Cuba perfora un agujero en el bloqueo. Por: Tim Anderson
El cambio dramático en las relaciones cubano-estadounidenses ha causado alegría tanto en Cuba como entre aquellos de nosotros que respaldaron la isla independiente durante décadas, pero dio lugar a confusión en otros. He visto a escritores, aparentemente simpatizantes de la Revolución cubana, alegando que Raúl Castro ha “traicionado” la Revolución, o que una avalancha de capital de Estados Unidos está a punto de llegar y hacerse cargo de la isla. Tales declaraciones son alarmistas y engañosas. Echemos un vistazo más sobrio y mejor informado de lo que está pasando y por qué está sucediendo.
El bloqueo económico estadounidense contra Cuba, en vigor desde principios de 1960, fue parte de una estrategia de Estados Unidos para aislar a la Cuba revolucionaria, incitar a la desesperación y a llevar al país al borde del desastre. Aunque el plan fracasó, causó enormes daños a la economía cubana, sobre todo por el endurecimiento del bloqueo bajo dos leyes estadounidenses de la década de 1990, que imponen sanciones a terceros partidos.
Este mismo mes se supo que se impone una multa de mil millones de dólares al Commerzbank alemán por llevar a cabo transacciones con Cuba, Irán y algunos otros países sujetos a sanciones estadounidenses unilaterales. Todo esto ha hecho daño a Cuba. Se afirma que el bloqueo ha causado a Cuba más de un trillón de dólares en daños.
La Revolución Cubana nunca rompió relaciones diplomáticas y comerciales con los EE.UU, fue al revés. Después de la fallida invasión de Bahía Cochinos en 1961, y de que Cuba nacionalizó todas las corporaciones de los Estados Unidos, la propuesta de compensación de Cuba fue el pago a largo plazo con los ingresos procedentes de las ventas de azúcar a los EE.UU.
Los EE.UU. rechazaron esto opción e impusieron, en su lugar, un bloqueo económico (Washington llama a esto un “embargo”), cerrando como resultado todas las refinerías vinculados a los Estados Unidos y obligando a Cuba a buscar un acuerdo de ‘azúcar por petróleo’ con la Unión Soviética. Treinta años más tarde, cuando la Unión Soviética se derrumbó, Cuba se vio obligada a revisar su economía, abrirse al turismo, construir una industria de servicios médicos, y a proporcionar todo el apoyo necesario a la infraestructura y la industria a través de una ley de inversión extranjera (1995), que promovía, principalmente, la formación de empresas mixtas. Se han realizado algunas revisiones a esta ley, en virtud de las recientes reformas económicas, pero ninguna motivada por el establecimiento de relaciones con los EE.UU.
Las personas preocupadas por Cuba deben entender este punto: en la reapertura de las relaciones con Washington, debe afirmarse con precisión que Cuba no ha hecho ninguna concesión en términos de su propia política social y económica. El único ‘quid pro quo’ hasta ahora ha sido la liberación simultanea de dos espías estadounidenses presos en Cuba (Alan Gross y otra persona no identificada) y la de los tres restantes de los Cinco Héroes nacionales de Cuba, que fueron encarcelados en 1998 en Estados Unidos por tratar de detener los ataques terroristas a la isla originados en Miami. Los cubanos están muy contentos de que todos los Cinco estén en casa. El reciente avance en las relaciones está todavía por pasar un proceso más largo en los EE.UU, y veremos mucho calentamiento y ruido político, porque una parte importante de las sanciones y la congelación de las relaciones con Cuba están ya incorporadas en las leyes. Obama ha anunciado que tiene propuestas de modificaciones listas para someter al Congreso.
Pero los medios de comunicación de Estados Unidos serán fuentes de información muy deficientes acerca de las razones de estos cambios. Dirán, tal y como hicieron durante una “primavera cubana” semejante en la década de 1970, que el “embargo” ha fracasado, pero vamos a cambiar a Cuba con nuestro comercio, nuestra democracia y nuestra libertad. Cualquier persona que crea que esto debe volver a ‘Política 101’.
¿Por qué, entonces, los EE.UU. accedieron a la demanda de normalización, sin condiciones, de Cuba, especialmente cuando Washington se propone aplicar actualmente medidas agresivas contra Venezuela, Siria y Rusia?
