto de este programa, a cargo de Conicyt y que beneficia a universidades e instituciones como el Congreso o el Instituto Antártico, suma poco más de nueve mil millones de pesos, más de 13 millones de dólares.

BEIC facilita el acceso a las publicaciones desde cualquier computador localizado en las instituciones participantes. Patricia Muñoz, directora del programa de información científica de Conicyt, cuenta que uno de los grandes problemas del sistema editorial actual es “que no compras por título. Por ejemplo, te ofrecen grandes volúmenes de revistas y de ellas muchas son en árabe o chino. Hay cosas en esas bases de datos que muchas veces no se usan por un tema de idioma o calidad”.

Muñoz agrega que si bien lo que hace Sci-Hub es ilegal, la discusión que propicia es razonable y ética: “En el fondo lo que sucede es que el financiamiento público paga por la producción de conocimiento científico y luego también para tener acceso a leerlo. El negocio es bastante poco justo”. Actualmente, de los cerca de 10 mil estudios chilenos que se publican al año casi un tercio se edita en medios de acceso abierto.

domingo, 26 de junio de 2016

RECORDANDO A UN REVOLUCIONARIO LLAMADO SALVADOR ALLENDE

 
En su 108 natalicio:
RECORDANDO A UN REVOLUCIONARIO LLAMADO SALVADOR ALLENDE
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER

Salvador Allende Gossens nació en Valparaíso el 26 de junio de 1908. Por entonces, Chile tenía una población de tres millones de habitantes. La clase obrera cumplía 80 años de combativa existencia y se componía de 250 mil trabajadores. De su seno había surgido Luis Emilio Recabarren, quien desde hacía 15 años participaba en la lucha social.
Al nacer Allende, se habían cumplido seis meses de la masacre de la Escuela Santa María de Iquique.
El joven Salvador tenía 18 años cuando ingresó, en 1926, a la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile. Un año más tarde se inició la dictadura del general Ibáñez.
Los sectores más consecuentes se opusieron a la tiranía. Entre ellos, los estudiantes universitarios. En primera fila estuvo Allende. El 26 de julio de 1931 un amplio movimiento democrático hizo caer al dictador.
Chile vivió impactantes acontecimientos. A comienzos de septiembre de 1931 se sublevó la marinería de la flota de guerra.
En junio de 1932 un golpe cívico-militar dio nacimiento a la República Socialista, que duró doce días, siendo derrocada el 16 de junio de 1932. Ese mismo día, Allende fue detenido y encarcelado. Estando en prisión, falleció su padre. Le autorizaron para asistir una hora a los funerales. Ante la tumba de su progenitor hizo solemne promesa: “Desde este momento consagraré mi vida a la lucha social”. Era el 8 de noviembre de 1932. Cumplió con ese compromiso hasta el fin de su existencia.
Allende fue uno de los fundadores del Partido Socialista de Chile, surgido el 19 de abril de 1933. El 6 de mayo de 1936 se constituyó el Frente Popular, primera coalición de izquierda de nuestra historia. En los comicios presidenciales del 25 de octubre de 1938 triunfó el abanderado del Frente Popular, el maestro radical Pedro Aguirre Cerda. El 28 de septiembre de 1939, cuando tenía 31 años de edad, Allende asumió como Ministro de Salubridad. Ese mismo año, contrajo matrimonio con Hortensia Bussi. En 1951 surgió el Frente del Pueblo, formado por el ilegal Partido Comunista y el pequeño Partido Socialista de Chile. El Frente del Pueblo proclamó a Salvador Allende candidato a la Presidencia de la República.

EN EL PUERTO ROJO
Recuerdo con emoción la primera vez que vi y escuché a Salvador Allende. Fue una tarde de verano de febrero de 1952. Nos juntábamos en el puente Arévalo, en San Antonio. Allí donde termina la avenida Centenario y comienza el camino a Santiago. Se veían lienzos, banderas rojas y chilenas. Estudiantes universitarios que veraneaban en la zona, se unieron a nosotros, jotosos de San Antonio, y formamos un alegre destacamento juvenil, que lanzaba consignas y cantaba canciones revolucionarias.
De pronto alguien gritó:
- ¡Ahí viene el candidato!
- ¡Y también el camarada Lafertte!, agregó otro.Comenzamos a marchar por Centenario. Llegamos a la Plaza de San Antonio, muy cerca del puerto. Escuchábamos sirenas de remolcadores y de algún barco. La brisa traía el salobre sabor a mar. Se inició el acto. Lo abrió el presidente del Comando Allendista de San Antonio. Fue anunciado Elías Lafertte. Aplausos y La Internacional. Gobernaba el traidor. Los comunistas estábamos fuera de ley y éramos perseguidos. Por ello, la plaza se pobló de gritos: -¡Y que fue... y que fue... Aquí estamos otra vez! 

EDUCADOR DE MASAS
Con enorme entusiasmo y el Himno Nacional recibimos a Salvador Allende. Fue la primera vez que lo vi y escuché. Era un educador del pueblo. Su discurso fue claro y emotivo.
Se refirió a los problemas de Chile y a sus soluciones. Esa noche, bajo un cielo estrellado y teniendo como música de fondo el ronronear del océano, Allende planteó las medidas para terminar con el atraso del país y la miseria de la gente: romper las ataduras con el imperialismo, hacer de Chile el cobre chileno, realizar una profunda reforma agraria... Nos llamó a luchar sin claudicar y jamás sentirnos derrotados. El futuro es nuestro, enfatizó el candidato del Frente del Pueblo. Aquella noche de febrero de 1952 quedé convencido que triunfaríamos el 4 de septiembre de ese año.
 
