viernes, 4 de marzo de 2016

Nico Eyzaguirre: “Los que se espantan con las reformas están anclados a un modelo rentista”


Eyzaguirre:
JUEVES, 03 MARZO, 2016POR: REVISTA CAPITAL Nicolás Eyzaguirre reconoce que hubo “atolondramiento” en la primera mitad de gobierno, pero que se ha corregido. Éstas son las definiciones para el segundo tiempo de uno de los ministros más cercanos a la presidenta.

Horas antes de esta entrevista, cuando aún no despuntaba el sol, La Moneda estaba en ebullición. Para el equipo de gobierno, el súper lunes no fue una cuña periodística, sino que pura realidad. Una realidad nada muy distinta de lo que fueron los 24 meses previos. Consejo de gabinete, anuncio de ajuste fiscal, comité político, intentos de última hora para destrabar reformas eran parte del menú del día y en la cocina nada menos que el ministro secretario general de la Presidencia, Nicolás Eyzaguirre, a quien, como Roma, van a dar todos los caminos.

Cuando nos recibe, a las 18 horas de ese día, lo primero que dice es que está cansado, y como en algunos círculos el asunto “es tema”, partimos por preguntarle cuán serio puede ser eso del estrés con miras a lo que viene en el segundo tiempo del gobierno.

-¿Está agotado, ministro? Hay quienes dicen que se le ha visto cerca del colapso con el ritmo de las reformas.

-Estamos entrando en la segunda fase del gobierno, de abrochar y ver la factibilidad de cumplir compromisos, dado el realismo. Comienza un proceso de convergencia. La primera parte fue como ir a mar abierto y fue más cansador. Si la pregunta se basa en cómo estaba en enero, eso es como hacer un juicio a partir de los últimos metros del maratón. No he tenido trabajo liviano en la última década y al final te acostumbras. Como uno es agonista, se lucha hasta la última milla en la carrera y se llega algo fundido.

-La pregunta de fondo es si a ese ritmo las cosas se hacen bien. Hay críticas y autocríticas incluso desde la Nueva Mayoría.

-Se ha construido una cantidad enorme de mitos. Que la desaceleración es por las reformas es uno de ellos. A estas alturas es evidente, a la luz de lo que pasa en otros países, que el bajo crecimiento es una cuestión de carácter sistémico que difícilmente se puede explicar por lo que ocurre domésticamente. El ministro Valdés y yo éramos el subdirector y director para las Américas del FMI y por años dijimos: “Cuidado con creer que lo que están viviendo es una buena aproximación de lo que va a ocurrir en el mediano plazo (…) Esto no va a durar, va a venir la hora de la verdad”. Algunos países no lo vieron: Brasil, Argentina, Venezuela.

El segundo mito que se ha construido es que las reformas son culpables de la pérdida de apoyo ciudadano al gobierno. Que eran ideológicas, mal hechas. Yo creo que lo que ha ocurrido con la aprobación del gobierno tiene que ver con una caída brutal en la aprobación de las elites: gobierno, oposición, Iglesia, Jadue, etc. No les sigamos dando crédito a hipótesis que han probado ser falaces.

Lo que hemos hecho, por encargo de la presidenta, es ir desarrollando las reformas conforme a lo que razonablemente podemos ir procesando. No significa que no nos hayamos precipitado en el pasado, pero corregimos esa marcha.

-Convendrá que en Chile hay un golpe fuerte a las expectativas, como lo muestran todas las encuestas. Mucha incertidumbre asociada a tantos marcos normativos en cambio.

-No quiero reemplazar al ministro Valdés en esto, con quien tenemos una mirada coincidente, pero cuando hay muchas cosas pasando simultáneamente, atribuir causalidad es temerario. Yo no digo que en el mediano plazo el crecimiento tendencial no se relacione con lo bien o mal hecho de las reformas, pero explicar una desaceleración coyuntural que viene de fines de 2012 y 2013 por las reformas, no está en el mismo nivel de abstracción. Para mí es obvia la correlación entre Chile y otras economías de América Latina, incluso los bien comportados.

