Santiago Nattino era publicista, pero antes, era artista. Se especializaba en el dibujo y así apoyaba campañas como la de Allende y la del Banco del Estado. El pato que hoy vemos en la tele, fue originalmente su creación. Fue secuestrado el 28 de marzo por su militancia en el Partido Comunista y porque la imprenta de la AGECH (Asociación Gremial de Educadores de Chile), estaba su nombre. Los agentes de la Dirección de Comunicaciones de Carabineros, asumieron que ahí se imprimiría el reportaje que develaba las torturas y vejaciones sufridas por Manuel Guerrero en 1976. Tenía 63 años, una esposa y dos hijos cuando apareció asesinado dos días después. Su hija Patricia recuerda la vida y obra de su padre a 30 años del Caso Degollados. The Clinic.cl
jueves, 31 de marzo de 2016
miércoles, 30 de marzo de 2016
GATO ANDINO: El felino más elusivo del mundo reaparece en Chile
Considerado una de las especies menos conocidas, el gato andino es el más amenazado de los felinos en América. Científicos de Argentina, Bolivia, Perú y Chile trabajan en conjunto para intentar salvar a esta enigmática especie. Evelyn Pfeiffer www.florayfauna.cl
LOS GATOS monteses eran considerados por los pueblos altiplánicos como animales sagrados. Uno de ellos, el gato andino (Leopardus jacobita), es codiciado por comunidades indígenas hasta hoy para usar su piel en ceremonias en las que se pide por la fertilidad del ganado o donde se da inicio a la época de siembra o cosecha. Los lugareños lo conocen como “titi”, “titimisi” o “titiphisi” en zonas de habla aymara y como “oskhollo” en zonas de habla quechua. Pero ¿quién es este felino tan importante para estas culturas desde hace siglos y casi anónimo para el resto de los chilenos?
El gato andino se encuentra en las regiones altas de la Cordillera de los Andes de Argentina, Bolivia, Chile y Perú, entre los 3 mil y 4.400 metros de altura. Sin base científica alguna, se calculaba su población en unos dos mil ejemplares, pero lo cierto es que aún nadie puede dar una cifra concreta. “Aventurar un número de ejemplares es imposible. Todavía no se han hecho estimaciones de densidades de individuos y cada año encontramos nuevos registros en sectores donde no se sabía que existían. Los primeros estudios que estamos realizando de ámbitos de hogar podrán ayudar a responder preguntas como esta”, cuenta Nicolás Lagos, representante en Chile de la Alianza Gato Andino (AGA).
Pese a que el naturalista alemán Rodulfo Philippi lo describió en los cerros de La Dehesa en 1891, hoy este felino está desterrado en una zona del altiplano, lo que da cuenta, según los expertos, de cómo su número ha ido a la baja. ¿Por qué disminuyó la población? Hay varias teorías. Una de ellas es que su distribución está naturalmente fragmentada, debido principalmente a las características de su hábitat: montañas, grandes extensiones de salares, bofedales, etc. Otra razón es la escasez de alimento. “Es probable que la chinchilla haya sido un componente importante de su dieta y que la caza indiscriminada de estos roedores por su piel, que causó extinciones locales, sea uno de los factores que han provocado la disminución de las poblaciones”, dice Agustín Iriarte, experto en felinos y gerente de Flora & Fauna Chile Limitada (www.florayfauna.cl). Si a eso se le suma el acecho de los seres humanos y la competencia con el gato de las Pampas (Leopardus colocolo), virtualmente se ha acorralado a este felino en las cimas más altas.
Lo que se está haciendo
Recién en 1998 comenzaron los primeros estudios y acciones para conservar este felino. En 2005, biólogos dedicados a la conservación y educadores de Argentina, Bolivia, Perú y Chile crearon la Alianza Gato Andino (AGA) para estudiar a este pequeño animal: cuál es su densidad poblacional, su distribución, qué come y cómo interactúa con otras especies. Con estos datos se podría saber por qué está desapareciendo y realizar acciones concretas para su conservación.
Lo primero que se hizo fue crear un plan estratégico de trabajo (el primero que se realiza para felinos en Sudamérica) para priorizar las acciones de investigación y conservación en los cuatro países. Comenzaron identificando cráneos, pieles y animales embalsamados que había en casas de distintas comunidades. En paralelo estudiaron las pocas señales que había en terreno, como huellas, heces y pieles, para realizar un estudio de genética poblacional y contar con un mapa fidedigno de la distribución de la especie.
Actualmente, se trabaja con trampas-cámaras para estimar la abundancia de ejemplares y la densidad de la población. En 2007 apenas había cuatro fotos de estos animales y gracias a cámaras que funcionan con sensores de movimiento, comenzaron a aparecer cientos de imágenes que están confirmando la presencia de animales en diferentes sectores donde no existían registros. Un ejemplo fue en octubre de 2012, cuando las trampas-cámaras dieron pruebas de ejemplares en la Región de Tarapacá, en los Parques Nacionales Salar de Huasco y Volcán Isluga, donde no se tenía evidencia de su presencia.
Otro método usado son los radio collares. La gran dificultad para utilizarlos es que primero se debe capturar el animal, tarea nada fácil considerando la geografía y clima de su hábitat y la escasa presencia del animal. Para capturarlos se instalan trampas con cebos de comida y olfativos y comienza la larga espera. Si el gato entra a la jaula se activa un sensor y empieza el operativo para ir en su búsqueda.
Después de cientos de fracasos, el éxito llegó en 2004 con la primera captura de un ejemplar y puesta de radio collar en el suroeste de Bolivia. Lamentablemente el animal murió a los pocos meses. El año pasado se logró capturar un segundo ejemplar en Argentina, que hasta la fecha se sigue monitoreando. ¿Su nombre? Vichacha, una hembra que incluso se ha dejado fotografiar con su collar por las trampas-cámaras. Un paso importante para empezar a determinar los patrones de actividad (por ejemplo, si es activo de día o noche) y el movimiento y uso del espacio/hábitat (cómo y dónde se desplazan).
Junto a las investigaciones, se está haciendo un fuerte énfasis en el área educación, con campañas en colegios y capacitación en las comunidades locales. La idea es terminar con las prácticas de su uso en rituales indígenas y que este felino se empiece a ver como un actor importante dentro del ecosistema y no como un amuleto.
domingo, 27 de marzo de 2016
La delgada línea blanca. Edgardo Bathich.
Publicado por Ediciones B, de Buenos Aires, este libro de Rodrigo de Castro y Juan Gasparini desmonta, pieza por pieza, la delicada y muy bien aceitada maquinaria de influencias, mujeres y corrupciones varias que liga ciertos negocios –estupefacientes, armas, chatarra– con las alturas del poder durante los útimos años en la Argentina y Chile. Una figura contribuye a unir la amalgama: Monzer Al Kassar, flamante ciudadano argentino por adopción después de un trámite que prolongó apenas unos minutos, traficante de armas y amigo de los muy, muy poderosos. Presentamos – gracias al sevicio de Novedades de la casa editora– el capítulo 2 de la investigación cuyo título encabeza esta nota. ENLACE
Capítulo 2: Por años Edgardo Bathich se consideró un intocable. Y no se equivocó. Detectives de la Policía de Investigaciones de Chile aún lo recuerdan1 cuando llegó detenido a la Brigada de Narcóticos en la segunda mitad de los ochenta. Quienes lo detuvieron a la salida de una discoteca en posesión de algunos gramos de cocaína jamás sospecharon el lío en que se estaban metiendo. No se podía decir que Bathich estuviese preocupado. Por el contrario: mientras lo llevaban en el patrullero a la central antinarcóticos, les pareció que se divertía. No había entrado a declarar y ya contaba los minutos que le faltaban para salir. Apenas estuvo media hora bajo la custodia de los agentes policiales. Una llamada de la dirección general de Investigaciones bastó para que lo liberaran. Marco Antonio y Edgardo Bathich eran amigos desde fines de los setenta. Se habían conocido en las noches de desenfreno viñamarino y dejaron de verse cuando el primero viajó a los Estados Unidos. Bathich había tenido negocios con Arturo Pinochet. Juntos compraron chatarra a la División de Chuquicamata de CODELCO, la compañía estatal que monopoliza la producción y comercialización del cobre. Cuando el hijo de Pinochet regresó a Santiago convergieron, como empresarios, en variados negocios..2
La empresa Bathich Motoren Ltda3 se dedicaba a la importación y venta de motores usados diesel de alta cilindrada. Miles de autobuses y camiones que circulan por Santiago haciendo su aire irrespirable tienen su sello. "Edgardo era callado, humilde, incapaz de matar una mosca", así lo recuerdan sus viejos amigos, cuando llegó a Santiago en los primeros años setenta, durante el gobierno de Allende. Había nacido en 1953 y venía de una localidad rural ubicada a unos 140 kilómetros al sur de Santiago, llamada San Vicente de Tagua-Tagua ( mi abuelo materno era el Director del Hospital alli) . En ese pueblo de la provincia de Colchagua se radicó su padre Mohamed Bathich luego de emigrar de Siria en 1929. Instaló un pequeño almacén. En los años cuarenta se casó con una chilena y comenzó a amasar una considerable fortuna. En la década del sesenta era dueño de una flota de camiones y varias propiedades agrícolas, algunas de las cuales le fueron expropiadas por la Reforma Agraria durante el gobierno demócrata cristiano de Frei Montalva que precedió a la Unidad Popular. Además construyó un complejo de casas en San Vicente de Tagua Tagua, la Villa o Población Bathich. En 1971 se trasladó con su familia a la capital.
Compró una barraca en el Paradero 17 de la Gran Avenida. Con sus hijos, Antonio y Edgardo, formó una empresa constructora. Circulan diversas conjeturas para explicar la vertiginosa escalada social de Bathich hijo. Todas concuerdan en que el joven de origen sirio, gracias quizás a un defecto de pronunciación que le daría un aire algo torpe e indefenso es, sobre todas las cosas, un gran seductor. Pertenecería a esa especial categoría de personas que logran instaurar de inmediato una relación de intimidad con todos aquellos que le interesan. Entre ellos, los Pinochet. Edgardo Bathich siempre se rodeó de hermosas mujeres, muchas de ellas modelos de agencias de su propiedad. No le fue difícil transformarse en parte del decorado de las discotecas y clubes nocturnos de la "gente bien" de Santiago y Viña del Mar. Desde los años setenta se rodeó de personajes que se turnaban en los roles de fiel amigo, guardaespaldas, secretario u hombre para todo encargo. Uno de ellos era el oficial del Ejército Aquiles González,4 colchagüino y amigo de infancia. "Zuco", como lo conocían los amigos, estuvo siempre estrechamente vinculado con los oficiales de la DINA de Contreras y más tarde con la CNI. Cada vez que González estaba con licencia se alojaba con Bathich en Santiago o ambos viajaban a Viña para hospedarse en casa de amigos.
Pero las huellas del poder acumulado por Bathich padre primero, y su hijo después, no sólo se encontraban en el Chile de Pinochet. Mohamed, además de ser un hombre rico, tenía familiares influyentes en Siria y en Argentina. Entre su vasta y abigarrada red de familiares se vinculará5 con otro Mohamed: el apellido de éste era Al Kassar. Ambos Mohamed provenían de Yabrud, un pueblo ubicado al este de la cordillera del Antilíbano y a unos 30 kilómetros al oeste de Damasco. Su irrelevancia económica y demográfica no guardan relación con los efectos internacionales que llegaron a provocar algunos de sus hombres y mujeres. Mohamed Al Kassar fue embajador de Siria en Polonia, Bulgaria, Canadá e India. Su posición se vio notablemente fortalecida cuando la familia Al Hassad se instaló en el poder en 1971. Pertenecían a la misma minoría religiosa, la alahuita, y al mismo partido, el Baas. Pero era sobre todo en las redes del narcotráfico sirio y libanés donde se asentaban las bases del poder económico y político de Mohamed Al Kassar.6
A partir de los primeros años setenta Mohamed Al Kassar y sus dos hijos mayores, Ghassan y Monzer, viajaron frecuentemente a Sudamérica. Vinculados desde muy jóvenes al narcotráfico,7 a los grupos extremistas palestinos y a la inteligencia siria, los dos jóvenes Al Kassar se pasearon por el mundo con documentación falsa o con pasaportes oficiales sirios usando otros nombres.
De las cosas que hizo y deshizo Al Kassar en Argentina y en el mundo los lectores se informarán en la segunda parte de este libro. Respecto a Chile, no se descarta que al menos uno de los hijos de Mohamed haya cruzado la cordillera para visitar al viejo vecino de Yabrud y establecer relaciones con la DINA.8 No está de más recordar en ese sentido que la inteligencia siria mantenía buenas relaciones con los aparatos de seguridad de Pinochet.