ALLENDE CONTINUÓ LUCHANDO
No fue así. Se impuso el ex dictador Carlos Ibáñez del Campo, apoyado por una amplia coalición, en que había desde marxistas hasta fascistas. Allende perdió. Sacó algo más de 50 mil votos (el 5,43% de los sufragios válidamente emitidos). Pero no fue derrotado. Siguió luchando. En febrero de 1956 nació el Frente de Acción Popular, FRAP. Lo formaron los partidos comunistas, Socialista de Chile, Socialista Popular, el Partido del Trabajo y otras colectividades. El FRAP proclamó la segunda candidatura de Salvador Allende a la Presidencia de la República. Fue vencido el 4 de septiembre de 1958. Quedó segundo, detrás del derechista Jorge Alessandri Rodríguez. Pero, el avance de las fuerzas populares fue enorme. Los 51 mil votos de 1952 se habían convertido en 356 mil (el 28,51% de los votos válidamente emitidos). El imperialismo tomó nota de ello. A partir de ese momento, adoptó una enconada posición antiallendista. Esto quedó comprobado en la campaña presidencial que debía culminar el 4 de septiembre de 1964. John Kennedy

LA SANTA ALIANZA CONTRA ALLENDE
Ya en 1962 el Presidente John Kennedy señaló “que era de interés de la seguridad nacional norteamericana que resultase elegido en 1964 el candidato Eduardo Frei Montalva”. Esta insolente intervención en nuestros asuntos internos, fue respaldada por decenas de millones de dólares, según afirmó Edward Korry, ex Embajador estadounidense en Santiago. Por su parte, la jerarquía de la Iglesia Católica chilena emitió, con fecha 18 de septiembre de 1962, un documento donde se sostenía que “de una victoria del comunismo en Chile, la Iglesia y todos sus hijos no pueden esperar otra cosa sino persecuciones, lágrimas y sangre”. Triunfó Frei en 1964, con el apoyo del imperialismo y de la derecha criolla. Pero las fuerzas democráticas continuaban creciendo. Ahora Allende, candidato del FRAP, obtuvo 997.902 votos (el 38,64% de los sufragios válidamente emitidos).

CON LAS BANDERAS DE LA UP
El 9 de octubre de 1969 se constituyó la Unidad Popular. La formaron comunistas, socialistas, radicales, socialdemócratas, el MAPU y la Acción Popular Independiente, API.
A mediados de diciembre de 1969 se aprobó el Programa Básico del Gobierno Popular. Pero no fue fácil designar el candidato único. Renunciaron en aras de la unidad Pablo Neruda, del Partido Comunista; Jacques Chonchol, del MAPU; Alberto Baltra, del Partido Radical. Pero se mantenían Salvador Allende, del Partido Socialista, y Rafael Tarud, del Partido Socialdemócrata y de la Acción Popular Independiente. Pasaban los días y no se definía el abanderado de la Unidad Popular. Los otros: Jorge Alessandri, de la derecha, y Radomiro Tomic, demócrata cristiano, estaban hacía meses en campaña.

SALIÓ HUMO BLANCO
El Partido Comunista convocó a una concentración en la Plaza Bulnes para el 22 de enero de 1970. Y comunicó a sus aliados que, si a esa fecha no había candidato único, proclamaba definitivamente a Pablo Neruda. Poco antes de las 19, hora fijada para el inicio del acto, se logró el difícil parto. Luis Corvalán, secretario general del Partido Comunista, pudo decir en esa tarde de verano: “Salió humo blanco... Tenemos candidato único... Es Salvador Allende”. Estalló la alegría en la plaza. Miles de gargantas enronquecieron gritando: “Allende... Allende... Allende”... “El pueblo unido… jamás será vencido”. Y el eco recorrió la patria entera. Se inició la campaña presidencial más breve de la Izquierda. Breve, pero a la ofensiva, con movilizaciones de masas, con la constitución de miles de comités de base, con acciones audaces que derrotaron la campaña del terror, con heroicas brigadas, entre ellas las Ramona Parra, que pintaron hasta el cielo.

EL COMPAÑERO PRESIDENTE
Y la cuarta fue la vencida. El 4 de septiembre de 1970 triunfó Allende. Obtuvo el 36,22% de los votos válidamente emitidos. Cuando amanecía el día 5, dijo en emotiva improvisación pronunciada desde los balcones de la Federación d Estudiantes: ”Esto que hoy germina es una larga jornada. Yo sólo tomo en mis manos la antorcha que encendieron los que antes que nosotros lucharon junto al pueblo y por el pueblo... “A la lealtad de ustedes, responderé con la lealtad de un gobernante del pueblo; con la lealtad del Compañero Presidente... “Le debo este triunfo al pueblo de Chile, que entrará conmigo a La Moneda”. Y así fue. Después de 60 días al rojo, en que el Imperio y todos los enemigos del pueblo recurrieron hasta al crimen para impedir la llegada de Allende a La Moneda, el 3 de noviembre de 1970 se inició el Gobierno Popular, el período más brillante de la historia de Chile.