-Descontando Brasil y Venezuela, Chile está abajo en la tabla de crecimiento de las naciones de la Alianza del Pacífico. ¿No es anormal?

-Cuando llegas a un PIB per cápita más alto, se tiende a desacelerar. Ésa es una regularidad. ¿Estamos condenados a crecer a 2%? No pues, nosotros debemos hacerlo al 4,5%. Pero es evidente que vamos a crecer algo menos que Colombia y Perú, porque ellos están más abajo que nosotros en PIB per cápita. Cuando se hace más de lo mismo, la fase de crecimiento comienza a generar cuellos de botella y hay que comenzar a inventar cosas nuevas… y eso es difícil.

No digo que el crecimiento haya sido completamente indiferente a las reformas. Sin duda que éstas generaron incertidumbre y eso en el margen tiene un efecto sobre la inversión y otras cosas. Pero no es lo principal, lo principal es el contexto.

En cierta forma, como dice Jack Bauer, el problema es cuál es tu alternativa: o sea, si tienes una creciente fractura del contrato social, la pregunta es cómo habría evolucionado la incertidumbre si no haces nada versus si te tiras a la piscina y tratas de normar aquellas cuestiones que a ojos vista estaban comenzando a generar mucha tensión. Nuestra apuesta es que, claramente, era mejor comenzar a tratar de encargarse de la situación y no hacerse los sordos y ciegos ante esto.

Quiero mencionar este punto para precisar que obviamente no voy a ser tan…

-¿Soberbio?

-Soberbio no diría, pero sí impermeable a lo que muchos dicen. Cuando muchos empresarios, que son los que invierten, dicen “pucha que siento incertidumbre por la reforma laboral, por la reforma tributaria”, obviamente que eso tiene que afectar de alguna forma su deseo de invertir, pero la pregunta que yo les hago es cuál es la alternativa. La alternativa hubiera sido no hacer ninguno de esos cambios y que la tensión social creciera y creciera y creciera. ¿Acaso no vieron las manifestaciones de 2011?

“Sin duda que las reformas generaron incertidumbre y eso en el margen tiene un efecto sobre la inversión y otras cosas. Pero no es lo principal, lo principal es el contexto”.
-Pasa también que varios colegas suyos, ex ministros de Hacienda de la Concertación, han adherido a esa crítica.

-¿A cuál?

-A que las reformas no se han hecho bien, a que se han hecho de forma precipitada, poco pulcra y que eso sí ha tenido un costo importante en materia de crecimiento. Lo han dicho Foxley, Aninat, Velasco.

-Foxley no lo dijo así. Lo dijo Aninat. Lo dijo Velasco. Pero no tienen evidencia rigurosa para afirmar eso: es su opinión y yo no la comparto. Lo que no significa que las reformas hayan sido hechas de manera perfecta. Yo dije que a ratos habíamos abarcado más de lo que podíamos apretar y eso había significado ciertas desprolijidades. Y eso lo acepto. Pero que eso es lo que explica la caída de crecimiento de cinco y medio a dos, por favor, o sea, no se sostiene. Si alguien escribe un paper académico demostrando esa tesis, yo creo que no lo publicaría nadie.


Señales al mercado

-¿Qué papel juega el ajuste fiscal anunciado?

-Eso tiene que ver con sintonía fina, con no provocar a los mercados. Yo lo viví en 2002: cuando hay una situación externa más delicada, se tiene que demostrar al mercado que estás vigilante. Y en esto quiero remitirme al ministro Valdés: lo que estamos haciendo, respecto del gasto efectivo, es bajarlo de 5% a 4%. Eso es sintonía fina y demostrar que vas a financiar tus gastos con ingresos permanentes, demostrar que en eso de vivir con lo propio somos los primeros del curso.

-¿Un ajuste de US$ 540 millones no es poco? ¿O se temió golpear más la ya deprimida economía?

