¿Cómo en un mundo profundamente neoliberal y consumista
nos paramos con una propuesta distinta y válida?"
Por extraña sincronía, este 22 de marzo, día que podría marcar el fin del romance entre la CUT y el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, Cristián Cuevas cumplirá 47 años. Se murmura que su designación como agregado laboral en la embajada chilena en España, a inicios del actual gobierno, buscó alejarlo del movimiento sindical, cuyo liderazgo dice conservar pese a las mil zancadillas que, según Contreras, intentan minimizar su influencia.
En junio pasado la muerte del trabajador Nelson Quichillao, en una protesta de personal subcontratado para faenas del cobre, terminó en su estrepitosa renuncia al cargo diplomático. En septiembre renunció al Partido Comunista donde militó por 17 años. El 4 de octubre dejó Madrid y un día después de su regreso a Chile Cuevas estaba en Catemu, apoyando la huelga de un grupo de trabajadores de la mina Amalia y luego en la Fundición Codelco Ventanas, respaldando una olla común. A mediados de ese mes anunció la puesta en marcha en Santiago de la Fundación Emerge, proyecto que venía preparando desde que llegó a España. Nos encontramos en un café de la Plaza Brasil. Venía llegando del sur y partiría al día siguiente al norte. "Desde que volví a Chile me he dado unas tres vueltas por el país", nos dice a las 16:00 horas, mientras ataca con hambre el sándwich que ese día será su almuerzo. Es bajo, moreno, viste ropa deportiva de buen gusto y elige con cuidado cada palabra. Aborda las preguntas con una calma que delata la "muñeca" del dirigente que el 2007, y como presidente de la CTC, mantuvo por 37 días paralizado el cobre, al frente de un movimiento que obtuvo gran parte de las reivindicaciones que reclamaba, pese a tratarse de una huelga ilegal. Y el 2008 declaró ante revista Paula su homosexualidad para adelantarse a sus adversarios y prever intentos de extorsión. "Sinceramente, entre los trabajadores de los sindicatos, que yo fuera homosexual, nunca fue un tema", dijo.
De mayorías y secuestros
—Desconcierta el desencanto de muchos que partieron ligados al actual gobierno. Ud. militaba en uno de los partidos de la Nueva Mayoría. ¿Participó en la elaboración del programa?
—El programa lo debatieron los centros de estudio de cada partido y comisiones que no integré. Representando a los trabajadores hicimos presentes nuestras demandas, pero no hubo una reflexión colectiva, sino un conjunto de aportes conducentes a ir "desconstruyendo" este modelo profundamente neoliberal.
—¿Todos estaban de acuerdo en "desconstruir" el modelo económico y político vigente?
—Teníamos en común la voluntad de derrotar a la derecha. Al implementar el programa se ve que no todos están en la voluntad política de superar el modelo. Nadie proyectó la dificultad que la implementación del programa ha tenido. Pero tampoco se proyectaron los niveles de descomposición política a que nos llevaría la corrupción evidenciada el primer año de gobierno. Si la Presidenta hubiese conservado la adhesión que tenía al llegar a Chile, incluso los sectores más conservadores se habrían alineado. Los casos Caval y SQM deslegitimaron la propuesta política y la propia figura de la Presidenta.
—Entonces Ud. compartió la tesis de la retroexcavadora del senador PPD Jaime Quintana.
—La metáfora de la retroexcavadora no da cuenta de la práctica política ni del PPD ni del senador Quintana. Ellos sostienen este modelo porque se benefician de él, como otros que fijan domicilio político en la Nueva Mayoría.
—Por años se atribuyó la falta de reformas profundas a la carencia de mayorías políticas en el Parlamento. Hoy, y con esas mayorías disponibles, ¿lo satisfacen las reformas en curso?
—Las reformas pasan por un Parlamento secuestrado por intereses económicos. Asumirlo implica que allí hoy no se reflejan los intereses ni la voluntad de la mayoría de la sociedad. Eso quedó en evidencia con las mayorías suficientes y sin capacidad de implementar los cambios.