CONSECUENTE HASTA LA MUERTE
2 de diciembre de 1971. En el acto de despedida de Fidel Castro en el Estadio Nacional, un día después que el fascismo mostrara sus garras en Santiago, el compañero. El Presidente dijo: “Yo no tengo pasta de apóstol ni tengo pasta de Mesías, no tengo condiciones de mártir, soy un luchador social que cumple una tarea, la tarea que el pueblo me ha dado... Que lo sepan, que lo oigan, que se les grabe profundamente: defenderé esta revolución chilena, y defenderé el Gobierno Popular porque es el mandato que el pueblo me ha entregado.

NO TENGO OTRA ALTERNATIVA
No tengo otra alternativa. Sólo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el Programa del pueblo”. 11 de septiembre de 1973. Atacado por las tropas fascistas, Salvador Allende proclamó a través de Radio Magallanes: “Ante estos hechos sólo me cabe decirle a los trabajadores: ‘¡Yo no voy a renunciar! Colocado en este tránsito histórico pagaré con mi vida la lealtad del pueblo”. Lo dijo y lo hizo. Fue leal hasta el último minuto de su existencia. Lealtad se escribe con “L” de Allende.
Levantemos en alto su ejemplo, sus ideales y su obra. Completemos la gran tarea que nos entregó cuando dijo: “¡Sigan ustedes, sabiendo, que más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre digno para construir una sociedad mejor!”

SIEMPRE ESTARÉ JUNTO A USTEDES
“Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes”.

sábado, 25 de junio de 2016

La tragedia de las Araucarias.








ENLACE:
Con el 25% de las araucarias de Conguillío infectada y el 2% ya muertas, según cálculos preliminares, hoy nadie sabe que enfermedad afecta al emblemático árbol del bosque nativo, que puede vivir más de mil años. Mientras las teorías que se barajan van desde un hongo hasta un insecto aún no identificado, pasando por el cambio climático, los guardabosques están desesperados, y el Colegio de Ingenieros Forestales de La Araucanía asegura que la emergencia no se está enfrentando con la urgencia ni los recursos que se requieren.

Los estremecedores testimonios de cómo y quiénes asesinaron a Víctor Jara.


 Jacmel Cuevas  26.05.2009
A casi cuatro meses de conmemorarse 36 años de la muerte del destacado folclorista chileno, el tesón de su viuda Joan Turner y de sus hijas, logró que la investigación judicial llegara al punto que se creía imposible: individualizar al grupo de oficiales y conscriptos que perpetraron el asesinato. Las confesiones de los involucrados, entre ellos un conscripto que participó en forma directa en el crimen, permiten conocer las estremecedoras últimas horas de vida de Víctor Jara y la forma en cómo lo mataron en uno de los camarines del subterráneo del Estadio Chile. También la historia nunca antes contada de cómo se rescató su cuerpo desde la Morgue. Junto al artista, fueron acribilladas otras 15 personas, entre los que se encontraba el ex Director de Prisiones, Litre Quiroga. Los detalles del homicidio fueron recabados en la presente investigación de CIPER.

El caos, la incertidumbre y el miedo que reinaron en el país durante los primeros días tras el golpe militar de 1973 parecían, hasta ahora, haberse conjugado de manera perfecta para que el asesinato del destacado folclorista Víctor Jara siguiera siendo un enigma judicial, llevando incluso al juez que instruye el proceso, Juan Eduardo Fuentes, a cerrar el caso a mediados del año pasado, con un solo procesado como responsable del crimen: el comandante (r) César Manríquez Bravo, jefe del improvisado campo de prisioneros que se instaló en el Estadio Chile a partir del 12 de septiembre de ese año.

La decisión del magistrado fue cuestionada por los querellantes del caso, quienes incluso obtuvieron el respaldo del entonces subsecretario del Interior Felipe Harboe, para pedir la reapertura de la investigación, llamado al que se sumaron varios parlamentarios de la Concertación. La urgencia por revocar la decisión de Fuentes fue tal que incluso la autoridad gubernamental se sumó al emplazamiento público que hizo la viuda del artista, Joan Turner, para que cualquiera de las cerca de 6.000 personas que pasaron por el recinto deportivo en esa fecha (entre detenidos y uniformados), que pudiera tener antecedentes del asesinato se acercara a entregarlos, incluso, bajo la más estricta reserva.

Nelson Caucoto, abogado de la familia Jara Turner, relata que se recibieron muchas colaboraciones que podían aportar a esclarecer el homicidio, lo cual le permitió presentar un escrito solicitando más de 90 nuevas diligencias al juez. Y Juan Eduardo Fuentes reabrió el caso. Sin embargo, ninguno de estos datos entregó pistas concretas para llegar a los responsables del crimen, cuyas identidades quedaron bajo el secreto de un grupo reducido de oficiales y conscriptos que estuvieron a cargo de interrogar a los detenidos en los camarines ubicados en los subterráneos del Estadio Chile. Fue la exhaustiva búsqueda de los conscriptos de distintos regimientos que estuvieron después del golpe en el Estadio Chile, la que terminó por dar las pistas de quienes fueron los uniformados que ultimaron con ráfagas de fusil a los cerca de 15 detenidos -entre ellos Víctor Jara- que fueron apartados de los restantes prisioneros al producirse su traslado al Estadio Nacional, entre el 16 y 17 de septiembre de 1973.
 
