domingo, 29 de noviembre de 2015

Raúl Sohr: “Es improbable un atentado yihadista en Chile”

Raúl Sohr: “Es improbable un atentado yihadista en Chile”
El analista Raúl Sohr apunta a la guerra de Afganistán, promovida por EE.UU., como cuna del Estado Islámico y afirma que el mayor error histórico de Washington en los últimos 70 años fue derrocar a Saddam Hussein.  Raúl Sohr lanzó un libro sobre el extremismo islamista pocos días antes de los atentados en Francia. “Una desgraciada coincidencia”, según este analista y sociólogo, con estudios en la Universidad de París y la London School of Economics, que ha colaborado para medios como The Guardian, Time y BBC.
Autor de ensayos como Chao, petróleo y Claves para entender la guerra, su última publicación, El terrorismo yihadista (Debate, 170 páginas) es de lectura urgente en estos días. Escrito en un estilo ágil, informativo, el texto, en su brevedad, destaca por la claridad con que aborda no sólo el origen del Estado Islámico (EI o ISIS), sino también la naturaleza del acto terrorista.
Para Sohr, son tres los elementos que definen a un terrorista: “Uno, pertenecer a una red clandestina; dos, operar sin distintivo, sin uniforme, y tercero, no portar el arma a la vista. El terrorismo es una forma de lucha armada, y como tal puede usarla la derecha, la izquierda, cristianos, musulmanes, judíos... Cualquier pasión profunda, incluso ecologista, puede usar el método terrorista”.  Lo que hace más complejo el actual panorama, agrega, es que “el Estado Islámico, aparte de ser una organización terrorista, es una ideología. Y para enfrentarla, hay que considerar que no se va a desvanecer, porque es un ente mutante. Antes podía ser Al Qaeda y mañana puede tornarse en otra cosa. La forma en que combates una ideología es distinta a la que combates un ejército, ya sea regular o irregular, y eso hasta ahora Occidente no lo ha entendido. Por eso se ha equivocado de manera garrafal”.
-En tu libro planteas que la guerra contra el terror de Bush fue un desastre conceptual y también en sus resultados. Pareciera que Hollande está planteando lo mismo. ¿Por qué es un error?
-Hablar de guerra cuando se lucha contra organizaciones terroristas, es inconducente. Las guerras por definición son entre Estados y fuerzas regulares o irregulares. Y es curioso, porque los franceses se habían tomado una molestia que ningún otro país se tomó en relación al EI: “No los vamos a llamar así, porque no son un Estado y tampoco genuinamente islámicos”, afirmaron. De pronto, el presidente de Francia les declara la guerra. De esa manera los eleva de categoría. Pero no son merecedores de esa distinción ni están en condiciones de ser considerados combatientes, porque las guerras tienen sus reglas y ellos no las cumplen.
-¿Cuál es el origen del EI?
-El nacimiento del yihadismo moderno está en Afganistán, ahí está la cuna. “El líder de ISIS es un misterio y en gran medida, es irrelevante. Es decir, una de las características de estos movimientos es la capacidad de regenerar sus direcciones. Esto no es Sendero Luminoso con Abimael Guzmán, que cayó y en pocos meses estaba desmantelado”.
-El primero que lanzó esta estrategia, de apoyar a los fundamentalistas para derrocar al régimen socialista en Afganistán, fue Jimmy Carter.
-El cerebro de todo esto fue su consejero Zbigniew Brzezinski, de origen polaco. A Carter no le interesaba Afganistán, sino los soviéticos. EE.UU. desarrolló una estrategia para que los soviéticos intervinieran en ese país, y una vez que lo hicieron, EE.UU. auspició la guerra de los muyahidines contra los soviéticos. Los rusos picaron. Los saudíes y norteamericanos gastaron ocho mil millones de dólares y les pasaron armas a los muyahidines, pero no lo hicieron de forma directa, sino a través de Pakistán, y sus servicios de inteligencia. Los soviéticos perdieron 15 mil hombres, y finalmente claudicaron, sin perder militarmente de la misma manera que EE.UU. no perdió en Vietnam, pero debió retirarse y abandonar la aventura.
-¿Cómo se forma el núcleo yihadista?
-Se generó un grupo duro, que no eran afganos, pero se los llamó árabes afganos. Habían combatido ahí, eran decenas de miles, que habían fraguado lazos de sangre y lágrimas, luchando en ese territorio inhóspito, y bueno, se foguearon. Alguien que se foguea en esa batalla, créeme que es un combatiente terrible. Cuando se termina el conflicto, no tenían más que hacer. Para entonces ya se había generado Al Qaeda. Bin Laden estaba allí y era un elemento central en la administración de los árabes afganos. Muchos volvieron a sus países. Ése es el origen de Al Qaeda.