-Es evidente que desacelerar el gasto público no ayuda al crecimiento. Aunque sí lo podría ayudar en la medida que si no lo haces, podrían subir las tasas de interés, lo que podría ser peor.

-Ministro, hay quienes han dicho que antes del ajuste el riesgo país de Chile podía estar en cuestión. ¿Es correcto el diagnóstico o son visiones interesadas?

-Son interesadas. Acuérdense de la famosa frase del presidente Lagos en 2002 sobre “quién es el señor Molano”, cuando se dijo que Chile estaba quebrado. Y qué pasó: a los pocos años teníamos el fondo soberano más grande quizás de todos los países emergentes. No sólo no estábamos quebrados, sino que rozagantes. Eso no significa que se pueda jugar con el riesgo país. ¡Nunca! Y por eso hay que demostrar que estás vigilante.

-¿Qué tipo de interés puede haber en esas afirmaciones?

-Siempre hay intereses, políticos y de todo tipo… o también exageración por parte de los analistas.

-Mahmud Aleuy declaró que muchas de las quejas de los empresarios, que deberían estar acostumbrados a moverse en ambientes de incertidumbre, parecen interesadas políticamente. ¿Usted comparte esa afirmación?

-Cuando las opiniones y las consecuencias de tus opiniones son demasiado similares a tus intereses, tienes el legítimo derecho a sospechar si son tan neutras. Lo que sí pienso es que estos períodos de súper precios de los commodities a veces te matan y a veces te adormecen.

-¿Pueden ser una maldición?

-Por eso con el ministro Valdés lo dijimos tantas veces: cuidado, cuidado, cuidado. Porque si comienzas a gastar creyendo que lo transitorio dura para siempre, terminas quebrado. Entonces te mata. Hemos visto las crisis que están ocurriendo en Venezuela y en otras partes. ¿Por qué crecíamos en el período 2010 a 2013? Por el sector inmobiliario, por el retail, por el mercado interno, en función de que había muchos ingresos porque vendíamos nuestro cobre a un precio extraordinariamente alto. Pero eso no iba a durar. Algo nos adormeció, pero no nos emborrachamos. Porque Chile, producto de la política de balance estructural, que la han seguido escrupulosamente todos los gobiernos, ahorró una parte importante de esos ingresos transitorios y por tanto tiene ciertas reservas para continuar su marcha, si bien algo más lento.

-En ese contexto de menor crecimiento, la reforma laboral, dicen algunos dirigentes empresariales y economistas, sería hacerle una zancadilla a una economía ya golpeada.

-Son todas opiniones interesadas. Nosotros construimos en tres décadas, un modelo macroeconómico que en algún momento incluso llegó a ser celebrado como uno de los mejores en el mundo. Donde teníamos una política fiscal responsable, con baja inflación y creíble, con un Banco Central independiente, con un tipo de cambio flexible, con incentivos al ahorro en el sistema tributario para las empresas... Ésos son los ejes centrales sobre los cuales descansan los pilares del éxito de los últimos 30 años.

Hay una parte que iba junto a todo eso que era una cierta tendencia al rentismo, que nos acompaña desde la Colonia. Y es una gran concentración de la propiedad, aglomerada en ciertos nichos de mercado que están relativamente protegidos. Cuando vives en países desarrollados, el crecimiento está basado en la lógica de la productividad, de la innovación, no en la lógica de agarrarte un coto de caza y vivir cómodamente con ese coto de caza.

Nada de lo que se está haciendo en las reformas laborales es algo que espantaría a un empresario en un país desarrollado. Nada. Como tampoco lo que estamos haciendo en reforma educacional. Entonces, a los que más espantan las reformas es a quienes están anclados en un modelo rentista. Te quiero aclarar que sí puede haber cuestiones que te descarrilen. Por ejemplo, un keynesianismo excesivo como le pasó a Brasil. Pensar que puedes vivir a punta de políticas de estímulo de banda fiscal y meterse en una espiral de endeudamiento como le pasó también a España, sin duda sería peligrosísimo.