Volviendo a los Bathich de Chile, es por otra parte probable que se hayan mantenido siempre en contacto con sus parientes en Siria o con Mohamed Al Kassar, cuando este permaneció por largos períodos en la provincia argentina de Mendoza como parte de su estrategia de "nacionalización" que –como veremos más adelante– incluía a otros "notables" de frondoso prontuario. Y si así no ocurrió, esas relaciones se establecieron cuando el viejo Bathich, su esposa María Villarroel y el hijo menor, Yamal Edgardo, viajaron en 1979 a Damasco y Yabrud.9 Fue durante ese viaje que los parientes sirios, conocedores del negocio de transportes en Europa, convencieron a Bathich padre de la conveniencia de importar a Chile camiones usados desde Alemania.10
De regreso de ese viaje a Siria, Mohamed y sus hijos montaron una empresa importadora de repuestos, motores y camiones usados.11 Edgardo viajó a diversas capitales europeas donde estableció una red para la compra de partes y piezas de camiones usados gracias a la ayuda de sus parientes. Al mismo tiempo se metieron en Santiago en el negocio de la compra y venta de chatarra industrial. En 1981, tras la muerte del padre, Edgardo se puso al frente de la empresa e importó varias partidas de camiones dados de baja por el Ejercito alemán. Luego se especializó en la compra, siempre en Alemania, de motores diesel usados, sobre todo Mercedes Benz. Los compraba al 10/20 por ciento de su precio de mercado en Chile. Por lo general los embarcaba en Hamburgo para luego traerlos a su país desde Brasil o Argentina. El negocio era redondo.12
Y fue así que, en 1986, Edgardo, todo un potentado en ciernes, volvió a cruzarse con Marco Antonio Pinochet Hiriat . A este último se lo veía en las oficinas de la empresa Bathich Motoren Ltda., la antecesora de Chile Motores SA, en la Avenida Américo Vespucio 01313. Marco Antonio, por ejemplo, era el representante en Chile de la línea de lanchas de alta velocidad Chaparral, construidas en EE.UU. Las lanchas Chaparral se comercializaban en Chile a través de Bathich Motoren .
El abogado Héctor Novoa Vázquez ( hermano del actual presidente del partido derechista UDI) fue encargado en 1986 de constituir en Panamá la United Trading Motors Corp. Esta sociedad panameña de acciones al portador realizó ese mismo año una serie de inversiones en Chile, entre ellas, el aporte del 90 por ciento del capital de la empresa Bathich Motoren Ltda.13
Los negocios con Marco Antonio le dieron a Bathich otros oropeles. No fue difícil impresionar con ellos a la "sociedad" santiaguina. Durante años fue el indiscutido rey del llamado "jet set" local. Poseía el único Rolls-Roys del país, con chapas y manubrio de oro. Tenía casas en el sur, departamentos en varios balnearios de moda y centros invernales de esquí, donde ostentaba su colección de automóviles, lanchas y vehículos deportivos. Por lo general viajaba de un lugar a otro en helicópteros de su propiedad. Ser invitado a sus fiestas, donde participaban modelos, estrellas de televisión y reinas de belleza, era considerado un verdadero privilegio. Durante años se rumoreó que mantenía un romance con Jaqueline Pinochet,14 la menor de las hijas del dictador.
El 27 de abril de 1988, por decreto del director de la Dirección Nacional de Aeronáutica, Chile Motores SA logró lo que pocos o nadie conseguían en el mundo de los negocios: el funcionamiento de un helipuerto en los terrenos de la firma. Los aparatos de Helio Jet, como fue bautizada la empresa de transportes aéreos, podían moverse sin que las torres de control de la aeronáutica civil fueran necesariamente informadas.
Bathich y Marco Antonio Pinochet quisieron instalarse en sitios colindantes a orillas del lago Rapel, una localidad campestre ubicada a unos 80 kilómetros al sudeste de Santiago. Al lugar sólo podía accederse en lancha o por aire. Ahí ambos proyectaron la construcción de un imponente "resort" turístico. Al igual que muchos de los beneficiados por el régimen, Bathich actuó como si Pinochet y los militares hubieran de permanecer eternamente en el poder. Se equivocó. El dictador fue derrotado en el plebiscito del 5 de octubre de 1988. En diciembre de 1989 debían llevarse a cabo elecciones presidenciales libres y, muy probablemente las iba a ganar Patricio Aylwin, el candidato de la Concertación de Partidos por la Democracia, la coalición de partidos de centro izquierda. El cerrojo de impunidad corría riesgos de resquebrajarse.
Una de las primeras medidas que tomó Patricio Aylwin, tras asumir la Presidencia de la República en marzo de 1990, fue nombrar director de la Policía de Investigaciones de Chile a Horacio Toro, general (r) del Ejército ligado estrechamente a los obispos católicos chilenos que jugaron un importante papel en la defensa de los derechos humanos durante la dictadura. Al nuevo director de la policía civil se le asignó una tarea que a primera vista parecía imposible de realizar. En primer lugar tenía que limpiar la institución de centenares de funcionarios corruptos, decenas de ellos involucrados en operaciones de tráfico y distribución de drogas en el país. Luego, sus agentes debían realizar las diligencias e investigaciones de los procesos por violaciones a los derechos humanos estancados durante años en los tribunales. Esto significaba investigar y arrestar a oficiales de las FFAA y sobre todo del Ejército. Cosa tremendamente difícil en vista del acuerdo entre civiles y militares que permitió el cambio de gobierno: los poderosos aparatos de inteligencia de la dictadura permanecerían prácticamente intactos15 durante el período de transición a la democracia que se iniciaba.
Para lograr sus objetivos, el general Toro contaba sólo con un par de docenas de hombres de confianza. Al mismo tiempo, la Policía de Investigaciones no podía dejar de cumplir con otras labores habituales que demandaba el país, sobre todo cuando el tráfico y consumo de estupefacientes se extendía en Chile con alarmante rapidez.
Días después de asumir el cargo, Toro recibió de una de sus fuentes una inquietante información. Pocos meses antes, a fines de 1989, un joven colombiano llamado Jesús Ochoa Galvis se había instalado en el país. Según datos de la inteligencia antinarcóticos de Colombia, aunque este personaje no tenía antecedentes penales, era primo de los Ochoa Vázquez, una de las familias que manejaban el Cartel de Medellín. Los Ochoa Vázquez mantenían además relaciones con Monzer Al Kassar, como había quedado establecido en diversos procesos judiciales. Más allá del habitual celo policial, este hecho no constituía en sí un motivo especial de alarma. Lo que lo convertía en un caso muy sensible era otra cosa: la íntima relación comercial del colombiano con Edgardo Bathich.
El general Toro, como muchos otros en Chile, sabía cuáles eran las amistades y compromisos de Bathich. Con máxima discreción ordenó a sus funcionarios más fieles el inicio de una minuciosa y paciente tarea de inteligencia. El trabajo fue lento. No se contaba con órdenes judiciales que permitieran interceptar teléfonos o actuar según los procedimientos habituales. Y aunque así hubiese sido, cualquier acción hubiera de inmediato llamado la atención de funcionarios de la inteligencia militar. Al cabo de un año y medio, el general Toro recibió un acabado informe sobre las actividades de Ochoa Galvis en Chile. El colombiano, de 33 años, técnico de laboratorio de profesión, había alquilado en Santiago una casa en una zona residencial del barrio de Providencia, donde se encontraban también sus oficinas. Había comprado uno de los sitios del resort turístico del lago Rapel, donde hasta esa fecha, como vimos, solían descansar Bathich y Marco Antonio. Usaba un flamante BMW 731 matriculado a nombre de Tircal Holding S.A., sociedad panameña cuyo domicilio en Chile era Teatinos 248, décimo piso. Casi todos los días se trasladaba a las dependencias de Chile Focus Motores SA, de Bathich. Una o dos veces por semana viajaba a San Fernando, una ciudad cercana a San Vicente de Tagua Tagua, donde visitaba sus dos empresas: una exportadora y otra empaquetadora de frutas. El colombiano era además socio de una fábrica de miel y de propóleo de exportación.
El abogado Héctor Novoa Vázquez aparecía ahora como el rostro legal de las empresas de Ochoa,16 al tiempo que seguía presidiendo el directorio de Focus Chile Motores S.A. Los otros dos directores eran Edgardo Bathich y Alex Jacob Neder. Este último había vivido diversos años en Miami y era hijo de un general (r) de la Fuerza Aérea, Elías Jacob Helo, ex embajador de Pinochet en Jordania. Las dos sociedades, Focus Investment Corp y Elisse Investment Corp, constituidas también por Novoa en Panamá, aparecían además como dueñas del negocio de importación de repuestos y motores de camiones. Estas sociedades habían ingresado al país millones de dólares
En los meses siguientes nuevas piezas se fueron sumando al rompecabezas de empresas que tenían relación con el grupo de Bathich. Los investigadores sospechaban que se trataba de una poderosa infraestructura para realizar operaciones de tránsito de cocaína a gran escala, destinada a abastecer los mercados de Europa y de los EE.UU. Se presumía, gracias a datos entregados por informantes,17 que Bathich internaba cocaína y pasta base de cocaína a Chile en los motores usados traídos por tierra desde puertos brasileños y argentinos. Sin embargo, la Policía de Investigaciones no contaba con las atribuciones legales, ni con las órdenes judiciales necesarias para realizar un seguimiento encubierto que permitiera sorprender al grupo traficando narcóticos.
En ese período Edgardo Bathich pasaba gran parte del tiempo fuera de Chile. Viajaba frecuentemente a Europa y permanecía largas temporadas en las ciudades de Hamburgo y Marbella, donde Al Kassar había levantado un suntuoso palacio que no le era indiferente. También se trasladaba a menudo a una casa que había comprado en la isla de Ibiza, España. En El Líbano, había ganado en 1991 una licitación para la reconstrucción del puerto de Beirut junto con Mohamed Kashoggi, hijo de Adnam Kashoggi, el conocido traficante de armas de origen árabe, nacido en Turquía.18
En marzo de 1992, Edgardo Bathich recibió a su amigo Mohamed Kashoggi en Chile. Organizó en su honor una gran fiesta en la discoteca Alive, de su propiedad.19 Pocos meses antes Bathich agenció de anfitrión en Santiago a Rahman El Asir, uno de los siete mediorientales que, junto con Al Kassar, pidió la nacionalidad argentina en 1986. El Asir, libanés, tío de Mohamed Kashoggi y cuñado de Adnan Kashoggi, era a su vez un famoso traficante de armas muy conocido en España.20
Bathich entraba y salía de Chile sin imaginarse ningún tipo de incordio. El incidente, sin embargo, lo estaba esperando al bajar de un avión familiar. El 3 de junio de 1992 fue detenido junto con Monzer Al Kassar en el aeropuerto de Barajas, Madrid. Viajaban desde Viena en un Lear-jet privado, matrícula OE GBR. Ese mismo avión, de propiedad de los Al Kassar, había sido utilizado en 1986 para rescatar de Italia a Abu Abbas, el líder palestino pro sirio responsable del secuestro del barco de pasajeros Achille Lauro. Días más tarde, el juez español Baltazar Garzón, a cargo del caso, sin sospechar a quien tenía entre manos, ordenó la excarcelación del chileno que también viajaba con un pasaporte sirio a nombre de Yamal Bathich. Mantuvo en cambio a Monzer Al Kassar bajo arresto para procesarlo por los delitos de falsificación de documentos, tráfico ilegal de vehículos, tenencia ilícita de armas, participación en actos de terrorismo internacional y tentativa de homicidio en España.
El 7 de junio de 1992, Bathich prestó declaraciones en las oficinas del Servicio de Información Exterior, dependiente de la Comisaría General de Información de España. Ante dos inspectores del Cuerpo Nacional de Policía y en presencia de su abogado21 contó su vida empresarial en Chile. Dijo ser propietario de "Chile Motores" (en realidad se trataba ya de Focus Chile Motores), de la compañía de alquiler de helicópteros Heli-Jet y de FRUTEB, una empresa dedicada a la explotación agrícola. Declaró a su vez que "de todas estas empresas, realmente no era el único propietario, ya que tenía también un socio llamado Alex Jacob". Aseguró disponer de dos pasaportes, uno chileno y otro sirio, así como de dos carnés de conducir, de cada uno de esos países. Cuando los inspectores españoles le preguntaron cuándo y cómo conoció a Monzer Al Kassar, dijo haberlo encontrado por primera vez a finales de 1990, mientras visitaba Siria por motivos de turismo. Fue presentado por un amigo común, un ciudadano británico llamado Gordon Otto. Y conversando –señaló a los inspectores españoles–, Bathich advirtió que eran parientes: la hermana de Monzer estaba casada con su primo hermano, Abdo Bathich. Los policías españoles le preguntaron cuál era la relación que mantenía desde ese encuentro "casual" con Monzer Al Kassar. Y Bathich dijo "que no lo volvió a ver hasta principios de 1992, cuando Monzer lo llamó por teléfono desde Argentina y le dijo que quería visitar Chile por el fin de semana" (la fecha no es un dato menor: estaba por explotar en Buenos Aires el escándalo de la nacionalización del narcotraficante, arrastrando al presidente Carlos Menem y otras figuras de su gobierno). Monzer, según Bathich, "llegó un viernes y se fue el domingo.22 Se hospedó en el hotel Sheraton y en el Hotel Miramar de Viña del Mar (Chile). Le acompañaron dos amigos. A uno le llamaban Tony y era de raza árabe, de unos 45 años" Del otro acompañante, dijo no recordar el nombre, "aunque también es de origen árabe". Lo cierto es que Bathich en persona los fue a buscar al aeropuerto y los llevó al hotel. La visita, de acuerdo con Bathich, fue turística. El domingo los acompañó en auto hasta Mendoza (Argentina), donde todos se alojaron en el hotel Plaza. La mañana siguiente Edgardo regresó solo en auto a Santiago, acompañado de su chofer.