Las primeras horas del final. Victor JaraEn la madrugada del 11 de septiembre de 1973, personal de varios Regimientos militares ubicados en regiones se trasladaron a Santiago, bajo la excusa de realizar los preparativos de la Parada Militar, para conmemorar el día de las Glorias del Ejército. Así arribaron a Santiago las unidades de La Serena y el Maipo, las que se constituyeron en el Regimiento Tacna. Otros efectivos provenientes de Calama y de la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes – comandada por el coronel Manuel Contreras Sepúlveda, quien a los pocos días iniciaría la organización de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA)- lo hicieron en las dependencias de Arsenales de Guerra.

Cerca de las cinco de la mañana de ese día, las tropas apostadas en esta última repartición fueron informadas del golpe de Estado, bajo la arenga del teniente Pedro Barrientos, quien los emplazó a participar en la toma del territorio capitalino bajo la premisa que en esa misión no habían rangos, que todos eran importantes en ese crucial y patriótico acontecimiento. El episodio ha sido relatado en las declaraciones judiciales de varios conscriptos de los regimientos Maipo y Tejas Verdes que llegaron desde la Quinta Región.

Tras el bombardeo a La Moneda y la muerte de Salvador Allende, cerca de 600 estudiantes y profesores se amotinaron en la Universidad Técnica del Estado (UTE, actual USACH) para resistir la ocupación militar. Sin llegar a producirse enfrentamientos, ya que casi no tenían armas, fue muy poco el tiempo durante el cual pudieron oponerse a la entrada de los uniformados.

Pasadas las dos de la tarde del 12 de septiembre comenzó el desalojo de los académicos y alumnos. Entre escenas de gran violencia y dramatismo fueron detenidos y trasladados al Estadio Chile. En ese grupo se encontraba Víctor Jara Martínez, profesor de esa casa de estudios. El procedimiento fue dirigido por el entonces capitán Marcelo Moren Brito, quien luego se transformaría en uno de los más temidos agentes operativos de la DINA. Al momento de ingresar al Estadio Chile, convertido en campo de prisioneros, a los detenidos se les quitaban sus especies de valor, se les anotaba su nombre y filiación política.

Antes de ello, durante la tarde del 11 de septiembre, después de encargarse del funeral de Salvador Allende, el comandante César Manríquez fue encomendado por el general Arturo Viveros -jefe del Comando de Apoyo Logístico y Administrativo del Ejército (CAE)- para crear el primer recinto de detención que se debía instalar en el Estadio Chile. A la mañana siguiente, Manríquez se constituyó en el recinto. Poco después comenzaron a llegar los miles de detenidos que arribaban en buses de la locomoción colectiva y camiones del Ejército.

Según las propias declaraciones de Manríquez que, hasta ahora, era el único procesado en el caso, lo ocurrido al interior del recinto deportivo –construido sólo cuatro años antes de los hechos- era un escenario “dantesco” debido a la gran cantidad de prisioneros (5.600, según sus cálculos). El ex uniformado asegura que sólo contó con personal de apoyo del CAE para custodiar el recinto, pero que en los subterráneos del edificio se constituyeron oficiales de Inteligencia de las distintas Fuerzas Armadas, cuyas identidades desconocía, ya que no habrían estado bajo su mando.

Esa es la razón con la que justificó haber montado una escena de terror para amedrentar a los detenidos. Colocó dos ametralladoras punto 50 –usadas en la Segunda Guerra Mundial- en los balcones del edificio, las que eran publicitadas por los parlantes como las “sierras de Hitler, capaz de partir a una persona en dos”. En el segundo piso también se instalaron potentes focos de luz, que permanecían encendidos día y noche, provocando que todos los que permanecieron al interior del Estadio perdieran la noción del tiempo.

Los primeros días de encierro fueron caóticos, ya que incluso se reventaron algunos alcantarillados, generando problemas de insalubridad. Tampoco tenían alimentos ni para los soldados ni menos para los prisioneros. La escasez de comida incluso provocó que los mismos militares saquearan negocios aledaños al recinto. Sólo al cuarto día, el 16 de septiembre, se recibieron algunas raciones para los soldados, según declaró el capitán David González Toro, encargado de abastecimiento del recinto.

Victor JaraSe desconoce la hora a la que ese miércoles 12 de septiembre arribaron los miembros de los servicios de Inteligencia de las Fuerzas Armadas. Lo que sí se sabe es que, tras su llegada, comenzaron a interrogar a los detenidos. Todo se anotaba en una ficha previamente confeccionada, donde se consignaba el nombre, la cédula de identidad, domicilio, filiación política, antecedentes de la detención y observaciones. En la parte inferior del documento, se añadía un pronunciamiento del interrogador en el que debía calificarlo como prisionero bajo las siguientes premisas: ley de control de armas, marxista o comunista y sobre la necesidad o no de someterlo a Consejo de Guerra.