-¿Y qué responde ante las críticas a la reforma tributaria?

-Yo creo que fue muy buena la discusión de la reforma tributaria, en el sentido de que era menester mantener el incentivo en el ahorro a las empresas. Tal como el incentivo al ahorro que genera el modelo de capitalización de las AFP. Yo sé que hay algunos que no les gusta el modelo de capitalización. Pero yo creo que esos son pilares básicos de la economía chilena. No estoy diciendo: está todo perfecto, aquí somos invulnerables. ¡No! Objetivamente, si caemos en cuestiones populistas, si caemos en quitar algunos de estos motores de esta joyita que hemos tenido dentro de los últimos 30 años, claro que podemos irnos hacia atrás o estancarnos. Pero ninguna de las cosas que se están haciendo, ni la reforma tributaria, ni la reforma laboral, realmente amenazan con desvirtuar lo que nos ha permitido seguir creciendo.

-¿Esas críticas son malintencionadas? Se dice que los empresarios lloran demasiado, que están malacostumbrados.

-Estoy diciendo que son críticas que son legítimas, pero que son hechas desde la óptica de alguien que tiene intereses en el juego. No necesariamente las críticas de cada sector van a ser imparciales respecto al bien común. Tampoco las de los sindicatos ni las de otros sectores que presionan por tener legislaciones en su favor. No estoy calificando intenciones, pero sí estoy diciendo con claridad que se les están atribuyendo a las reformas que hemos hecho poderes destructivos que, la verdad, no tienen.


No a la retroexcavadora

-Recién habló de los pilares construidos durante las últimas tres décadas. ¿Usted ve que hay una solución de continuidad desde el gobierno de Aylwin hasta ahora o este gobierno marca un punto de inflexión, como planteaba el anterior ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo?

-Primero, nobleza obliga: a pesar de que el elemento de aprobación democrática del proceso más temprano que tarde tenía que llegar, porque si no ninguna reforma es viable, yo creo que este encuentro con un modelo de crecimiento dinámico, que nos ha traído tanta prosperidad, comienza con Hernán Büchi, no con la Concertación. Él entendió que había que tener un modelo exportador, una política monetaria responsable que anclara la inflación, una economía privada, un sistema tributario que fomentara el ahorro, y esas cosas se profundizaron durante la Concertación.

Ahora, respecto de lo segundo que me dices, si este gobierno de Nueva Mayoría es una ruptura de esa tradición, sí y no. Cada día tiene su afán. Fui ministro de Hacienda de Lagos, por tanto, difícilmente podría decir que lo anterior no era válido. Chuta, con qué ropa, si yo estaba metido ahí. Lo que se hizo en esos largos años era lo apropiado para ese momento. Y si miras las cosas que han hecho Perú o Colombia, siguen bastante de cerca lo que nosotros realizamos en su época. Ahora, llega un momento en que más de lo mismo ya no resulta –les pasa a las empresas y es algo que en otro nivel lo está viviendo China–. Cuando parecía que las tasas de crecimiento elevadísimo no iban a tener fin, comienzan a encontrarse con cuellos de botella.

Vean ustedes el tema de la desigualdad. Chile tiene un coeficiente Gini de 0,5. Busquen un país en el mundo que haya excedido los 20 mil dólares per cápita con coeficiente Gini superior a punto cinco. No existe. Todos los países desarrollados tienen coeficiente Gini entre 0,25 y 0,4.

-¿Eso a qué fecha, ministro?

-Al 2013, y han sido relativamente estables.

“Este segundo tiempo es más de gestión que de transformación. No significa que la transformación se detenga, pero el componente gestión pasa a ser más importante”.
-O sea que la Concertación no cambió nada.

-¿Me quieres pillar o quieres conversar del tema? Te estoy tratando de hacer otro punto. Me estás diciendo si reniego de lo que se hizo antes, no. Eso era lo que correspondía para esa época y no hacerlo cuando había una oportunidad, unos nichos fantásticos, hubiera sido un absurdo, es como no explotar el cobre. Pero no puedes vivir sólo del cobre.