"La tercera vez que Bathich vio a Al Kassar", prosigue el texto de la declaración, "fue a finales de marzo de 1992. Monzer le llamó por teléfono (nuevamente) de Argentina para que reservara una habitación en el hotel Hyatt de Santiago de Chile -propiedad de Gayth Pharaon, el banquero de Monzer-, pues pensaba realizar una visita con su mujer y el señor Kaddoura23 toda vez que pensaba mostrar ese país a los dos acompañantes, ya que en su visita anterior le había gustado mucho. De nuevo el viaje era por motivos turísticos y permaneció en Chile entre tres y cinco días. Nadie se entrevistó con ellos ni hicieron ningún tipo de negocio. Las tres personas abandonaron Chile con dirección a Buenos Aires utilizando, esta vez, la vía aérea".
Una semana después Edgardo Bathich se puso en contacto con Monzer, que todavía estaba en Argentina y decidió visitarlo. El viaje había durado sólo un fin de semana. Durante una comida en un restaurante Monzer le había presentado varias personas de origen árabe, de los que tan sólo recordaba un nombre, Diego Massour. Con él había ido más tarde a una discoteca, pero Bathich desconoce su trabajo u oficio. Durante ese fin de semana en Buenos Aires, Bathich le había comentado a Monzer acerca de ciertos problemas que tenía en el negocio de grúas en el puerto de Beirut (El Líbano) que compartía con Mohamed Kashoggi, hijo de Adnam, y con un tal Khaled Rodan. En esa empresa, Kaysery Service, Bathich dice haber invertido 300 mil dólares. Los empleados de la empresa en El Líbano no enviaban los balances operacionales y Bathich quería encontrar alguien de confianza para colocar en la gerencia. Monzer, que tenía muchas conexiones en Beirut, quizás podía ayudarlo a encontrar a la persona indicada.
"A principio del mes de mayo Edgardo llamó por teléfono a Monzer Al Kassar al palacio Mifadil en Marbella (España, donde reside habitualmente)", prosigue el texto de las declaraciones de Bathich ante la policía española. "Monzer le dijo que iba a realizar un viaje a El Líbano, que podía acompañarlo, por lo que podía venir a su domicilio en Marbella y de allí saldrían juntos a El Líbano. Sin embargo, le advirtió que antes tenía que ir a Polonia y Hungría donde tenía unos negocios pendientes y si quería podía acompañarle en ese viaje. Edgardo accedió a realizar esos viajes y le comentó que iría acompañado de Alex Jacob ya que era su socio y es de origen libanés".
Antes de viajar a Marbella, Bathich y Alex Jacob Neder viajaron a Alemania para controlar las operaciones de sus negocios en ese país. Luego, pasaron unos días en Palma de Mallorca, donde su madre y hermana estaban de vacaciones. En el palacio Mifadil de Monzer Al Kassar alojaron dos o tres días antes de partir rumbo a Polonia.
"Permanecieron por espacio de tres o cuatro días", se lee en la citada declaración. "Se hospedaron en el hotel Intercontinental de Varsovia. Mientras Alex y Edgardo efectuaban visitas turísticas, Monzer se quedaba en el hotel. Bathich ignora las visitas que Monzer pudo recibir y el negocio que trataba de realizar. De Polonia los tres se trasladaron a Budapest, Hungría, donde Monzer dispone de una vivienda. Allí estubieron sólo un día. No recibieron ninguna visita".
Desde Hungría se desplazaron a El Líbano, donde se alojaron en el Coral Beach de Beirut. El hotel era de propiedad de Mohamed Kaddoura, el mismo personaje, conocido narcotraficante internacional, que había acompañado a Monzer un mes antes a Santiago de Chile. Tanto Kaddoura como Monzer le habrían prometido a Bathich solucionar el problema de su negocio de grúas en el puerto de Beirut.
"De El Líbano Edgardo, Alex, Monzer y su hermano Mazen Al Kassar se desplazaron a Damasco (Siria) en coche. Bathich ignora los motivos de ese viaje, aunque dice saber que era porque Monzer tenía algo que hacer en Siria. En Damasco se alojaron en el domicilio de Monzer Al Kassar y permanecieron 4 o 5 días. Alex (Jacob Neder) se aburrió y se marchó de ahí a Chile. En esos días en Damasco, Monzer le presentó a los familiares que el declarante tiene en ese país, y a los que no conocía hasta ahora, tales como Abdo Bathich y a otros muchos de los que no recuerda el nombre".
De ahí el viaje de Bathich en avión, primero a Viena y luego a Madrid. Al aterrizar, fueron arrestados.
Los inspectores de Cuerpo Nacional de la Policía española le preguntaron a Bathich a continuación si conocía los negocios de Monzer Al Kassar: "dice que NO, aunque ha leído en periódicos y revistas argentinas que le acusan de ser traficante de armas, de haber obtenido la ciudadanía argentina mediante falsificación de documentos con la ayuda de la familia Yoma y de estar involucrado en el atentado contra un avión de la PAN-AM en Escocia. Estos hechos los comentó con Monzer y éste le respondió que a él le acusan de casi todo lo que ocurre en el mundo". Edgardo Bathich terminó su declaración afirmando ser propietario en Chile de una serie de bienes inmuebles (departamento en la calle Los Leones 666, departamento en El Colorado, chalet en la comuna de Rapel, autos, lanchas, etc.). Finalmente, los investigadores españoles acompañaron en el expediente un inventario de todos los enseres que Edgardo Bathich llevaba consigo en un maletín negro cuando fue arrestado en el Aeropuerto de Barajas el 3 de julio de 1992.24 Días más tarde fue liberado. Al Kassar, en cambio, permaneció bajo arresto por poco menos de dos años.
Aunque las declaraciones de España tardaron ocho años en llegar a manos de los inquirentes chilenos, luego de su arresto en Madrid las cosas no estaban ya en el mismo lugar para Bathich. La noticia de su detención les permitió a los investigadores chilenos atar algunos cabos sueltos. Pronto descubrieron que Monzer y su hermano Ghassan habían viajado varias veces a Chile en 1991 y 1992 con sus verdaderos nombres, usando pasaportes argentinos. Lo que no quedaba claro era cuándo habían comenzado las relaciones entre Al Kassar y Bathich. Acaso la respuesta estaba en las oficinas de Focus Chile Motores.
¿Qué pasaría si el Servicio de Impuestos Internos tocara a sus puertas? Eso fue lo que sucedió. La revisión de libros y documentos contables duró más de lo usual. El inspector no tardó en detectar graves delitos tributarios. Si llevaba adelante la denuncia, se explicó a los ejecutivos de Focus Chile Motores, los responsables tendrían que pagar una saladísima multa y difícilmente se salvarían de pasar una temporada en la cárcel. En cambio, propuso el fiscalizador, si le pagaban 100 mil dólares no los denunciaría. El trato les pareció razonable y la cifra fue pagada. Sin embargo, días más tarde el inspector regresó para exigir 500 mil dólares adicionales. A los socios de Focus Chile Motores les sonó como una bravata. En diciembre de 1992 denunciaron al inspector a la dirección del SII.
La respuesta no fue la esperada. En la mañana del 7 de diciembre un grupo de inspectores se presentó en las oficinas de la empresa y pidió acceso a la contabilidad. La solicitud les fue negada. Regresaron más tarde, acompañados por Carabineros y una orden judicial. Procedieron, como primera medida, a sellar todos los cajones y muebles que contenían documentación. Un carabinero quedó custodiando la entrada durante la noche. Al día siguiente los inspectores se encontraron con una sorpresa: todos los sellos habían sido violados y los documentos contables desaparecido. En uno de los patios internos humeaban aún las cenizas de papeles y archivos. Los detectives de la Brigadas de Narcóticos y Delitos Económicos de la policía de Investigaciones, llamados a intervenir, encontraron además un pequeño arsenal: escopetas recortadas, cascos de guerra, chalecos antibalas, pistolas, revólveres, municiones y una pistola Uzi con mira infrarroja. El 9 de diciembre de 1992 Bathich viajó a la Argentina. Dos días más tarde Jesús Ochoa Galvis, su socio colombiano, escapó con toda la familia. Alex Jacob Neder, el gerente y director de Focus Chile Motores, fue arrestado meses más tarde.25
Héctor Novoa fue declarado reo casi de inmediato. Su situación procesal era delicada. Aparecía fuertemente vinculado al grupo y su responsabilidad iba mucho más allá de la de un simple abogado o representante legal. Su hermano Jovino, hoy senador por Santiago, era entonces precandidato a la Presidencia de Chile por la Unión Demócrata Independiente, UDI, el partido político de la derecha más próxima al pinochetismo. Fue internado en una clínica psiquiátrica, aduciendo un estado grave de depresión.
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En los meses y años siguientes, aunque pesaba sobre Bathich una orden de captura internacional, el chileno de origen sirio entró y salió clandestinamente de Chile a su antojo. En abril de 1993 un periodista reconoció a Bathich en el interior de un automóvil, saliendo del estacionamiento del edificio en la calle Los Leones 666, donde posee un departamento. Al día siguiente se le consultó al portero del edificio sobre el paradero de Bathich. "El caballero durmió unos días pero ya se fue", contestó. En el mes de noviembre de 1993 el periodista Gabriel Freire del diario chileno La Nación fue enviado al lago Rapel para hacer un reportaje de color sobre el resort de Bathich y Ochoa. Cuando él y el fotógrafo se acercaron en lancha al lugar notaron con sorpresa –imaginaban que ahí no encontrarían a nadie–, que alguien cerraba las persianas. Luego un grupo de personas con grandes perros corrieron por los jardines para esconderse detrás de una colina. A los pocos minutos, un helicóptero se elevó por detrás del cerro y pasó dos o tres veces a ras de agua sobre sus cabezas. Por las fotos dedujeron que se trataba de un helicóptero Jet Ranger Bell 206 B. No fue posible distinguir su matrícula. Después Bathich se dio a la fuga. El diario chileno El Mercurio lo detectó en Siria, España y Argentina. En este último país estuvo escondido en una estancia en la provincia de Córdoba que fue propiedad del finado empresario Alfredo Yabrán.
Finalmente, Edgardo Bathich se entregó a la Justicia chilena a fines de 1996. Pasó algunos meses recluido en el Anexo Cárcel Capuchinos de Santiago, una especie de albergue parroquial para detenidos por delitos económicos.
... ...
En su primera comparecencia ante el Juzgado declaró que durante esos años había vivido en Marbella, en el Palacio Mifadil de su primo Monzer Al Kassar. Recién en mayo de 1999 Bathich, Novoa, Alex Jacob Neder y otros involucrados en el caso fueron multados y condenados a penas de reclusión inferiores a 302 días, con goce de libertad condicional. Del expediente del proceso por fraude al Fisco26 se desprende que las acciones al portador, tanto de la sociedad panameña de 1986, como de las otras dos constituidas más tarde, en 1989, estuvieron en manos de Héctor Novoa Vázquez. En 1990, al gestionar ante el Comité de Inversión Extranjera el ingreso de cuatro millones de dólares provenientes de las dos sociedades constituidas en Panamá el año anterior, Novoa informó que la totalidad de las acciones de dichas sociedades estaban en rigor controladas por un único inversionista, Ajmed Jarallah. Se trata de un empresario kuwatí con inversiones en medios de comunicación y en el sector edil, amigo de los Al Kassar y de los Kashoggi.
No obstante, el 27 de agosto de 1993, Novoa señalaría a la Corte que en 1990 cometió un error involuntario pues más tarde se habría enterado que los dineros de las sociedades panameñas no eran de Jarallah. Se abstuvo de informar a la justicia los nombres de los verdaderos propietarios.
Durante el proceso, Alex Jacob Neder, director y gerente general de Focus Chile Motores, declaró que Jarallah habría tenido problemas y no había materializado su aporte de capital. Quien terminó invirtiendo, según Jacob, en las sociedades panameñas fue directamente el primo de Edgardo Bathich.