Según diversos testigos que han declarado en el caso, previo al traslado al Estadio Nacional hubo muchos hechos de violencia en contra de los prisioneros. Se ha determinado que al menos tres personas habrían perdido la vida en las graderías del recinto. Una persona de contextura pequeña y delgada que muchos confundieron con un niño y que en un acto de desesperación se abalanzó sobre un conscripto, quien reaccionó descargando una ráfaga en su abdomen. Según testimonios, el comandante Manríquez felicitó al soldado por su “heroica labor”. Otro prisionero se lanzó del segundo piso gritando ¡Viva Allende!, mientras que un hombre joven fue muerto a golpes de culata en su cabeza por haberse negado a cumplir órdenes de los militares. A esta cifra se suman otras 15 personas que habrían sido acribilladas junto a Víctor Jara en los subterráneos del Estadio, según la confesión del primer hombre en ser individualizado por la justicia como uno de los autores del asesinato del destacado folclorista.
 
Los hombres de Tejas Verdes. En sus declaraciones, todos los conscriptos que viajaron desde la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes (dirigida entonces por el coronel Manuel Contreras) a Arsenales de Guerra, en Santiago, coinciden en que las tropas venían bajo el mando del capitán Germán Montero Valenzuela, sumando un contingente de aproximadamente un centenar de soldados y una veintena de oficiales.

El 12 de septiembre, al llegar al Estadio Chile, el contingente quedó a cargo del comandante Mario Manríquez. Entre los oficiales que participaron en esta misión, los conscriptos mencionan a los tenientes Nelson Haase y Rodrigo Rodríguez Fuschloger, y a un subteniente que tendrá un papel decisivo en el asesinato de Víctor Jara. La primera confesión que obtuvo el juez Fuentes sobre el crimen fue la del ex conscripto José Alfonso Paredes Márquez (55 años). El entonces joven de 18 años llegó a Santiago durante la madrugada del 11 de septiembre de 1973, proveniente de la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes, donde desde abril de ese año realizaba su servicio militar.

Durante el día en que la vida de los chilenos se partió en dos, su sección fue enviada, al mando del teniente Pedro Barrientos, a custodiar el camino Padre Hurtado. Paredes dice haber sido una suerte de guardaespaldas del teniente Barrientos.

Al mediodía del 12 de septiembre, el contingente se trasladó, primero a Arsenales de Guerra y luego a la Universidad Técnica (actual USACH). Allí, pasadas las dos de la tarde, procedieron a trasladar a los detenidos al Estadio Chile. El mencionado oficial, junto a Paredes, acompañaron a bordo de un jeep la caravana de buses de la locomoción colectiva que trasladaron a los prisioneros. Una vez la misión cumplida, regresaron a Arsenales de Guerra. El 16 de septiembre, cerca de las 18:00 horas, el escuadrón de militares llegó hasta el Estadio Chile, donde se presentaron ante un oficial de rango superior cuya identidad desconoce, quien les ordenó vigilar las casetas de transmisión del recinto. Y en el interior del Estadio, los otros conscriptos comentaban que ahí estaban detenidos el Director de Prisiones, Litre Quiroga; el cantautor Víctor Jara y el Director de Investigaciones, Eduardo “Coco” Paredes. Siempre según la confesión de Paredes, al día siguiente fue enviado al sector del subterráneo. Y permaneció como centinela en la puerta de uno de los camarines destinados a los detenidos. En ese camarín había 5 ó 6 oficiales de otros regimientos, con tenida de combate, cuya identidad desconoce. Los vio escribir en unos papeles los datos que le respondía un detenido al que observó sentado frente a un escritorio. En otro ángulo del camarín, Paredes vio a otros prisioneros mirando hacia la pared.

Unas horas después, llegaron a la habitación el teniente Barrientos y el subteniente que bajo las órdenes de Haase y Rodríguez estaba a cargo de los conscriptos. Traían a un detenido. Fue entonces que dice haber sido llamado, junto al conscripto Francisco Quiroz Quiroz (55 años), y que se les comunicó que el detenido era Víctor Jara. El grupo lo comenzó a insultar por su condición de comunista. Paredes lo miró y lo reconoció. Víctor Jara quedó allí, en ese camarín, custodiado por Quiroz. Más tarde, recordará el principal testigo, el teniente Barrientos lo mandó nuevamente al subterráneo, al mismo camarín. Pero esta vez Paredes no encontró a nadie: ni interrogadores ni detenidos y tampoco a Víctor Jara. Pasaron las horas hasta que Paredes vio nuevamente llegar a los oficiales interrogadores. La orden fue precisa: traer a los detenidos que figuraban en una lista que uno de los oficiales le entregó a un cabo. Y nuevamente el mismo procedimiento: interrogatorio y las anotaciones en cada una de las fichas.

Y llegó la noche. Paredes se encontraba de centinela en el mismo camarín del subterráneo cuando observó el ingresó de unos quince detenidos. Y entre ellos reconoció a Víctor Jara y también a Litre Quiroga. Ambos fueron lanzados contra la pared. Detrás de los prisioneros, Paredes vio llegar al teniente Nelson Haase y al subteniente que también estaba a cargo de los conscriptos. Y fue testigo del minuto preciso en que el mismo subteniente comenzó a jugar a la ruleta rusa con su revólver apoyado en la sien del cantautor. De allí salió el primer tiro mortal que impactó en su cráneo.