¿Por qué ningún país en la historia de la humanidad ha logrado llegar mucho más arriba de los 20 mil dólares sin haber solucionado los problemas de distribución? ¿No habrá alguna pista que nos diga la experiencia internacional? ¿O nosotros vamos a ser tan especiales que vamos a ser los primeros que romperemos la barrera del sonido con motor a explosión? Raro. Si miras a todos los países que llegaron a ser desarrollados, mutaron desde una estructura de commodities a una estructura de conocimiento basada en agregar capital humano.

Entonces, claramente vemos los primeros síntomas de que nuestro modelo comienza a tener ciertas limitaciones. Síntomas que de alguna manera fueron adormecidos por el tremendo ciclo de los commodities que vivimos. Yo te asevero que este problema tendríamos que enfrentarlo con total independencia del tipo de coalición política que nos gobernara.

-Usted reivindicó los avances de los últimos 30 años, desde Büchi. ¿Cómo convive eso con la visión del PC, que asocia a Lagos con neoliberalismo?

-Me sirven poco para entender la realidad estos conceptos ampulosos como el neoliberalismo o el modelo. ¿Qué es neoliberal? ¿Suecia, Estados Unidos, Portugal? Cada país va encontrando sus combinaciones entre cierto Estado que apoya la equidad con la dinámica del sector privado, que es insustituible, porque ellos son los que generan, con el sentido del lucro (y lo digo con todas sus palabras), innovación, nuevas ideas, nuevos productos.

-¿Es demagógica la acusación de neoliberal?

-Es simplista. Tratar de atribuir causas simples a problemas complejos es reduccionista. No estoy calificando lo que haya dicho nadie. Mi opinión es que no ayuda en nada decir “que somos muy neoliberales”.

Ahora, si con neoliberal me dicen que el mercado ha ocupado un sitial excesivo en la sociedad, yo diría que sí. Porque hay ciertas cuestiones donde tu capacidad de pago no puede ser el elemento racionador de si tienes acceso o no. Por ejemplo, educación, salud o en alguna medida algo de previsión en el caso del pilar solidario. Pero que si la gran mayoría de la producción de bienes y servicios debe ser privada, no me cabe la menor duda.


Matar a los padres

-¿No le duele que entre los jóvenes la Concertación sea casi una mala palabra?

-Creo que hay que leer a Freud. Los jóvenes necesitan matar simbólicamente al padre como una forma de afirmar su identidad y está muy bien que lo que hagan. Otra cosa es que los viejos queramos ser adolescentes o viceversa. Cuando los papás se empiezan a creer adolescentes la familia se desgrana. Y si los adolescentes se ponen viejos, la familia se estanca. ¿Ustedes tienen hijos?

-Sí.

-Bueno, a mí, los míos me sacan la cresta.

-¿Están más a la izquierda?

-Por supuesto.

-¿Cómo ve un choque entre Piñera y Lagos? Piñera dijo a Capital que sería un clásico y otros, más críticos, creen que sería un chiste repetido.

-No corresponde que un ministro empiece a especular sobre candidaturas. Sí creo que el país cambió y que independiente de quién sea el futuro presidente, gobernar no será de la manera clásica.

-¿Y Lagos podría asumir un desafío como ése?

-Supongo que quienes han sido presidentes en el pasado, si el pueblo los eligió es porque considera que son capaces.

-¿Le gustaría que Lagos vuelva a ser opción?

-Reitero: no corresponde que un ministro de esta presidenta se pronuncie sobre sus preferencias. No me puedo desdoblar.

-A veces esa regla se rompe. Se ha visto al ministro del Interior oponiéndose a lo que ha dicho la presidenta… ¿De qué manera esas fisuras afectan?

-Yo no lo veo así y no he visto ninguna fisura.