Cinco días más tarde Jacob, enfrentado con Bathich, se rectificó indicando que fue el colombiano Jesús Ochoa Galvis quien en definitiva aportó el dinero para Focus Chile Motores. En sus declaraciones judiciales durante el juicio por fraude fiscal, Bathich sostuvo repetidas veces que su socio árabe en Chile desde la mitad de los años ochenta fue siempre Mohamed Kashoggi. Incluso llegó a presentar una carta con la firma autentificada del joven Kashoggi.27 Por otra parte, Bathich declaró a la Justicia chilena, contradiciendo sus declaraciones ante el juez español Baltazar Garzón, que gran parte de los bienes que se le atribuían en Chile, como, por ejemplo, la propiedad en el lago Rapel y el famoso Rolls-Roys, eran en realidad de propiedad del joven Kashoggi. En esa misma declaración del día 11 de febrero de 1997, Bathich también señaló que el dueño del otro 50 por ciento de las sociedades panameñas Focus y Elisse era Jesús Ochoa.
Edgardo Bathich, sin embargo, había declarado antes a periodistas28 que los socios de su mitad eran: "Mohamed Kashoggi y otros más que prefiero mantener en reserva". A la pregunta de quiénes fueron sus socios en Chile cuando Héctor Novoa creó en 1986 la sociedad panameña United Trading Motors Corp. Inc., propietaria de Chile Motores SA, Bathich respondió que en esa sociedad hubo aportes de sus amigos árabes.
Antes de que Al Kassar fuera arrestado en España en 1992, Bathich jamás escondió sus relaciones comerciales con su primo sirio. Por eso en Santiago muchos sabían que Yamal Edgardo Bathich Villarroel representaba los intereses de Monzer Al Kassar en Chile.
Todo quedaba en familia.
NOTAS AL CAPÍTULO 2
Fuente: Policía de Investigaciones de Chile.
Extractos de este capítulo fueron anticipados en el diario argentino Clarín el 30 de abril de 2000, donde se establecía la relación comercial de Marco Antonio Pinochet y Bathich. Otro tanto se había afirmado en la nota de la revista chilena Análisis del 21 de enero de 1993, como en un artículo del diario argentino Clarín firmado por Rogelio García Lupo, el 13 de septiembre de 1992. Ninguno de esos artículos de 1992 fue desmentido. Ante las revelaciones de Clarín del 30 de abril de 2000, la agencia española Europa Press entrevistó a Augusto Pinochet, el hijo mayor del ex dictador, el 3 de mayo. Este, luego de manifestarse "indignado" por las revelaciones de Clarín, declaró: "Sí, yo conozco a Edgardo Bathich, no lo niego. Le conozco, pero no soy amigo de él". Consultado sobre la veracidad de la crónica publicada en Clarín, admitió, refiriéndose a Bathich: "Hay cosas reales, como algunos negocios entre él y mi hermano". Días mas tarde los dos hermanos Pinochet, quienes habían amenazado querellas contra el diario Clarín, declinaron las acciones legales contra el matutino argentino y enviaron a Clarín sendas cartas de desmentido al director. Estas fueron publicadas en la edición del domingo 14 de mayo de 2000.
Más tarde la misma empresa cambiará varias veces de nombre. Se llamará Chile Motores, para luego en 1989 denominarse Focus Chile Motores.
Aquiles González en 1993, aún oficial activo del Ejército de Chile, comandaba el Regimiento de San Fernando, Colchagua.
Un sobrino del viejo Bathich se casó con una hija de Mohamed Al Kassar.
Según informes de la DEA, la policía de la India detectó la presencia de 100 kilos de hachís en la valija diplomática de Mohamed Al Kassar, cuando éste abandonó la India a fines de 1970. Fuentes: Al Kassar, El Padrino del Terror de Manfred Morstein (R. Piper Gmbh & Co. KG, Munich, 1989). Información verificada y ratificada por el fiscal suizo Kasper-Ansermet en su acusación a Monzer Al Kassar del 31 de julio de 1995, página 4.
En 1972, cuando apenas tenía los 25 años, Monzer Al Kassar fue arrestado en Copenhague por tráfico de hachís. Un año más tarde un tribunal danés emitió un mandato de captura internacional en su contra por tráfico de estupefacientes. En octubre de 1974 fue arrestado y condenado a 18 meses de cárcel por la justicia británica por un transporte de hachís interceptado en Alemania. En 1977 la policía federal alemana (Bundes Kriminal Amt, BKA), recibió un informe de Scotland Yard donde se sindica a Monzer Al Kassar como cabecilla de una red de tráfico de heroína. En octubre de ese año fue condenado a dos años de prisión en Gran Bretaña. Su hermano mayor Ghassan Al Kassar fue condenado a ocho años de prisión en Francia por tráfico de heroína el 9 de febrero de 1979. Fuente: acusación del fiscal suizo Kasper-Ansermet a Monzer Al Kassar del 31 de julio de 1995, páginas 4 y 5.
Según otras fuentes, Monzer Al Kassar viajó por primera vez a Santiago de Chile a mediados de los años ochenta (1985 o 1986). Se habría apersonado en la oficina de un empresario chileno con una carta de presentación del magnate argentino Jorge Antonio, conocido personaje de origen sirio que se enriqueció enormemente durante el primer gobierno de Juan Perón (1946-1955) y que más tarde ayudó en los años de exilio del ex presidente de Argentina en España. Monzer Al Kassar le habría manifestado al empresario chileno su interés por invertir en Chile y le habría también pedido ayuda para ubicar a algunos parientes originarios de Yabrud residentes en Chile. El empresario habría reconocido de inmediato el nombre Bathich, visto que él y Edgardo Bathich frecuentaban los mismos círculos sociales santiaguinos.
Las Correrías de un Magnate Criollo, del periodista chileno Manuel Salazar, reportaje aparecido en la revista Cosas en enero de 1997, cuando Edgardo Bathich estaba recluido en el Anexo Cárcel Capuchinos de Santiago.
10. Este era uno de los negocios conexos de la familia Al Kassar en Europa.
11. Yamal Bathich Importadora.
Entrevista a Edgardo Bathich por el periodista chileno Manuel Salazar, aparecida en el libro de ese autor: Traficantes & Lavadores (Grijalbo, 1996, Santiago), página 71.
La Comercializadora e Importadora Bathich Motoren Limitada o Bathich Motoren Ltda. fue constituida en la notaría Andrés Rubio el 11 de julio de 1986, Santiago, Repertorio Nº2720/86. Capital: 100 millones de pesos. 90 por ciento United Trading Motors Corp (UTM), 10 por ciento Edgardo Bathich. Fue protocolarizada en Santiago (notaría Andrés Rubio) el 23 de mayo de 1986, por Héctor Novoa Vázquez, domiciliada en Teatinos 248. En Panamá se constituyó por escritura Nº3327 ante el Notario Federico Tuñón S. el 9 de mayo de 1986.
Traficantes & Lavadores de Manuel Salazar, página 56.
Aunque la Central Nacional de Informaciones, CNI, se disolvió en 1990, el grueso de su estructura y funcionarios pasó a integrar la Dirección de Inteligencia del Ejército de Chile, DINE.
Golden Bee; Sociedad Agrícola Los Robles y Sociedad Agrícola Hemace Ltda.
Fuente: Policía de Investigaciones de Chile
Traficantes & Lavadores, página 70.
"Mohamed Kashoggi: siempre he forjado mi propio camino", de André Jouffé, revista Cosas, marzo, 1992.
El traficante libanés protagonizó también el publicitado caso que involucró al presidente del Perú Alan García y al BCCI en la venta de 14 aviones Mirage que terminaron en Irak.
Inscrito en el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, con el número 27.737.
Según datos de Interpol, Monzer Al Kassar ingresó en vuelo desde Buenos Aires a Chile, utilizando su nombre y pasaporte argentino, el 27 de Marzo de 1992 para salir rumbo a Buenos Aires el 31 del mismo mes. Regresó a Santiago por tierra en los primeros días de abril de 1992, desde donde voló a Buenos Aires el 12 de abril.
Izzat Mohamed Bahij Kaddoura, amigo y asociado personal de Monzer Al Kassar, conocido por la DEA como traficante de armas y estupefacientes. Un agente infiltrado de la DEA, informa que en 1991 Monzer Al Kassar planeaba la compra del Casino de Madrid y proyectaba construir un casino en Sevilla. Con Kaddoura estaba estudiando la compra del Casino de Gibraltar. Fuente: requisitoria del fiscal suizo Kasper-Ansermet (31 de julio, 1995).
En el inventario de los efectos personales de Bathich, la policía española anota: "Cuatro pulseras de oro, de aro, de señora; una pulsera de oro, engarzada de dos centímetros de ancho más o menos; una pulsera de señora con cierre de oro; dos colgantes de oro; tres colgantes de señora de oro, con la palabra "Dios" en árabe; dos colgantes de oro correspondientes a sendos horóscopos; una pulsera de oro, de caballero, labrada en dos tonalidades; cinco cadenas de oro de caballero, una de cordón, otra de cordón cuadrado, y tres de tipo Cartier; dos llaveros de oro, uno de ellos con la marca "Mercedes" y otro con una inscripción en árabe; cuatro relojes de oro de caballero; etc., etc.".
Sólo la revista Análisis publicó en enero de 1993 un reportaje sobre las conexiones de Bathich con Al Kassar, el Cartel de Medellín y la familia de Pinochet. El diario santiaguino Las Ultimas Noticias se ocupó del caso,sin nombrar las conexiones con M. Antonio Pinochet.
Declaraciones de Edgardo Bathich del 11, 13, 14 y 17 de febrero de 1997 ante la Corte de San Miguel; careo entre Bathich y Alex Jacob Neder del 25 de marzo 1997; careo entre Bathich y Fernando Raúl Morel del Solar del 31 de marzo de 1997; declaración de Edgardo Bathich del 3 de abril de 1997; careo entre Bathich y Pedro Roberto Campos Baeza del 26 de marzo de 1997; declaración de Bathich del 27 de marzo de 1997; careo entre Bathich y Raimundo Ortiz Astrían del 27 de marzo de 1997; declaraciones judiciales de Alex Jacob Neder del 11 y del 23 de agosto de 1993; declaraciones judiciales de Héctor Novoa Vázquez del 27 de agosto y del 22 de septiembre de 1993; declaración judicial de Alex Jacob Neder del 15 de diciembre de 1993; declaración de Héctor Novoa Vázquez del 24 de marzo de 1997; careo entre Bathich y Novoa del 24 de marzo de 1997; declaración de Alex Jacob Neder del 25 de marzo de 1997; careo entre Bathich y Jacob Neder del 25 de marzo de 1997.
Cuando la United Trading Motors Corp. fue constituida en Panamá en 1986, Mohamed Kashoggi tenía sólo 22 años y estudiaba Historia en una universidad británica
Traficantes & Lavadores, citado arriba, página 74.
Publicado 15th April 2009 por Mario López
Etiquetas: Bathich, Berrios, Dictadura, Chile, Narcotráfico, Pinochet,
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Chile: El eslabón olvidado en la historia de la cocaina
The Clinic 14 Junio, 2010. POR ANDRÉS ESTEFANE • ILUSTRACIÓN: MAX BOCK Del historiador estadounidense Paul Gootenberg: Andean Cocaine: The Making of a Global Drug.
A
inicios de 2009 y tras quince años de trabajo el historiador
estadounidense Paul Gootenberg presentó Andean Cocaine: The Making of a
Global Drug, un minucioso estudio que vino a reenfocar los debates
respecto a la historia y la eficacia de los regímenes de prohibición del
más exitoso y controvertido bien de exportación del continente: la
cocaína. Entre los hallazgos de la investigación, cuya traducción al
español está en curso, destaca el gravitante papel de Chile en la
configuración de las redes que hicieron de este alcaloide un fenómeno
global.
A
pesar de su popularidad, la cocaína es un tema del que se sabe
relativamente poco. Los prejuicios abundan porque ignoramos un aspecto
fundamental: los intereses que han conectado y conectan las geografías
de producción, circulación y consumo. Ese es el diagnóstico de Paul
Gootenberg, profesor de historia latinoamericana de la Universidad
Estatal de Nueva York en Stony Brook, quien hace quince años inició una
investigación en archivos estadounidenses, ingleses y latinoamericanos
con la idea de escribir una historia global de la cocaína que sirviera
como insumo para un debate informado. Andean Cocaine: The Making of a
Global Drug (2009) es el resultado de esa apuesta. Mientras se prepara
su traducción al español, los editores negocian versiones en italiano y
japonés; traducciones al francés, coreano, alemán, ruso y hebreo están
también en agenda.