El desafío
Dice que desde su regreso a Chile está creando un nuevo referente político en el que convergen movimientos sociales desde los sectores estudiantil, feminista, laboral, indigenista y cultural. "No renunciaremos a hacernos oír respecto a lo que pasa en Chile y al país que queremos. Entendemos que la ética debe estar en el centro de cualquier discurso que convoque mayorías y trabajamos sin apuro ni metas electorales, consolidando este proyecto", señala.
—¿Tiene nombre ese referente?
—No. Hoy recorro el país contactando organizaciones y aunando voluntades. Así surgió un comité coordinador nacional, con la tarea de generar caminos de participación que desembocarán en una convención. Allí definiremos nuestra oferta al país, forma de organización y nombre.
—¿Por qué no forman un partido de una vez?
—¿Ud. dice unir mi liderazgo a otros, juntar firmas, armar un partido y recibir fondos del Estado? Queremos una organización política que escuche a la gente en espacios de participación y reflexión. Y una fuerza política con vocación de mayorías y voluntad de poder, que es lo que quienes se dicen de izquierda y hoy están en la NM no tienen. Nos mira con convicción y asegura: "Seremos una izquierda con una nueva estética, asociada a una ética que de veras exija ser mejores personas. El desafío es: ¿Cómo en un mundo profundamente neoliberal y consumista nos paramos con una propuesta distinta y válida?".
Proyecto de ley
"La reforma laboral no busca cambiar ni modificar el modelo "
—El proyecto de reforma laboral volvió al debate parlamentario. ¿Cuáles son sus expectativas?
—Los empresarios chilenos son de un egoísmo impresionante. Y el mundo político es timorato y servil ante ellos. La reforma no busca cambiar ni modificar el modelo y reinstala medidas que el 2003 ya fueron rechazadas por la CUT con un paro nacional. No fortalece el movimiento sindical ni avanza hacia la negociación por ramas de actividad, único mecanismo que asegura mejorar las condiciones laborales. Aunque se apruebe esta reforma, el movimiento sindical tendrá que construir su propia fuerza, desbordar el marco impuesto y avanzar hacia uno que lo beneficie.
—La CUT ha convocado a un paro nacional para el 22 de marzo, ¿participará?
—Los trabajadores no resolverán sus problemas a partir de organizaciones hoy en estado de descomposición. El verdadero movimiento sindical hoy se organiza en paralelo a la CUT, no a su alero. La CUT más bien está siendo un apéndice del Gobierno que representando los intereses de los trabajadores de Chile.
—¿Apoyarán el paro las fuerzas que Ud. representa y organiza?
—Corresponde que los trabajadores afiliados a la CUT respondan a su convocatoria que, en lo personal, me parece tardía. Los hechos ya están consumados y la convocatoria se realizó en un mes en que Chile se paraliza por vacaciones, dejando algo así como 20 días para organizarlo. Tras los actuales dirigentes no hay "tropa", no hay organizaciones reales que se plieguen a su convocatoria.
—¿Y tras el movimiento que Ud. organiza sí hay "tropa"?
—Llegué para sumarme a los que se organizaron al margen de quienes no los representan. Hay nuevos dirigentes y están construyendo confianzas a partir de la descomposición que caló en sectores cuyos dirigentes se entregaron al neoliberalismo, en lugar de cumplir sus promesas.
—¿Busca rearmar la CUT, participando como candidato en las elecciones de agosto próximo, o crear otra organización?
—Mi idea es generar una fuerza mayoritaria al interior de la CUT, que le permita salir de la situación de descomposición y deslegitimación actual. Sobre postularme en agosto, me han invitado a considerarlo. Hay que evaluar la opción más conveniente en función de las metas que señalé.
—Si el paro de la CUT fuera un fracaso, ¿qué consecuencias tendría en el mundo sindical?
—Los trabajadores afiliados a la CUT deben responder al llamado de su organización y a ésta corresponderá evaluar si es oportuna o tardía su reacción.
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