-Pero las descoordinaciones, ¿no hablan de algún vacío de poder? Algunos analistas han dicho que la presidenta está muy afectada por el caso Caval…

-Ése es otro mito urbano. Yo he estado en contacto con ella permanentemente y la veo al pie del cañón trabajando con entusiasmo y entereza. Ahora volvió con mucha energía… Todas esas cosas de que yo estoy agotado, son puros mitos urbanos. ¿Ustedes me ven peinando la muñeca?

-¿Qué le pareció la afirmación del presidente Piñera respecto a que a su familia no le falló, a diferencia de Bachelet? ¿Lo encuentra usted un desatino?

-No me gusta calificar las opiniones de las personas. Hablemos de ideas. Yo no soy un Catón moral para estar diciendo si esa declaración es atinada o desatinada. Tengo mi opinión, pero no corresponde que un ministro, por lo menos yo, se refiera al tino o desatino. No me pareció de un excesivo buen gusto, para qué voy a decir lo contrario, pero él es dueño de sus palabras… y también esclavo de las mismas.

-¿Hay un antes y un después en la forma de hacer las cosas en el gobierno tras la salida del G-90?

-Yo creo que ése es otro mito.

“Yo creo que este encuentro con un modelo de crecimiento dinámico, que nos ha traído tanta prosperidad, comienza con Hernán Büchi, no con la Concertación. Nobleza obliga”.
-Personas como Camilo Escalona han hecho afirmaciones en esa dirección. Si mal no recuerdo, hablaba del G-90 como una asociación política secreta…

-No me pongan de comentarista de los dichos de otro, así que les voy a decir lo que vi desde dentro. Yo vi que había una cierta generación, básicamente ligada al PPD, que había ocupado muchos puestos de gobierno –algunos de ellos ya no están– y que ponían una cierta impronta, pero que no eran ni culpables de todos los males ni responsables de todos los éxitos. Ésos son mitos y, por tanto, no gastaría mucho tiempo en tratar de analizar la incidencia de aquello, creo que no es mucha.


El humor como catarsis

-Volviendo al segundo tiempo. ¿Cómo se aborda tras los resultados de la encuesta Cadem, que son bastante negativos?

-¿Una encuesta de una semana?

-Igual es una especie de balde de agua fría.

-Esperemos más encuestas, porque la encuesta de una semana, como una golondrina, no hace verano, ni un pájaro negro hace un invierno.

-¿La caída de aprobación tuvo relación con el humor político de la Quinta Vergara o cree que ésa es una aproximación ligera?

-Estoy bastante de acuerdo con Carlos Peña. Creo que el humor es un ejercicio catártico.

-¿No cree que han sido irrespetuosas algunas rutinas?

-Reitero, es un ejercicio de catarsis, de personas que se sienten agredidas por quienes les impusieron unas determinadas leyes, pero ellos mismos no se regían por esas reglas. Eso genera rabia.

-Más allá de las encuestas, ¿qué énfasis va a marcar la agenda del gobierno en este segundo período que cronológicamente se abre?

-Este gobierno y el siguiente y el que le siga deberán tener una agenda bastante potente de cambios. Pero eso no significa que puedas hacer todos los cambios en un gobierno, porque así como hay escasez de recursos financieros, tampoco puedes hacer todas las políticas al mismo tiempo. Debes tener capacidad técnica para diseñarlas bien y esas cosas no son infinitas. Por tanto, qué significa ese segundo tiempo, significa consolidar. Entonces, este segundo tiempo es un tiempo de ciudadanización, de consolidación, de implementación. Es más de gestión que de transformación. No significa que la transformación se detenga, pero el componente gestión pasa a ser más importante y el concepto de transformación pasa a ser relativamente menos importante.


El gran debate

-El tema constitucional ¿qué rol va a jugar? La promesa de campaña fue tener una nueva Constitución.

-No, fue enviar un proyecto. Lo que dijo la presidenta es que vamos a realizar nuestros diálogos ciudadanos, nuestros cabildos y eso va a constituir las bases de una nueva presentación constitucional y sobre la base de eso, la presidenta va a elaborar un proyecto de ley que va a enviar al Congreso. Simultáneamente, o un poquito antes, va a enviar un proyecto de reforma constitucional, que no es lo mismo que una nueva Constitución, para ver cómo se discute este proyecto.