El libro comprende casi 150 años de historia, desde las primeras investigaciones científicas sobre cocaína realizadas a mediados del siglo XIX por el químico Alfredo Bignon en Lima, hasta la formación de las redes latinoamericanas de narcotráfico que dominaron la segunda mitad del siglo XX y lo que va del presente. Con similar atención se analiza el problemático protagonismo de Estados Unidos, errático líder de una larga y estéril “guerra global” contra un producto del que sus ciudadanos son los principales consumidores del mundo. Chile es también parte importante de esa historia. En rigor ocupa un lugar ilustre, pues antes de que el negocio fuera controlado por los carteles colombianos y mexicanos, Chile operó como base del grupo de traficantes que controló las redes de circulación de cocaína durante las décadas claves de 1950 y 1960. Eran los años en que Santiago figuraba como un reputado centro de consumo. A continuación algunos fragmentos de una extensa entrevista en la que Gootenberg analiza las operaciones de ese grupo, los nexos entre el golpe de estado de 1973 y la aparición de los carteles colombianos y las polémicas acusaciones que vinculan a Augusto Pinochet con el tráfico de drogas.
LA FIESTA CHILENA DE LAS DROGAS
Uno de los hallazgos de tu investigación tiene que ver con el papel que juega Chile en la historia de la cocaína. ¿Se puede hablar de una especie de eslabón olvidado en esa historia?
Algo así. Esto puede sorprender a muchos en Chile, pero los que dominaron el tráfico de cocaína durante los’ 50 y 60 fueron los chilenos. Eran los ‘colombianos’ de la época y fueron ellos quienes sentaron las bases del inmenso mercado de la cocaína de las décadas posteriores. Para entender este proceso hay que remontarse a los años 40, cuando los peruanos articularon los primeros anillos de contrabando marítimo de cocaína en respuesta a las restricciones impuestas por las leyes estadounidenses sobre drogas. La represión que cayó sobre estos circuitos en los años 1948-49 no hizo más que desplazar las rutas hacia el norte de Chile, que llegó así a convertirse en la principal base de organización de los expansivos mercados de cocaína durante los’ 50.
¿Pero no habían competidores?
La única competencia seria para los chilenos en esa década fueron los mafiosos cubanos, que habían formado sus propios círculos de consumo y contrabando con base en La Habana. Fidel Castro clausuró esa ruta en 1959 y los traficantes expulsados –muchos de los cuales terminaron en Miami- constituyeron la primera clase internacional de traficantes profesionales en la década de 1960.
¿Quiénes controlaban las rutas en el norte?
El negocio de la cocaína en Chile fue manejado por un extenso clan empresarial turco, la familia Huasaff-Harb (el apellido aparece de distintas formas en los archivos policiales). César y Amanda Huasaff formaron el núcleo junto a cuatro hijos y otros parientes dedicados al negocio: llegaron a manejar importantes clubes, prostíbulos y laboratorios de cocaína en Arica y mantuvieron estrechas conexiones en Bolivia con los pequeños productores de pasta básica de cocaína que emergieron durante la década que siguió a la Revolución Boliviana de 1952. Supuestamente este grupo disfrutó de complicidad y protección policiaca en Chile. El vínculo en Bolivia fue a través de uno de los hermanos, Ramis Harb, quien a su vez era cercano al chileno Luis Gayán Contador, líder de varias e importantes unidades policiales bolivianas del período post-revolucionario. Los Huasaff-Harb también se aventuraron hacia las tierras bajas del este de Bolivia, a espacios fronterizos como el Chapare, para fomentar la producción ilícita de coca-cocaína. Eludiendo los nexos cubanos, la familia forjó rutas de trasiego a través de México, donde también se sirvió de las conexiones locales. Aparte de este creciente negocio de exportación, Santiago en sí mismo se convirtió en un famoso centro de consumo de cocaína en los años 50. Era la fiesta chilena de las drogas.
¿Y cuándo se acabó la fiesta?
Como decía, después de la Revolución Cubana los chilenos quedaron como los mayores protagonistas del negocio y los regímenes represivos en Brasil y Argentina limitaron cualquier posibilidad de competencia. Con el tiempo, sin embargo, la estadounidense BNDD (Bureau of Narcotics and Dangerous Drugs) y la Interpol advirtieron lo que sucedía. La presión policial sobre los Huasaffs condujo a sucesivos arrestos de los miembros del clan durante los años 60. No obstante, iterando un patrón que recuerda el posterior quiebre de los carteles colombianos en la década de los 90, estas operaciones llevaron a que el negocio de la cocaína en Chile se tornara mucho más competitivo, descentralizado e incontrolable. Cientos de nuevas figuras emergieron, incluyendo mafiosos extranjeros que movían más de 100 kilos al año. Son los años de apogeo, cuando el gusto y la demanda internacional por cocaína se dispara, y que coinciden con los gobiernos de Frei y Allende.
EL GOLPE Y LOS CARTELES COLOMBIANOS
En tu libro sugieres que el golpe de estado y el inicio de la dictadura de Pinochet marcan un vuelco en esta historia, ¿cuál es el vínculo?
El golpe de estado de 1973 fue el principal motivo del repentino auge de los carteles colombianos de cocaína, liderados por hombres de negocios como Pablo Escobar y Carlos Lehder. Todo esto está vinculado, por cierto, con el boom de la cocaína en Norteamérica en los 80. Algunos reportes periodísticos de la época repararon en este reacomodo, pero en tanto punto de inflexión ha tendido a ser ignorado por historiadores y analistas de políticas en drogas.
¿Qué sucedía en los gobiernos anteriores, con Frei y Allende por ejemplo?
Allende, al igual que Frei, tuvo notorios problemas lidiando con los traficantes nacionales. El negocio creció durante su presidencia, tal como lo hizo la demanda de los consumidores estadounidenses mientras la ‘campaña’ antidrogas de Richard Nixon se ponía en marcha. Nuevas células y anillos emergieron una vez que los Huasaff-Harb fueron desarticulados. Estos son los años de otra figura femenina, Ruth Galdames, ‘la Yuyiyo’ y de importantes mafiosos extranjeros, como el uruguayo Adolfo Sobosky. Pero los reportes de los oficiales estadounidenses fueron ambivalentes en este punto: la brigada chilena antinarcóticos era admirada y el mismo Allende era oficialmente visto como una agente cooperador con las campañas estadounidenses en drogas, incluso en el período en que las relaciones en otros frentes se volvían más tensas. No obstante, algunos miembros anticomunistas del congreso estadounidense trataron de instrumentalizar el tema como parte de su campaña contra Chile. Así sucedió, por ejemplo, a propósito del affair Squella-Avendaño en 1972, cuando un alto oficial del ejército chileno simpatizante de Allende fue sorprendido en Miami contrabandeando millones en cocaína.
¿Y qué pasa tras el golpe?
Después del golpe de septiembre todo cambió. Un influyente oficial de la DEA (Drug Enforcement Administration) se aproximó directamente a Pinochet para convencerlo de que una eficiente campaña antidrogas le ganaría el favor de los Estados Unidos (Pinochet ya estaba enfrentando problemas en el exterior por el tema de los derechos humanos) y de paso evitaría que los grupos de izquierda usaran las ganancias del tráfico para financiar actividades subversivas. Valiéndose de su poder militar, Pinochet se movió con rapidez y eficacia. Luis Fontaine, su nuevo jefe de narcóticos de Carabineros, encarceló o expulsó a los 19 traficantes chilenos más importantes. Algunos fueron enviados a juicio a Estados Unidos y otros huyeron a Argentina. La Junta de Gobierno, por su parte, acusó infundadamente a todo el gobierno de Allende, e incluso a simpatizantes en el extranjero, de complicidad con el negocio de las drogas, arrestando y proscribiendo, y en un caso asesinando, a un importante número de oficiales antinarcóticos del régimen.
¿Cómo se rearticulan las rutas tras la represión?
La represión de Pinochet es el evento clave que desplaza el flujo de cocaína hacia Colombia, una dirección más lógica en la activa ruta hacia Miami. Autos, camiones y pequeñas avionetas comenzaron así a penetrar las regiones del Chapare en Bolivia y Huallaga en Perú para reorientar el abastecimiento de pasta base. Algunas fuentes indican que los traficantes chilenos ya habían comenzado a reclutar colombianos como mulas, pues estos eran todavía desconocidos para los oficiales encargados de reprimir el flujo de la sustancia. Aunque esta es otra historia, habría que decir que los traficantes y grupos empresariales colombianos probaron ser tremendamente eficaces reemplazando a los chilenos, renovando y robusteciendo el negocio justo cuando la demanda desde el norte se disparaba.
¿Es la represión el error frecuente en la política estadounidense sobre drogas?
Un historiador que siguió la pista de este cambio me indicó que algunos funcionarios de la DEA posteriormente se arrepintieron de haber usado a Pinochet de esa forma, pues en vez de aplastar el emergente negocio de la cocaína (tarea que todavía creían posible a inicios de la década) terminaron dispersándolo y poniéndolo fuera de control. Y bueno, la “guerra” contra los colombianos sigue hasta estos días. Hay muchas ironías históricas en este caso: una de ellas es cómo la intervención de Estados Unidos contra la democracia chilena se volvió contra ellos a través de los narcotraficantes colombianos; la otra tiene que ver con los presuntos nexos posteriores entre Pinochet y el tráfico de drogas.
NARCODICTADOR
Hace algunos años circularon antecedentes que vinculaban a la dictadura de Pinochet con el tráfico de drogas. ¿Hay pistas de ese nexo en tu investigación?
En 2006, después de que el caso Riggs demostrara que Pinochet no era el patriota incorruptible y desinteresado que sus adherentes creían, comenzaron a circular varias historias en la prensa internacional respecto a sus vínculos con el negocio de la cocaína hacia finales de los’ 70. Incluso el sobrio New York Times, en su edición del 11 de julio de 2006, publicó un artículo al respecto; días antes la noticia había aparecido en La Nación de Santiago. La idea es que hacia el fin de la década, cuando se encontraba aislado internacionalmente y sus energías estaban concentradas en sus propias actividades terroristas, siendo la más notoria la Operación Cóndor, Pinochet se volcó a la producción de drogas como una manera de financiar ilícitamente sus redes clandestinas. Aunque no he encontrado documentación al respecto, he conversado con algunos expertos como John Dinges, periodista especializado en las operaciones de inteligencia de Pinochet, y Peter Kornbluh, quien conoce los trabajos de inteligencia de Estados Unidos bajo la dictadura. Kornbluh no ha visto nada sobre drogas en las fuentes estadounidenses, pero Dinges sugirió hace algunos años que los grupos cubanos derechistas que la DINA contrató para el asesinato de Orlando Letelier en Washington eran conocidos traficantes de cocaína.
Pero también están los rumores respecto a una planta en Talagante…
Es cierto. Se viene a la memoria un artículo titulado “Narcodictador” publicado por la revista política mexicana Proceso, algo lejos de mi idea de periodismo confiable, en julio de 2006. Allí se reproducen fantásticos detalles sobre los circuitos internacionales de drogas vinculados a Pinochet y sobre el uso de la planta química de la Armada ubicada en Talagante para refinar el producto. Supuestamente el general Manuel Contreras, entonces a la cabeza de la DINA, estuvo directamente involucrado. Es de esperar que los periodistas e historiadores chilenos se animen a buscar pruebas concluyentes. De confirmarse, esto marcaría un sorprendente giro en los complejos y olvidados nexos de Chile con la historia de la cocaína.
Este debe ser uno de esos casos en que el objeto de estudio guarda sorpresas. ¿Algún episodio interesante tras recorrer esta adictiva línea de investigación?
Hay una buena anécdota. En un archivo inglés, que no voy a nombrar, encontré muestras reales de cocaína archivadas en pequeñas bolsas de papel. Tenían más de cien años y habían sido enviadas desde una estación botánica en India. Enfrenté un tremendo dilema: el historiador en mí quería proteger la integridad del ‘archivo’, pero el científico quería arrancarse al baño para testear si la muestra centenaria seguía activa.
¿Quién ganó?
El historiador…
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El libro comprende casi 150 años de historia, desde las primeras investigaciones científicas sobre cocaína realizadas a mediados del siglo XIX por el químico Alfredo Bignon en Lima, hasta la formación de las redes latinoamericanas de narcotráfico que dominaron la segunda mitad del siglo XX y lo que va del presente. Con similar atención se analiza el problemático protagonismo de Estados Unidos, errático líder de una larga y estéril “guerra global” contra un producto del que sus ciudadanos son los principales consumidores del mundo. Chile es también parte importante de esa historia. En rigor ocupa un lugar ilustre, pues antes de que el negocio fuera controlado por los carteles colombianos y mexicanos, Chile operó como base del grupo de traficantes que controló las redes de circulación de cocaína durante las décadas claves de 1950 y 1960. Eran los años en que Santiago figuraba como un reputado centro de consumo. A continuación algunos fragmentos de una extensa entrevista en la que Gootenberg analiza las operaciones de ese grupo, los nexos entre el golpe de estado de 1973 y la aparición de los carteles colombianos y las polémicas acusaciones que vinculan a Augusto Pinochet con el tráfico de drogas.
LA FIESTA CHILENA DE LAS DROGAS
Uno de los hallazgos de tu investigación tiene que ver con el papel que juega Chile en la historia de la cocaína. ¿Se puede hablar de una especie de eslabón olvidado en esa historia?