El cuerpo de Víctor Jara cayó al suelo de costado. Paredes observó cómo se convulsionaba. Y escuchó al subteniente ordenarle a él y a los otros conscriptos que descargaran ráfagas de fusiles en el cuerpo del artista. La orden se cumplió. Todo lo que ocurrió fue presenciado por Nelson Haase, quien se encontraba sentado detrás del escritorio de interrogación. Según el protocolo de autopsia, el cuerpo del cantautor tenía aproximadamente 44 impactos de bala en su cuerpo. Pocos minutos después, el mismo subteniente que le disparó en la cabeza solicitó el retiro del cuerpo. Llegaron unos enfermeros con camilla, lo levantaron y metieron al interior de una bolsa y luego lo cargaron hasta la parte trasera de un vehículo militar estacionado en el patio del recinto, al costado nororiente.

No fue fácil para José Alfonso Paredes Márquez confesar ante el juez lo que vio y protagonizó. Primero fue renuente a reconocer su real participación en los hechos. Y finalmente se quebró, empezó su relato y ya no paró. Este obrero de la construcción que fabrica casas en la zona del litoral central, reveló haber guardado el secreto durante casi 36 años, sin siquiera habérselo contado a su mujer. También hizo una aclaración ante el juez: durante los días posteriores al golpe, y como trabajaban casi 24 horas al día, la oficialidad les entregaba estimulantes para evitar el sueño y el hambre, por lo cual su relato podía no ser exacto en las fechas. Lo que Paredes y otros conscriptos sí recordaron fue lo que pasó luego que el cuerpo de Víctor Jara desapareció del camarín. Los otros 14 detenidos que venían con el cantautor y director teatral fueron acribillados con fusiles percutados por los propios conscriptos y oficiales presentes. Entre las víctimas cayó asesinado Litre Quiroga. Sus cuerpos también fueron cargados en el mismo vehículo. Poco después y al amparo de la noche, todos ellos fueron abandonados en la vía pública.
 
El último vía crucis de Víctor Jara. Victor JaraDurante la reconstitución de los hechos, los testigos pudieron recrear el miedo y el caos reinante en el Estadio Chile, clima al que tampoco escapaban. Escenas que enlazadas permiten reconstruir en forma difusa las últimas horas de vida de Víctor Jara y en las que aparecen nuevamente personajes ya conocidos. Durante sus cuatro días de cautiverio, Jara fue reconocido por un oficial de Ejército que se hacía llamar “El Príncipe”. Otros testigos señalan que ese reconocimiento lo hizo un militar que no coincide con las características del mítico personaje del Estado Chile (ver recuadro), quien fue descrito como de una estura superior a 1.80 metros, rubio, de tez blanca, cara redondeada y de contextura atlética.

En lo que sí coinciden los testimonios de los prisioneros es en que Víctor Jara fue interrogado al menos dos veces en los camarines del recinto, ubicados en la zona nororiente del subterráneo. Allí fue sometido a diversas torturas, entre ellas la fractura de sus manos a golpes de culata.

Tras la segunda de esas sesiones, Víctor Jara logró acercarse a personas que habían sido detenidas en la UTE, quienes lo limpiaron y trataron de cambiar su aspecto cubriéndolo con una chaqueta azul y cortándole su pelo negro rizado con un cortaúñas. Los últimos detenidos que lo vieron con vida han dicho que estaba muy golpeado, con la cara hinchada y sus manos fracturadas. Muchos coinciden en que durante el traslado al Estadio Nacional, que duró muchas horas, su cuerpo sin vida fue visto en el hall del recinto, junto a otros cadáveres.

Se estima que el cuerpo de Víctor Jara fue encontrado el 17 de septiembre en las afueras del Cementerio Metropolitano, por funcionarios de la Primera Comisaría de Carabineros de Renca, quienes lo trasladaron como N.N. al Instituto Médico Legal.
 
Un funeral sin flores y en silencio. En los últimos meses de la investigación se han rescatado reveladores testimonios inéditos que ayudan a entender por qué, a diferencia de los otros prisioneros asesinados en el Estadio Chile, el cuerpo de Víctor Jara fue encontrado por su familia y pudo ser enterrado de manera clandestina en el Cementerio General.

Después de guardar silencio durante 35 años, Héctor Herrera Olguín, ex funcionario del Registro Civil y quien actualmente reside en Francia, relató ante el ministro Juan Eduardo Fuentes lo que vivió en esos días. Herrera explicó que el 15 de septiembre de 1973, el oficial designado como director interino del Registro Civil lo envió en comisión de servicio al Instituto Médico Legal (IML), lugar en donde se le ordenó medir, tomar las características físicas y las huellas de los cuerpos apostados en el estacionamiento del recinto.

Herrera calcula que había unos 300 muertos apostados en ese lugar, entre los cuales vio niños y mujeres. Unos veinticinco estaban rapados. Todos eran jóvenes. Le dijeron que correspondían a extranjeros. Durante todo el día Herrera vio llegar camiones del Ejército con más cuerpos. Y cada vez los mismos movimientos: los conscriptos los tiraban al suelo al interior del estacionamiento y luego, con algo más de delicadeza, funcionarios del IML los recogían y los apilaban en distintas partes de ese sector.