-¿Y cómo entra esa reforma en la lógica de la consolidación y la gestión que sería el tenor del segundo tiempo?

-Si me preguntas cómo se concilia eso con introducir quizás el proyecto más transformador, la respuesta es que son cuestiones que operan a distintos niveles. Nosotros, lo que vamos a hacer es recabar opiniones de la ciudanía respecto de cuáles son los elementos que nos identifican y que quisiéramos que sean fundantes de nuestra convivencia. Un nuevo pacto social si quieres. Pero eso no son políticas públicas, las nuevas constituciones no se refieren a cómo son las pensiones o la política monetaria, eso lo hace la política común y corriente, las leyes.

Una cosa que es importante es que esos cabildos van a ser abiertos, observados por el consejo ciudadano de observadores, donde van a poder participar absolutamente todos los que quieran hacerlo. Por lo tanto, si hay muchos que dicen “mira, a mí la constitución de mis sueños es exactamente la que hay ahora”, lo puedes decir.

-El consejo de observadores ha planteado algunas aprensiones respecto a los procedimientos y la imparcialidad del gobierno.

-Son aprensiones legítimas, que nosotros también tenemos, y estamos trabajando todos los días por evitar eventuales problemas que desvirtúen el proceso. Y por eso el consejo de observadores ha ido mirando las etapas, paso a paso, para que no sea un proceso manipulado o guiado por nadie.

-¿Qué riesgo hay de llegar a una constitución populista?

-En general, lo que es populista son las políticas públicas, no las constituciones. Es legítimo que alguien piense que debe haber muchos derechos, pero lo que no es legítimo es pensar que debe haber esos derechos y que nadie los financie. Derechos y deberes tienen que ir amarraditos los dos como decía la canción. Así no hay populismo posible.

-¿Le tiene miedo a una asamblea constituyente? ¿Personalmente, es su opción?

-No corresponde que yo diga mi opción. Pero la opción va a ser la que determine el Parlamento con dos tercios de sus votos.

-Una de las aprensiones que han planteado dirigentes empresariales y abogados constitucionalistas tiene que ver con el derecho de propiedad.

-El derecho de propiedad es uno de los elementos fundantes de una sociedad moderna. Si las personas no tienen la posibilidad de que al menos la parte mayoritaria del producto de su trabajo lo apropien en términos privados, es redifícil que la gente tenga incentivos para trabajar. Entonces, ninguna sociedad moderna puede fundarse sobre derechos de propiedad ambiguos, tienen que ser claros. Lo que ocurre es que muchas veces derechos individuales entran en colisión con derechos colectivos. Entonces, lo que hace una constitución es que establece cómo se resuelven esas colisiones. Por ejemplo, el derecho a la educación con el derecho a fundar un colegio. Ahí tienes potencialmente un conflicto. Por tanto, el tema del derecho de propiedad no se puede resolver en solitario. Se resuelve tratando de afirmarlo todo lo posible, pero siempre estableciendo de qué forma se resuelven los eventuales conflictos con los derechos colectivos.

-Se habla mucho de las intuiciones de la presidenta, ¿usted en su caso no tuvo la intuición de que hacer tantas reformas al mismo tiempo era imposible?

-Lo que yo he dicho es que cuando haces muchas reformas al mismo tiempo es más posible, que cuando las haces más graduales, cometer ciertos errores de diseño y algunos errores se pudieron haber cometido, pero en la práctica no fueron ni mayúsculos ni nada que se le parezca. Si hubo alguna imprecisión en la reforma tributaria, se corrigió, y ya ves que se aprobó. O sea, nada dramático. Ésos son mitos urbanos. Eso no significa que haya sido hecho todo bien ni todo perfecto y que no haya habido un cierto atolondramiento. Sí lo hubo y lo hemos corregido. •••

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