Algo así. Esto puede sorprender a muchos en Chile, pero los que dominaron el tráfico de cocaína durante los’ 50 y 60 fueron los chilenos. Eran los ‘colombianos’ de la época y fueron ellos quienes sentaron las bases del inmenso mercado de la cocaína de las décadas posteriores. Para entender este proceso hay que remontarse a los años 40, cuando los peruanos articularon los primeros anillos de contrabando marítimo de cocaína en respuesta a las restricciones impuestas por las leyes estadounidenses sobre drogas. La represión que cayó sobre estos circuitos en los años 1948-49 no hizo más que desplazar las rutas hacia el norte de Chile, que llegó así a convertirse en la principal base de organización de los expansivos mercados de cocaína durante los’ 50.
¿Pero no habían competidores?
La única competencia seria para los chilenos en esa década fueron los mafiosos cubanos, que habían formado sus propios círculos de consumo y contrabando con base en La Habana. Fidel Castro clausuró esa ruta en 1959 y los traficantes expulsados –muchos de los cuales terminaron en Miami- constituyeron la primera clase internacional de traficantes profesionales en la década de 1960.
¿Quiénes controlaban las rutas en el norte?
El negocio de la cocaína en Chile fue manejado por un extenso clan empresarial turco, la familia Huasaff-Harb (el apellido aparece de distintas formas en los archivos policiales). César y Amanda Huasaff formaron el núcleo junto a cuatro hijos y otros parientes dedicados al negocio: llegaron a manejar importantes clubes, prostíbulos y laboratorios de cocaína en Arica y mantuvieron estrechas conexiones en Bolivia con los pequeños productores de pasta básica de cocaína que emergieron durante la década que siguió a la Revolución Boliviana de 1952. Supuestamente este grupo disfrutó de complicidad y protección policiaca en Chile. El vínculo en Bolivia fue a través de uno de los hermanos, Ramis Harb, quien a su vez era cercano al chileno Luis Gayán Contador, líder de varias e importantes unidades policiales bolivianas del período post-revolucionario. Los Huasaff-Harb también se aventuraron hacia las tierras bajas del este de Bolivia, a espacios fronterizos como el Chapare, para fomentar la producción ilícita de coca-cocaína. Eludiendo los nexos cubanos, la familia forjó rutas de trasiego a través de México, donde también se sirvió de las conexiones locales. Aparte de este creciente negocio de exportación, Santiago en sí mismo se convirtió en un famoso centro de consumo de cocaína en los años 50. Era la fiesta chilena de las drogas.
¿Y cuándo se acabó la fiesta?
Como decía, después de la Revolución Cubana los chilenos quedaron como los mayores protagonistas del negocio y los regímenes represivos en Brasil y Argentina limitaron cualquier posibilidad de competencia. Con el tiempo, sin embargo, la estadounidense BNDD (Bureau of Narcotics and Dangerous Drugs) y la Interpol advirtieron lo que sucedía. La presión policial sobre los Huasaffs condujo a sucesivos arrestos de los miembros del clan durante los años 60. No obstante, iterando un patrón que recuerda el posterior quiebre de los carteles colombianos en la década de los 90, estas operaciones llevaron a que el negocio de la cocaína en Chile se tornara mucho más competitivo, descentralizado e incontrolable. Cientos de nuevas figuras emergieron, incluyendo mafiosos extranjeros que movían más de 100 kilos al año. Son los años de apogeo, cuando el gusto y la demanda internacional por cocaína se dispara, y que coinciden con los gobiernos de Frei y Allende.
EL GOLPE Y LOS CARTELES COLOMBIANOS
En tu libro sugieres que el golpe de estado y el inicio de la dictadura de Pinochet marcan un vuelco en esta historia, ¿cuál es el vínculo?
El golpe de estado de 1973 fue el principal motivo del repentino auge de los carteles colombianos de cocaína, liderados por hombres de negocios como Pablo Escobar y Carlos Lehder. Todo esto está vinculado, por cierto, con el boom de la cocaína en Norteamérica en los 80. Algunos reportes periodísticos de la época repararon en este reacomodo, pero en tanto punto de inflexión ha tendido a ser ignorado por historiadores y analistas de políticas en drogas.
¿Qué sucedía en los gobiernos anteriores, con Frei y Allende por ejemplo?
Allende, al igual que Frei, tuvo notorios problemas lidiando con los traficantes nacionales. El negocio creció durante su presidencia, tal como lo hizo la demanda de los consumidores estadounidenses mientras la ‘campaña’ antidrogas de Richard Nixon se ponía en marcha. Nuevas células y anillos emergieron una vez que los Huasaff-Harb fueron desarticulados. Estos son los años de otra figura femenina, Ruth Galdames, ‘la Yuyiyo’ y de importantes mafiosos extranjeros, como el uruguayo Adolfo Sobosky. Pero los reportes de los oficiales estadounidenses fueron ambivalentes en este punto: la brigada chilena antinarcóticos era admirada y el mismo Allende era oficialmente visto como una agente cooperador con las campañas estadounidenses en drogas, incluso en el período en que las relaciones en otros frentes se volvían más tensas. No obstante, algunos miembros anticomunistas del congreso estadounidense trataron de instrumentalizar el tema como parte de su campaña contra Chile. Así sucedió, por ejemplo, a propósito del affair Squella-Avendaño en 1972, cuando un alto oficial del ejército chileno simpatizante de Allende fue sorprendido en Miami contrabandeando millones en cocaína.
¿Y qué pasa tras el golpe?
Después del golpe de septiembre todo cambió. Un influyente oficial de la DEA (Drug Enforcement Administration) se aproximó directamente a Pinochet para convencerlo de que una eficiente campaña antidrogas le ganaría el favor de los Estados Unidos (Pinochet ya estaba enfrentando problemas en el exterior por el tema de los derechos humanos) y de paso evitaría que los grupos de izquierda usaran las ganancias del tráfico para financiar actividades subversivas. Valiéndose de su poder militar, Pinochet se movió con rapidez y eficacia. Luis Fontaine, su nuevo jefe de narcóticos de Carabineros, encarceló o expulsó a los 19 traficantes chilenos más importantes. Algunos fueron enviados a juicio a Estados Unidos y otros huyeron a Argentina. La Junta de Gobierno, por su parte, acusó infundadamente a todo el gobierno de Allende, e incluso a simpatizantes en el extranjero, de complicidad con el negocio de las drogas, arrestando y proscribiendo, y en un caso asesinando, a un importante número de oficiales antinarcóticos del régimen.
¿Cómo se rearticulan las rutas tras la represión?
La represión de Pinochet es el evento clave que desplaza el flujo de cocaína hacia Colombia, una dirección más lógica en la activa ruta hacia Miami. Autos, camiones y pequeñas avionetas comenzaron así a penetrar las regiones del Chapare en Bolivia y Huallaga en Perú para reorientar el abastecimiento de pasta base. Algunas fuentes indican que los traficantes chilenos ya habían comenzado a reclutar colombianos como mulas, pues estos eran todavía desconocidos para los oficiales encargados de reprimir el flujo de la sustancia. Aunque esta es otra historia, habría que decir que los traficantes y grupos empresariales colombianos probaron ser tremendamente eficaces reemplazando a los chilenos, renovando y robusteciendo el negocio justo cuando la demanda desde el norte se disparaba.
¿Es la represión el error frecuente en la política estadounidense sobre drogas?
Un historiador que siguió la pista de este cambio me indicó que algunos funcionarios de la DEA posteriormente se arrepintieron de haber usado a Pinochet de esa forma, pues en vez de aplastar el emergente negocio de la cocaína (tarea que todavía creían posible a inicios de la década) terminaron dispersándolo y poniéndolo fuera de control. Y bueno, la “guerra” contra los colombianos sigue hasta estos días. Hay muchas ironías históricas en este caso: una de ellas es cómo la intervención de Estados Unidos contra la democracia chilena se volvió contra ellos a través de los narcotraficantes colombianos; la otra tiene que ver con los presuntos nexos posteriores entre Pinochet y el tráfico de drogas.
NARCODICTADOR
Hace algunos años circularon antecedentes que vinculaban a la dictadura de Pinochet con el tráfico de drogas. ¿Hay pistas de ese nexo en tu investigación?
En 2006, después de que el caso Riggs demostrara que Pinochet no era el patriota incorruptible y desinteresado que sus adherentes creían, comenzaron a circular varias historias en la prensa internacional respecto a sus vínculos con el negocio de la cocaína hacia finales de los’ 70. Incluso el sobrio New York Times, en su edición del 11 de julio de 2006, publicó un artículo al respecto; días antes la noticia había aparecido en La Nación de Santiago. La idea es que hacia el fin de la década, cuando se encontraba aislado internacionalmente y sus energías estaban concentradas en sus propias actividades terroristas, siendo la más notoria la Operación Cóndor, Pinochet se volcó a la producción de drogas como una manera de financiar ilícitamente sus redes clandestinas. Aunque no he encontrado documentación al respecto, he conversado con algunos expertos como John Dinges, periodista especializado en las operaciones de inteligencia de Pinochet, y Peter Kornbluh, quien conoce los trabajos de inteligencia de Estados Unidos bajo la dictadura. Kornbluh no ha visto nada sobre drogas en las fuentes estadounidenses, pero Dinges sugirió hace algunos años que los grupos cubanos derechistas que la DINA contrató para el asesinato de Orlando Letelier en Washington eran conocidos traficantes de cocaína.
Pero también están los rumores respecto a una planta en Talagante…
Es cierto. Se viene a la memoria un artículo titulado “Narcodictador” publicado por la revista política mexicana Proceso, algo lejos de mi idea de periodismo confiable, en julio de 2006. Allí se reproducen fantásticos detalles sobre los circuitos internacionales de drogas vinculados a Pinochet y sobre el uso de la planta química de la Armada ubicada en Talagante para refinar el producto. Supuestamente el general Manuel Contreras, entonces a la cabeza de la DINA, estuvo directamente involucrado. Es de esperar que los periodistas e historiadores chilenos se animen a buscar pruebas concluyentes. De confirmarse, esto marcaría un sorprendente giro en los complejos y olvidados nexos de Chile con la historia de la cocaína.
Este debe ser uno de esos casos en que el objeto de estudio guarda sorpresas. ¿Algún episodio interesante tras recorrer esta adictiva línea de investigación?
Hay una buena anécdota. En un archivo inglés, que no voy a nombrar, encontré muestras reales de cocaína archivadas en pequeñas bolsas de papel. Tenían más de cien años y habían sido enviadas desde una estación botánica en India. Enfrenté un tremendo dilema: el historiador en mí quería proteger la integridad del ‘archivo’, pero el científico quería arrancarse al baño para testear si la muestra centenaria seguía activa.
¿Quién ganó?
El historiador…
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ARMAS TRÁFICO DE DROGAS Y “PROPIEDADES”
ARNALDO PÉREZ GUERRA. Junio 2002
Aún no se esclarece totalmente la "misión"
que cumplía Pinochet en Londres, cuando
fue detenido por
orden del juez
español Baltasar Garzón.
El gobierno, que le otorgó pasaporte diplomático, ha escondido hasta
ahora ese "secreto", que lo compromete. Sin embargo, existen ciertas
luces. Alan Sherman,
general de división
del Ejército de
Su Majestad Británica,
declaró en Excelsior de México, poco después de la detención de
Pinochet, que éste había viajado "al frente de una misión militar con el
conocimiento del gobierno", para coordinar
los detalles de un importante negocio de
armamentos con las
empresas británicas Royal Ordnance y British
Aerospace.
Pocos recuerdan su bochornoso viaje a Checoslovaquia -
donde ingresó con "nombre falso"- en una misión similar. Un artículo
de Punto Final (PF) Nº435 de enero
de 1999, destaca: "No era su primer viaje ni era el primer negocio de esta
naturaleza. Los gastos militares chilenos son cuantiosos y superiores a los
niveles promedio de América Latina. Eso convierte a nuestro país en un cliente
apetitoso dentro de un mercado plagado de comisionistas, intermediarios y
agentes con influencia que determinan las adquisiciones de armamento. (...) El
impulso dado por la dictadura a la industria militar, permitió que a principios
de la década de los 80 Chile se convirtiera en el primer exportador de armas de
Latinoamerica hacia países del Tercer Mundo". Se recordaba, además, que en
ese momento FAMAE (Fábricas y Maestranzas del Ejército), mantenía y
desarrollaba "contratos de coproducción con empresas privadas de Gran
Bretaña, Suiza, China, Malasia y
España, con las que comparte, entre otras, licencia de producción de material,
destacándose la fabricación de fusiles SIG y de carros blindados Mowag".
Proyectaba "coproducir" el cohete Rayo con la Royal Ordnance, que ese
año se destinó a unidades del Ejército.