La investigación deberá determinar la fecha exacta en que fue asesinado Víctor Jara. Pero lo cierto es que el ex funcionario del Registro Civil recordó ante el juez que el 16 de septiembre, alrededor de las 9.00 horas, una persona a la que identifica como “Kiko”, oriundo de Chiloé, le señaló que entre los cuerpos apilados parecía estar el de Víctor Jara. Y con sigilo lo llevó frente al cuerpo. Al principio Héctor Herrera dudó que se tratara del mismo famoso cantautor. Estaba muy sucio, con tierra en las heridas, el cabello apelmazado entre tierra y sangre. A simple vista se le notaban heridas profundas en ambas manos y en la cara. Y tenía sus ojos abiertos, pero con una mirada tranquila. En una de sus muñecas vio un alambre con un pedazo de cartón donde estaba anotado “Octava Comisaría”.

Para salir de la duda, Héctor Herrera a escondidas anotó su número de ficha, sus características físicas y sus huellas dactilares. Para ello tuvo que abrir sus manos. No fue fácil: las tenía empuñadas, muy rígidas. Lo hizo con la ayuda de “Kiko”, comprometiéndose ambos a no decirle a nadie lo ocurrido. Terminada la misión, dejaron el cuerpo en el mismo lugar.

A primera hora del día siguiente, Herrera se fue directo a la sección dactiloscópica del Registro Civil, en calle General Mackenna. Allí y en la más completa reserva, le pidió a la funcionaria Gelda Leyton, que le buscase la ficha de Víctor Jara. A eso del mediodía, ambos comprobaron que efectivamente habían asesinado a Víctor Jara. Volvió a revisar los registros del cantautor. Y se percató que era casado. Anotó los datos de su esposa, Joan Turner Robert, y su dirección. Ya había amanecido cuando el 18 de septiembre, en la casa de Víctor Jara, en calle Plazencia, en Las Condes, Joan Turner escuchó que alguien llamaba a su puerta. Salió a mirar desde una ventana del segundo piso. Un hombre al que no conocía le dijo que necesitaba hablar con Joan Turner. Ella bajó y se acercó a la reja de la casa. Herrera recuerda haberla visto muy nerviosa. Se identificó como funcionario del Registro Civil y le relató lo que había vivido.

Poco después ambos partieron de la casa en la renoleta de Joan Turner en dirección al IML. Entraron juntos. Pero no encontraron el cuerpo de Víctor Jara en el lugar donde Herrera recordaba muy bien haberlo dejado la tarde anterior. Se inició la búsqueda. Y llegaron al segundo piso del edificio, sitio a donde habían llevado los cadáveres que estaban para las llamadas “autopsias económicas”. En el lugar Nº 20 estaba el folclorista. El cuerpo fue abrazado por su esposa, quien lloró en silencio tratando de no despertar sospechas. Estaba muy consciente de que no tenía autorización alguna para estar ahí.

El trámite del certificado de defunción lo realizaron en el primer piso. Para poder sacar el cuerpo en día feriado, Herrera invocó su calidad de funcionario del Registro Civil. Al ser consultado en la ventanilla por la causa de muerte y fecha de la misma, requisito indispensable para llenar el documento de defunción, Herrera sólo atino a decir que falleció por herida de bala el 14 de septiembre a las 5:00 horas. Fue el apresurado cálculo que logró hacer en esos pocos minutos al recordar que el cuerpo de Víctor Jara habría llegado al IML antes que él lo descubriera. La hora la sacó de un poema que le vino a la memoria sobre fusilados.

Como el cuerpo debía ser sacado en una urna y la esposa de Víctor no tenía dinero para comprarla, Héctor Herrera se contactó con su amigo Héctor Ibaceta Espinoza, a quien le pidió ayuda. Juntos fueron hasta calle Agustinas, en el centro de Santiago, a buscar el dinero. Pero Ibaceta decidió acompañarlos. Alrededor del mediodía de ese 18 de septiembre, llegaron con el ataúd al IML. Sólo los dos hombres ingresaron a buscar el cuerpo de Víctor Jara. Su cadáver desnudo fue trasladado en una camilla metálica con su ropa doblada a los pies. Recogieron el cuerpo y lo pusieron dentro de la urna. La ropa fue depositada a sus pies. Lo cubrieron con un poncho nortino que traían y encima la mortaja. Cerraron la urna. El ataúd lo ubicaron en una sala que se utilizaba como velatorio.

-Nos prendieron unas cuatro ampolletas e hicimos entrar a Joan para que se quedara a solas con él, para que se despidiera de su marido. Estuvo alrededor de una hora –recordó el ex funcionario del Registro Civil. Herrera agregó: “Posteriormente, concurrí al Cementerio General, ubicado al frente, para solicitar un carrito para trasladar el cuerpo, ya que era muy caro hacerlo en una carroza. Una señorita me indicó que no se podía hacer eso, pero al ver el nombre del occiso me dijo que para él sí se podía. Volví al IML en compañía de un funcionario del Cementerio. Entre los cuatro colocamos el ataúd en el carro y lo trasladamos al campo santo, enterrando a Víctor Jara en un modesto nicho al final del recinto donde se encuentra hasta hoy. Fue enterrado sin flores y con la sola presencia de nosotros tres”.