La respuesta está en los poderosos procesos de unificación en camino en América Latina y el Caribe. El difunto Hugo Chávez, junto a su “padre político” Fidel Castro, sabía que las naciones de América Latina tenían que unirse para ser capaces de hacer frente a una gran potencia. Es por eso que Chávez inició el ALBA -con Fidel-, UNASUR y la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), esta última en representación de todos los pueblos de las Américas (600 millones), exceptuando a los EE.UU. y Canadá (330 millones).
El año pasado Cuba tuvo la Presidencia de la CELAC, lo que causó alarma en Washington. Mientras Cuba fue aislada en la década de 1960, ahora son los EE.UU. los aislados. El Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), murió hace tiempo, aunque los proyectos neoliberales permanecen. Los conflictos respaldados por Estados Unidos en América Latina se están resolviendo por UNASUR. Mientras tanto, ya la CELAC negocia directamente con los europeos. La Organización de Estados Americanos (OEA), dominada por Washington, fue y esta marginada.
Poderosos Lobbies de los Estados Unidos se han preocupado por este problema en los últimos años, principalmente debido al temor de ser aislados en las Américas y apartados de nuevos mercados y áreas de inversión. The New York Times, claramente con el respaldo de grupos inversionistas, publicó una serie de artículos entre octubre y diciembre, instando a poner fin a la “embargo”. Tal vez lo más revelador fue la carta en mayo de un grupo de figuras del “establishment” de Washington, incluyendo a John Negroponte, ex organizador de los escuadrones de la muerte. Ellos redactaron sus argumentos sobre la base de la retórica habitual de “libertad y sociedad civil”, y de oportunidades para que los EE.UU. cambien a Cuba, pero es importante que añadieron su temor de que: “los EE.UU. se encuentran cada vez más aislados internacionalmente en su política hacia Cuba”.
El principal motor del cambio, entonces, ha sido la resistencia cubana, junto con la unidad latinoamericana. El bloqueo económico de Estados Unidos fue rechazado con éxito por las mociones cubanas en las Naciones Unidas durante más de 20 años, año tras año. En los últimos años los EE.UU. sólo ha contado con el apoyo de Israel y una o dos pequeñas y dependientes Islas del Pacífico. Desde la década de 1990, las abstenciones casi han desaparecido, dando a Cuba el apoyo de 188 a 189 países cada año. Digo esto para demostrar que Cuba ha querido “normalizar” consistentemente sus relaciones con una potencia que considera una gran amenaza imperial pero, a la vez, un vecino con el que tiene que convivir.
Fidel Castro y Raúl Castro han dicho lo mismo durante décadas: Cuba quiere relaciones con los EE.UU., pero en condiciones de igualdad, con respeto a la independencia y sin ningún tipo de presión o chantaje. Han sido los EE.UU. los que siempre han tratado de imponer condiciones, por ejemplo, exigiendo que Cuba saliera de África en la década de 1980; o que Cuba cambiara su sistema político y económico; o que Fidel renunciara; o que Cuba liberara a agentes estadounidenses encarcelados. Al final los EE.UU. renunciaron a su política fallida, virtualmente sin condiciones.
Algunos comentaristas, utilizando fuentes noticiosas de los EEUU, han afirmado que Cuba depende principalmente de las remesas de los Estados Unidos o que no hay inversiones extranjeras en Cuba. Ambas declaraciones son completamente falsas. Mientras que las remesas son importantes para muchas familias, las dos fuentes principales de ingresos de Cuba en las dos décadas pasadas han sido los servicios médicos y el turismo. Desde mediados de la década del 90 ha habido varios grandes inversionistas en Cuba: Venezuela, China, Brasil y España. Si alguien quiere entender algo de Cuba deben descartar las fuentes de noticas de los Estados Unidos. En su lugar deben probar leyendo Cubadebate o viendo Telesur.
Ante el avance actual en las relaciones, el NYT resumió muy bien: “Castro dice gracias a los Estados Unidos pero reafirma el comunismo”. Tal vez debe darse un poco más de respeto a la resistencia y los logros modestos de los pequeños pueblos, en lugar de imaginar que la lógica del imperio siempre prevalece. La historia de Cuba debe haber dado motivos para reflexionar sobre eso.
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