La "misión" de Pinochet ciertamente tenía
que ver con ese proyecto, además de analizar otras posibles colaboraciones y
"negocios" con empresas de armas. Su "asesoría" incluía
también jugosas ganancias, reforzadas por la actitud de los gobiernos
concertacionistas que han privilegiado el desarrollo de la industria militar
como parte de "las metas de desarrollo y modernización de las FF.AA."
PF recordaba que "el Estado ha hecho importantes esfuerzos tendientes a
buscar clientes en el extranjero, así como socios para la producción del
material bélico, y ha promovido tales manufacturas a nivel de sus relaciones
internacionales. De este modo, se han
suscrito numerosos acuerdos, y negociado patentes, estrechando vínculos con
empresas extranjeras entre las que destacan las suizas SIG, Mowag, y Oerlikon;
las francesas GIAT, Creusot Loire, Thomson Brandt; la inglesa Royal Ordnance; y
la belga Cockerill Mechanical".
CHILE EN EL NEGOCIO DE LAS ARMAS
1. Nuestro país mantiene, desde la dictadura, estrechos vínculos con la industria militar mundial, que le han servido no sólo para "negocios" legales, como la compra de material bélico en áreas en que no cuenta con capacidad para fabricar. El descubrimiento del tráfico de armas a Croacia en enero de 1992 reveló la punta del iceberg de una práctica de antigua data. En esos días, en un terminal aéreo de Hungría se descubrieron 2 containers con decenas de toneladas de armas que salieron de FAMAE. Yves Marzialle, representante de la empresa francesa IVI Finance Management contrató un avión de Florida West para el traslado. Tanto él como FAMAE violaban así el embargo de la ONU. Su "contacto" era el general (r) de la FACH Vicente Rodríguez, ex jefe de inteligencia y representante de ENAER (Empresa Nacional de Aeronáutica) para América Latina, socio del coronel de la FACH, Edgard Ceballos Jones, torturador del SIFA y Comando Conjunto. Rodríguez era parte de lo que se llamó "La Cofradía", la continuación de la "Operación Cóndor", esta vez destinada a dar protección a los ex agentes de los organismos de seguridad que estaban siendo requeridos por la justicia en distintos países. La venta de armas era una forma fácil de financiar sus millonarias operaciones de encubrimiento.
En el tráfico a Croacia aparecieron involucrados el
general Carlos Krumm, el coronel Gerardo Huber -encargado de exportaciones e
importaciones del Ejército y 3er jefe de la División Logística.
El ministro Juica
estableció la conexión entre la
Operación Cóndor y el tráfico de armas, sin embargo el general Rodríguez fue
liberado por la Corte Suprema. El coronel Huber, fue asesinado en el Cajón del
Maipo, queriéndose hacer aparecer el crimen como un
"suicidio".
Pinochet en Londres
actuaba en el
filo de la
legalidad, haciendo
gestiones como comisionista
debido a su
influencia para determinar las
adquisiciones de material bélico.
El periodista argentino Rogelio García Lupo afirma
que Pinochet "buscaba cobrar su comisión por la
adquisición de 3 barcos ingleses para la Armada", gestión que "se
traducía en gastos por US$443 millones, con una comisión personal de
US$4.43 millones", entre
otras. Había sido
"invitado" por la Royal Ordnance y la British Aerospace.
Pinochet ya había logrado el contrato
de coproducción (FAMAE-Royal Ordnance) del cohete Rayo,
"primera actividad conjunta que,
según los programas de desarrollo, serviría de punto de partida para un proyecto de
comercialización de armas a nivel mundial", afirma PF. Pinochet mantenía
lazos con la British Aerospace desde la Guerra de
las Malvinas.
Se recuerda que "uno de los principales
accionistas de la British Aerospace es la propia familia real británica, y
habría sido Pinochet quien, por intermedio de Margaret Thatcher, asesoró y
sirvió de agente para que esa empresa adquiriera el 35% de las acciones de la
compañía sueca Grippen, fabricante del avión de combate JAS 39. Estos contactos
y asesorías, sumadas al apoyo soterrado que Chile brindó a Gran Bretaña durante
la Guerra de las Malvinas, fueron razón suficiente para que Chile recibiera en
compensación 14 cazas de combate ingleses Hunter en junio de 1982, los que
fueron a reforzar la base aérea de Cerro Moreno".
Por sus negocios como "comisionista" y
"asesor", Pinochet habría recibido millonarias sumas, que engrosaron
la fortuna de su familia. Uno de los procedimientos reconocidos que se
utilizaron para "desaparecer" la pista de
cuentas y otros negocios, es el llamado "senda
verde". Consiste en efectuar depósitos, utilizando a un tercero o nombre
falso, en una cuenta de un banco internacional. Luego, los dineros se
transfieren a una cuenta de concentración en la casa matriz del banco, por
ejemplo en Nueva York, y enviados a cuentas de una "empresa" de
pantalla registrada en Islas Caimán, Panamá, Bermudas, Islas Vírgenes, etc.
Protegidas por el secreto bancario, se traspasan, en acciones, bonos o títulos
de inversión, a cuentas privadas en Luxemburgo, Suiza y otros países.
LA CUENTA DE
PINOCHET
En marzo de 1999 quedó en evidencia, gracias a la
investigación del diario mexicano El Universal, la primera cuenta bancaria de Pinochet en el extranjero,
en el Banco
Riggs de EE.UU.
Garzón pidió congelar
las cuentas de Pinochet en Suiza
y Luxemburgo, lo que fue denegado por la Corte Suprema. Nuevos antecedentes
dan cuenta que
Pinochet mantenía además una póliza de seguro de vida en la
empresa Standard Life de Bermudas. La cuenta bipersonal que mantenía con su
esposa, Lucía Hiriart, en el Riggs, se habría mantenido por varios meses en
1997, con el manejo de un millón de dólares en marzo de 1997, siendo el primer
indicio de que Pinochet mantiene cuentas
en el extranjero.
Según el Universal de México, "no fue posible
confirmar que la cuenta del banco Riggs aún exista. Oficialmente el banco
declinó confirmar que la cuenta exista o haya existido, alegando las leyes de
privacidad en EE.UU. De acuerdo con una fuente familiarizada con la operación,
que pidió no ser identificada, se trata de una cuestión clásica de 'banca
privada', una práctica de bancos
estadounidenses que garantiza máxima privacidad a sus clientes. 'No hay duda',
dijo la fuente, al revisar la fotocopia del estado de cuentas y asegurar que no
sería la única que la familia Pinochet tuviera, aunque también advirtió que
otras cuentas han sido establecidas a través de empresas con registro en Europa
o naciones en el mar Caribe. 'Estoy seguro que no es la única', comentó,
haciendo notar la instrucción de retener
correo, lo que evitaría incluso el estado de cuentas por ruta postal".
Hasta enero de 1999 no existían evidencias de que
Pinochet hubiese enviado dinero al extranjero. El Universal agrega: "El ex
presidente siempre procuró mantener una imagen de austeridad. Hay, sin embargo,
reportes verificados sobre propiedades en Chile. (...) Versiones sobre
el enriquecimiento de sus hijos han sido frecuentes, especialmente
en conexión con operaciones financieras
internacionales, incluso de
compra de armas
en Europa. (...) Entre 1973 y 1989 los militares controlaron
gran parte de las actividades de importación
y exportación de Chile".
AUGUSTO HIJO
El 4 de enero
de 1989, Augusto Pinochet Hiriart recibió el pago de 971.940.401 pesos, equivalentes
a US$3 millones. Jamás se aclaró el porqué el Ejército le entregó ese dinero en
"cheques". Se inició una investigación, demandada por 51 diputados,
pero debido a "presiones militares" ejercidas sobre los presidentes
Aylwin y Frei Ruiz-Tagle, el gobierno solicitó al Consejo de Defensa del Estado
el cierre de la investigación, argumentando razones de Estado.
Los negocios de Augusto hijo comenzaron cuando, siendo
oficial del cuerpo de Blindados, fue enviado a EE.UU. para recuperarse de un
accidente. En Los Angeles adquirió una
propiedad en US$300.000 (El Siglo/octubre de 1997). En ese momento tenía un
"sueldo" otorgado por Lan Chile, empresa aérea que fue utilizada por
la DINA para sus operaciones. "Agustín del Pino", como se hacía
llamar, figuraba "asignado a la oficina de Sacramento, a pesar de que
residía en Los Angeles". También aparece "asociado" a la empresa
de pantalla Pedro Diet Lobos, filial de la DINA.
Otro de sus
"negocios" fue adquirir 2 terrenos (1.600 hás.) en Dalcahue, Chiloé,
por US$80.000, en 1979, pagando en efectivo 2.000 dólares. Las letras de cambio y
cheques del Banco Santander fueron protestados,
sin embargo pudo continuar
participando de empresas.
Figura como
socio de la compañía Minera Saint
Etiene Ltda. y Mario Vargas y Cía., según investigación de Análisis
(septiembre/1990), además de Alberto Collarle
y Cía. Ltda., y la firma norteamericana Union
Resources Corporation (URC). Esta
compañía, que estuvo envuelta en "transacción irregulares" de cobre en Argentina, según denuncia de
American Metal Market, revista
de EE.UU., tenía negocios con Westinghouse
Electric Corporation para
quien debía entregar grandes
cantidades de cobre.
Pinochet Hiriart viajó
a Chile para "hacer
efectiva la operación", solicitando
a CODELCO 120.000 toneladas métricas de cátodos, en los
que obtendría jugosas comisiones (11 dólares por tonelada más 50% de los
beneficios de la venta). Ante la negativa
de los directores de CODELCO, el general Pinochet los citó. Finalmente,
"accedieron al negocio", en
el que también
se involucró a
ENAMI. Este es sólo uno de los "afortunados"
negocios de los hijos del dictador.
Por lo
menos dos de
sus hermanos han
seguido los mismos
pasos. Marco Antonio era representante en Chile de las lanchas
Chaparral, que eran comercializadas a través de Bathich Motoren, quien además
era su socio.
Su hermana Lucía incursionó en la venta de seguros a través de las empresas
Storil Ltda. y Metrópoli Ltda.,
que realizaron oscuras transacciones con el Instituto de
Seguros del Estado (ISE). El comando de
Industria Militar e Ingeniería del Ejército "pagó" a Pinochet hijo
tres cheques (cuenta Nº9007334),
equivalentes a US$3
millones. Según el diario La Nación (septiembre/ 1990), estos
dineros correspondía al pago del porcentaje de acciones que Pinochet hijo tenía
en la fabrica de armas Proyectos Integrados
a la Producción
S.A. (PSP), la
que había sido "comprada" en esa fecha por el
Comando de Industria Militar e Ingeniería del Ejército. PSP
estuvo integrada por
altos oficiales del
Ejército, siendo sucesora de Valmoval, que se declaró
en quiebra en 1982.
En octubre de 1990 se constituyó una comisión de la
Cámara de Diputados. Contraloría entregó los antecedentes al CDE, que presentó
en abril de 1993 una denuncia por "pérdida de patrimonio del Fisco",
en el 5º Juzgado. El Ejército respondió con el "boinazo", un
levantamiento militar el 28 de mayo. Según algunos especialistas en el tema, la
familia Pinochet se encuentra entre las diez de mayor fortuna de Latinoamérica.
"PROPIEDADES"
El "empleado público" Augusto Pinochet
Ugarte y el comerciante Sergio Ternicier realizaron en abril de
1978, ante el notario José Valdivieso, una transacción. Pinochet compraba a
Ternicier la Quinta Croce (12.000 mts. cuadrados), por 400.000 pesos. Un mes
después, ante un nuevo notario, se
realizaba una operación similar. Carmela Suárez vendía 140 mts. cuadrados,
adyacentes al sitio anterior, por $30.000. El precio
pagado por los terrenos era irrisorio, tomando en cuenta que se encontraban en
sitios urbanos.
En octubre de
1980, ante el notario Jaime Morandé, Sergio Cadenasso Ferroggiario
"compraba el predio" de Limache por 3 millones de pesos. Cadennazo era general de
Ejército y vicepresidente de la Caja de Previsión de la Defensa Nacional (CAPREDENA). Las utilidades
del "negocio" superaron el 230% de la "inversión original".
Se produjo un escándalo incluso internacional cuando
se supo lo que había ocurrido. Se presentó una denuncia ante la Contraloría. La
Secretaría General de Gobierno respondió que: "La propiedad adquirida por
S.E. para su descanso y el de su familia, carecía de la privacidad que se
buscaba, por lo que fue vendida a la
CAPREDENA, que requería terrenos en Limache para la construcción de una
población destinada a sus afiliados".
La revista Cauce encabezó las denuncias en los medios de prensa. En febrero de 1984 dio con graves antecedentes: el terreno fue tasado en
9.030.560
pesos en enero de 1984 por CAPREDENA, mientras que el SII al mes siguiente otorgó un avalúo por sólo
$485.307. Además, la Quinta Croce no era apta para instalar edificios, pues el
terreno estaba anegado por un canal
colector de lluvia,
cubierto de fango.