Héctor Herrera siguió trabajando en el Registro Civil hasta 1975. Desde 1969 y hasta el día en que se fue se desempeñó en el departamento de Carné de Identidad. Debió abandonar el país como miles de otros chilenos llevando consigo un secreto que Joan Turner también guardó para protegerlo y que hoy le pertenece a todos los chilenos que podrán cantar con nuevas esperanzas “Levántate y mírate las manos. Para crecer, estréchala a tu hermano”.
El oficial al que llamaban “Príncipe” Nelson HaaseCasi como mito urbano, la figura de un despiadado oficial de Ejército, de contextura atlética, estatura superior a 1.80 metros, ojos claros y pelo rubio, quien habría vociferado entre los detenidos que no necesitaba micrófono para hablar porque tenía “voz de príncipe”, ha sido adjudicada a por lo menos dos ex militares que habrían estado entre los uniformados que custodiaron el Estadio Chile.

Varios de los detenidos han declarado que este fue el uniformado que más se ensañó con Víctor Jara, siendo uno de los primeros que apartó desde el grupo de detenidos de la UTE. Algunos de los testimonios apuntaron al ex agente de la DINA Miguel Krassnof Martchenko como el que actuó en contra del cantautor. Sin embargo, otros lo niegan rotundamente, ya que señalan que es más bajo de estatura (1.70 metros aproximadamente) y que su color de pelo es más oscuro que el militar que se ha tratado de identificar.

Con el correr de los años, surgió otra identidad que podía corresponder a “El Príncipe”, la del ex teniente Edwin Dimter Bianchi, quien fue uno de los militares detenidos por la sublevación del Regimiento Tacna en junio de 1973, movimiento golpista que fue desarticulado, dando origen al llamado “Tanquetazo”. En ese episodio Dimter ingresó con un tanque hasta el Ministerio de Defensa.

Efectivamente, Dimter coincide con las características del Príncipe, pero varios de los testigos que estuvieron detenidos en el Estadio Chile también han descartado que se trate de la misma persona.

Lo importante es que fue el propio Dimter, con su primera declaración judicial de 2006, quien dio luces sobre otros oficiales que también podrían corresponder a la identidad de “El Príncipe”. El ex uniformado, quien fue expulsado del Ejército en 1976 por diversos actos de indisciplina, reconoce haber custodiado a los prisioneros de ese recinto, pero asegura no haber tenido relación con las golpizas y el asesinato de Víctor Jara.

Acto seguido, señala que él no era el único oficial con esas características, y que al menos habían otros dos que podían coincidir con las señas de “El Príncipe”: los entonces tenientes Rodrigo Rodríguez Fuschloger y Nelson Edgardo Haase Mazzei, ambos de la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes. Este último oficial (R) fue mencionado en la declaración del primer conscripto confeso de participar en el crimen.

Aunque Haase, al ser interrogado en el caso, negó rotundamente haber estado en el Estadio Chile, declaraciones de otros oficiales presentes en el recinto respaldan la versión de Dimter.

Haase fue uno de los hombres de confianza del ex jefe de la DINA, Manuel Contreras, y fue jefe del recinto de detención clandestino ubicado en calle Bilbao, conocido como “Cuartel Bilbao”. Diversos testimonios y documentos, entre ellos el entregado por la agente de la DINA Luz Arce, indican que el inmueble –habilitado desde 1976- tenía como fachada un aviso luminoso que decía “Implacate”.

El historial del teniente también lo registra como miembro de la Sociedad Pedro Diet Lobos, pantalla comercial de la DINA para encubrir actividades tanto en Chile como afuera del país. A lo largo de los años, quienes sobrevivieron lo han descrito como arrogante, prepotente y despiadado; de hecho se llegó a decir que se enorgullecía de llevar permanentemente en su automóvil una picota para usarla en los allanamientos.

Las pocas veces que Haase salió de su anonimato en los últimos años fue cuando –junto a otros ex uniformados- manifestó públicamente su total respaldo a la sublevación del general (r) Raúl Iturriaga Newman, quien intentó evadir la primera condena de cárcel efectiva en su contra, por el crimen del militante del MIR Dagoberto San Martín Vergara, según consta en la página del “Movimiento 10 de septiembre”.

Equipo "Envasas Exportables": Guillermo Garin, Juan Lucar, Richard Quaas y Nelson Haase (Izquierda a derecha)Tras retirarse del Ejército, el ex uniformado formó en 1994 una empresa de cajas de madera para vinos de exportación, llamada Envases Haase o Envases Exportables. Desde entonces es proveedor de varias de las empresas del rubro, lo que le ha permitido codearse con ese ambiente. De hecho, el 2007 participó en el Quinto Campeonato de Golf “Copa Viñas de Chile”, en el Club de Golf Los Leones, a beneficio de la Fundación Escúchame. En el website de esta última aparece una foto del equipo de “Envases Exportables”, en la que Nelson Haase figura junto al ex vicecomandante en jefe del Ejército, general (r) Guillermo Garin, el brigadier general (r) Juan Lucar y el ex jefe del Estado Mayor del Ejército, general (r) Richard Quaas.

La esposa de Haase, María Isabel Blaña Lüttecke, recibió del Ministerio de Agricultura $ 5.595.466 en febrero y abril de este año, en virtud de un “Programa Sistema de Incentivos para la Recuperación de Suelos Degradados”, según consta en la información de transparencia activa de esa cartera.

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