CAPREDENA "compró" a Pinochet sin evaluación técnica previa ni
licitación, supuestamente para el
Conjunto Habitacional
Huamachuco. Se ejecutaron
costosas obras, como el abovedamiento de un canal y la construcción de un
sumidero, antes de la "edificación" 64 casas.
El escándalo fue mayúsculo Pinochet buscó un nuevo terreno donde
construir su casa de descanso. El teniente
coronel de Ejército
Ramón Castro Ivanovic se encargó de la
"misión".
A través de
la corredora Fritz
Propiedades, encontró una
parcela de 7 hás.
en el Melocotón Alto. En enero de 1979, Castro Ivanovic "compró" el
predio a Jorge Alvaray y
Luis Saavedra por
$240.000, quedando inscrita
a nombre del "empleado público". El
dictador quería edificar
su casa de
descanso de 606 mts.
cuadrados, 3 edificaciones
anexas, hectáreas de
almendros y nogales, piscinas y
parques. La casa principal debía contar con 3
niveles y terrazas. En
varias oportunidades se
detuvo la obra,
deshaciendo lo avanzado para dar
en el gusto a Lucía Hiriart, lo que significó exceder el presupuesto inicial
previsto por Del Pozo, Montes y
Cía. Ltda. Augusto Pinochet solicitó un
"préstamo" a la
Caja de Defensa
Nacional. El propio general Sergio Cadenasso aprobó $1.800.000,
"a plazo", pero de
24 años.
Los encargados
de seguridad evaluaron
que el sitio
no brindaba garantías, por la cantidad de predios colindantes
y "vecinos". Se presionó a los propietarios para que
"vendieran". Autorizado por Pinochet, el teniente coronel Castro Ivanovic
adquirió predios vecinos
por $3.154.945 pesos.
Poco
después, Pinochet compró otro por $1.600.000, y en enero de 1982 otro por
$2.700.000.
Los dineros fueron "pagados" por el
Ministerio de Obras Públicas, autorizado por Decreto Supremo Nº1.319
(diciembre/1981), con las firmas del propio Pinochet, el ministro general
Patricio Torres, y el ministro de Bienes
Nacionales general de carabineros René Peri Fagerstrom. Según ese
decreto, la "compra fiscal"
respondía al plan del Estado de
construir un camino entre las localidades
de San Joaquín
y San Alfonso,
camino que no
se construyó. En junio de 1982,
un nuevo Decreto Supremo autorizó la venta del
"terreno fiscal" al teniente coronel Castro Ivanovic por
$240.000. Del mismo modo, el Fisco adquirió 1.240 mts. cuadrados en
$1.000.000 a Elena
González, que fueron
"revendidos", al teniente
coronel, en $85.000.
En marzo, Castro Ivanovic adquirió por $260.640,
autorizado por el Ministerio de Hacienda mediante decreto supremo, 6.516 mts.
cuadrados de "terrenos fiscales" de la línea de ferrocarril entre
Puente Alto y el Volcán.
Finalmente, en diciembre, ante el notario José
Valdivieso, Augusto Pinochet "compró" al teniente coronel Castro
Ivanovic "todos los predios" por
$1.500.000. En abril de 1984, Pinochet y su esposa,
ante el notario Sergio Carmona, ex oficial de Ejército y académico de la
Escuela Militar, firmaban una escritura para "donar" al Fisco los
terrenos "para el sólo efecto de la seguridad requerida (pues en ellos)
podría destacarse una guardia, y establecer las instalaciones de seguridad
requeridas".
La obra gruesa tuvo un costo de un millón de dólares.
En la zona no había red de agua
potable, electricidad, ni señal de TV. En tiempo record, tanto Chilectra como
EMOS dotaron de aquellos dos servicios básicos al sector. TVN, dirigida por el
yerno de Pinochet, Hernán García Barzelatto, instaló una antena repetidora. Las obras viales excedieron
los 216 millones de pesos de la época, financiadas por el Fisco
En abril de 1984, los periodistas Mónica González y
Edwin Harrington investigaron el "caso de la mansión de Pinochet en El
Melocotón". El informe destinado a ser incluido en la edición Nº11 de
Cauce, llegó a manos del gobierno antes. Se decretó de inmediato el Estado de
Emergencia, se censuró a Cauce y otros
medios y se dictó una nueva Ley de Abusos de Publicidad. Un grupo de civiles
golpeó a Jorge Lavanderos, quien guardaba documentos que certificaban las
irregularidades. En mayo de 1984, un
grupo de profesionales (entre ellos Patricio Aylwin, Ricardo Lagos,
Andrés Zaldívar, Gabriel Valdés, Enrique Silva Cimma, etc.), presentaron una
denuncia ante la justicia, contra el general Pinochet por "fraude al Fisco
y utilización de alto cargo público en beneficio de su propio interés
personal". No hubo ninguna investigación.
Cauce, en enero de 1984, dio a conocer nuevos detalles
de la construcción de otra casa,
"el bunker de Pinochet", en Lo Curro, zona oriente de Santiago. La
construcción fue ordenada por el comandante en Jefe del Ejército.
La casa de Lo Curro había sido programada para servir
de domicilio a la familia Pinochet. Después de las denuncias, fue declarada
"construcción destinada para el uso de los presidentes de la República de
Chile". Se encuentra en los faldeos del cerro Manquehue, y requirió
dinamitar laderas y desplazar "volúmenes de tierra y piedras equivalentes
al movimiento
necesario para la edificación de miles de viviendas".
El gasto estatal para construir esa mansión fue de un
5% del presupuesto para Obras Públicas de 1984 (que ascendía a
$35.400.000.000). Se erigió sobre un terreno de 80.000 mts. cuadrados, y la
construcción de 6.000 mts. cuadrados costó US$20.000.000. Los jardines y
parques significaron un costo de $15.000.000. Cuenta con canchas de tenis,
gimnasio, 250 estacionamientos, sala de cine, saunas, central telefónica,
estanques de agua, central eléctrica
subterránea y una clínica.
Debido a los "gustos" de la señora Lucía
Hiriart y a requerimientos de "seguridad", el SERVIU debió hacer
continuos desembolsos por "gastos extraordinarios", por '$5.000.000
semanales. La propiedad de la familia Pinochet significó la construcción de un
puente y de una carretera urbana de 8 pistas por la ribera del Mapocho, desde
la Av. Santa María hasta Lo Curro. La
señora Lucía incorporó "detalles" en la suite presidencial encargados
a Pavez Decoraciones Ltda., por
$11.000.000. La casa
cuenta con "refugio antiaéreo", "túnel de salida
secreta", "área de contra-ataque" y "zona de guardia"
(con salas de juego, comedores, dormitorios, etc., para decenas de
comandos especiales).
Aylwin intentó "recuperar la propiedad para el
Fisco", pero el Ejército que aún
era dirigido por Pinochet - y lo sería hasta que asumió como senador vitalicio
durante el gobierno de Frei -, se opuso. Hoy es el Club Militar de Lo Curro.
HISTORIAS DE LA "NARCODICTADURA"
Las investigaciones periodísticas "Pinochet. The
Politics of Torture" (1999) de Hugh O'Shaughnessy, "Traficantes &
Lavadores" (1996) de Manuel Salazar,
y "La Delgada Línea Blanca.
Narcoterrorismo en Chile y Argentina" (2000) de Rodrigo De
Castro y Juan
Gasparini, revelan las
conexiones entre la dictadura,
la familia Pinochet
y el tráfico
de drogas. Una
estrecha relación que ya era
bien conocida.
En "Asesinato en Washington" (1980) los
periodistas Dinges y Landau, utilizando fuentes del FBI, informan que Manuel
Contreras, director de la DINA, "dio protección a narcotraficantes,
recibiendo por ellos pagos que fueron a la DINA y al lobby cubano
anticastrista", lo que demuestra que las "conexiones y negocios"
involucraron a alto nivel a la dictadura, las FF.AA. y los servicios de
seguridad.
Una forma de "financiar" las operaciones
exteriores de la DINA fue el comercio clandestino de drogas y el tráfico de
armas. Los negocios entre Marco Antonio Pinochet, hijo del ex dictador, y Yamal
Edgardo Bathich, un conocido narcotraficante, fueron investigadas por la
revista Análisis (enero 1993) y son parte de la investigación de De Castro
y Gasparini.
Marco Antonio y Bathich eran accionistas en la empresa
Chile Motores. Posteriormente, Jesús Ochoa Galvis - narcotraficante colombiano
- se vinculó a la compañía que cambió a Focus Chile Motores. Bathich, además,
mantenía "negocios" con su primo, Monzer Al Kassar, traficante de
armas sirio condenado en Londres por tráfico de drogas. Todos los negocios,
incluyendo sociedades en Panamá, estaban a cargo de Héctor Novoa
(hermano del actual senador UDI, Jovino Novoa).
Según O'Shaughnessy, nuevos antecedentes entregan un
convincente panorama de la larga vinculación entre la dictadura y la droga, que
Dinges y Landau denunciaron: "Pinochet envió a la DEA de EE.UU. un avión
cargado de narcotraficantes detenidos después del golpe (...) luego la mano
derecha de Pinochet, Manuel Contreras, puso sus propios hombres bajo
protección de la DINA, en las mismas
plantas de elaboración y puntos de
embarque.
Los cubanos anticastristas llevaban una parte en la
operación. Las enormes ganancias fueron a suplementar el presupuesto
clandestino de la DINA. Pinochet sostuvo a menudo que él controlaba a la DINA y
en realidad lo hacía respecto de todo lo que sucedía en Chile. (...) A la luz
de sus propias declaraciones y de las hechas por Manuel Contreras, sería
imposible imaginar que el dictador ignoraba el tráfico de drogas".
LA CNI, BATHICH Y BARAMDYKA
Hugh O'Shaughnessy relata otras vinculaciones. Frankell
"Trinidad Moreno" Baramdyka, infante de marina norteamericano,
traficó droga y dinero en Centroamérica y el Caribe bajo órdenes de oficiales
norteamericanos, en beneficio de los "contras". Su esposa chilena era
accionista de la empresa pesquera Redes del Pacífico.
Otro accionista, Federico Silva, figuraba como
funcionario del Consulado chileno en Los Angeles, mientras su padre, Fernando
Silva, era director del Departamento de Fronteras del ministerio de RR.EE., en
1985. Baramdyka trabajó como gerente general de Redes del Pacífico, que era
ocupada como empresa pantalla para "exportar" cocaína.
En marzo de 1987, EE.UU. pidió a la dictadura su
arresto y extradición. En diciembre de 1987, la Corte Suprema decidió que podía
ser extraditado, sin embargo Pinochet no lo dejó salir. Permaneció detenido por
giro doloso de cheques. Sabía mucho. Sus "contactos" colombianos
habían sido abastecidos de materias
primas para la elaboración de cocaína por el Complejo Químico Industrial de
Talagante del Ejército. Declaró que había entregado 2 millones de dólares a un
directivo del consulado de parte de los colombianos, como pago. Reconoció su
relación con Bathich y otros:
"Bathich decía tener buenos contactos en los más altos niveles del
gobierno de Pinochet y con los servicios de inteligencia. Se jactaba de
importar cocaína desde Brasil oculta en motores de segunda mano y a través de
camionetas y helicópteros desde Bolivia. Una cierta cantidad era reexportada a EE.UU. con la ayuda de
personal de una aerolínea".
Según Baramdyka, en diciembre de 1985 fue llamado
"al cuartel general de las FF.AA. en la Alameda para una entrevista con el
'coronel Gutiérrez', jefe de las operaciones de narcotráfico. Respondía
directamente al general Humberto Gordon, entonces jefe de la CNI", que fue
sucedido por el general Hugo Salas Wenzel. Le confirmó lo que le había
comentado Bathich. "Un problema serio, agregó el 'coronel Gutiérrez', era
que las cosas estaban saliendo mal en Estocolmo", base principal de las
operaciones terroristas y relacionadas con narcotráfico de la DINA y la CNI.
Relató su participación en los negocios de la CNI en
Madrid, organizando una nueva red de venta de cocaína para sustituir al centro
que funcionaba
en Estocolmo. Uno de sus contactos fue un oficial
chileno destinado antes a la
capital sueca. Agregó que en 1986 (marzo/junio/octubre) y 1987 (marzo/ junio),
organizó "numerosos vuelos
desde Chile con
embarques de cocaína por un peso total de 12 toneladas
disimuladas en envíos de bombas de
racimo para Irán e Irak".
Los despachos se hacían en la Fábrica de Material de
Guerra del Ejército (FAMAE) en Santiago y eran llevados en vehículos militares
al Aeropuerto Pudahuel. La droga se destinaba a Europa y puntos intermedios, a
menudo el Aeropuerto de Port au Prince (Haití) o en Islas Canarias. Uno de los
aviones utilizados para los embarques había sido "charteado" por una
compañía británica registrada como Quinn Freight, y fue el mismo que usaron
Robert Mc Farlane y el coronel Oliver North para viajar a Irán a negociar el plan
Irán-Contras.
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