-¿Bin Laden recibió dinero de EE.UU.?
-Él lo negó siempre, pero habría que ser demasiado ingenuo para creerle. Los misiles norteamericanos Stinger, que se lanzan desde el hombro, jugaron un papel determinante, porque impidieron el uso de los helicópteros rusos. Bin Laden recibió todos estos misiles, decir que nunca tuvo idea de su procedencia sería absurdo. Por otro lado, la CIA sabía exactamente quién era quién entre los que combatían contra los soviéticos. A Brzezinski le preguntaron después si se arrepentía de haber financiado a los precursores de Al Qaeda. “¿Por qué? ¿Cómo voy a comparar el pequeño desaguisado que se hizo ahí, con haber tumbado a la URSS y haber terminado con la Guerra Fría?”, declaró.
-Pero la URSS cayó por otras razones también...
-Por supuesto. Pero la reflexión de los yihadistas fue: “Ya tumbamos a una súper potencia, vamos por la otra”. Todavía no tenían un diseño claro, pero sí un fundamentalismo religioso que los llevaba a despreciar a Occidente. Lo que ocurre después es la invasión iraquí a Kuwait. Bin Laden le propone al Gobierno saudí que envíen tropas para desalojar a Irak, pero que lo haga Arabia Saudí con la ayuda de los árabes afganos. Los saudíes veían a Bin Laden como una oveja negra, porque era antisistémico. Y rechazaron su oferta. En vez de eso, invitaron a EE.UU., que metió medio millón de tropas. Esto indignó a los yihadistas, porque era el arribo de los cruzados a tierra sagrada.
-Al Qaeda, a diferencia de ISIS, no se planteaba una expansión territorial.
-Claro, pero esto cambió después del 2003, con la invasión de Irak por parte de EE.UU. Washington comete una secuencia de errores impresentable. El primero es haber invadido ese país, haber destruido un orden que aunque fuera un orden que no agradaba a Occidente, era un orden al fin. Y da pie a una guerra civil atroz, mueren cientos de miles entre chiitas y sunitas. Expulsan a los sunitas que estaban en el poder, los marginan. Los sunitas quedan desvalidos, y el grueso de los oficiales que conformaron el ejército iraquí son apresados por EE.UU. y llevados al campo de detención Bucca, donde empieza a germinar la idea de un califato. Abu Bakr al-Baghdadi que es el jefe de ISIS, entra en contacto con estos oficiales y con otros líderes de Al Qaeda de una manera que no lo habría podido hacer en ningún otro lugar de Irak. Las cárceles, como se dice, son escuelas de delito.
El líder no importa
-¿El Estado Islámico es peor que la red de Bin Laden?
-La diferencia fundamental es que ellos aspiran a esta política territorial para crear un califato. Si prospera, viene el terror. El califato va a cubrir Arabia Saudita, Egipto, Libia, el norte de África, donde ya están penetrando y colocando bases. Por lo tanto, este tema no se termina con el envío de tropas a Siria. Arabia Saudita es un país muy vulnerable, ¿cuánto tiempo va a pasar antes de que ISIS empiece a volar sus pozos petroleros? Si pueden volar un avión ruso, sin duda pueden volar yacimientos.
-¿Qué se sabe de Baghdadi?
-Poco. Tiene un linaje que le permite proclamarse continuador del profeta; algunos dicen que es un tipo muy pío; otros lo pintan como un estratega militar. Realmente es un misterio y en gran medida, es irrelevante. Es decir, una de las características de estos movimientos es la capacidad de regenerar sus direcciones. Esto no es Sendero Luminoso con Abimael Guzmán, que cayó y en pocos meses estaba desmantelado, porque era una organización vertical. Los norteamericanos usan la expresión: rompes el coco, y altiro tienes la leche en tu poder. Acá no es así. Matar a Baghdadi no va a hacer la diferencia.
“La invasión a Irak es el peor error que cometió EE.UU. desde la Segunda Guerra Mundial. Aparte de que las razones que adujo resultaron falsas, la caída de Saddam Hussein terminó por destruir completamente a ese país, que nunca volverá a ser un Estado como lo fue antes”.
Los norteamericanos han venido matando jefes de estos movimientos en forma metódica, la mayoría de ellos no vive más de dos años en posiciones de responsabilidad. A través de drones los van ubicando y asesinando. Tienen la tecnología para hacerlo, pero el EI también cuenta con medios para protegerse. Buenos búnkeres donde están a salvo de los bombardeos. Como muchas organizaciones insurgentes, circulan por túneles. No andan expuestos. Por lo mismo, con sólo bombardeos no los van a liquidar.
-¿De qué manera influye la concepción religiosa?
-El islam es como cualquier religión. Depende de la exégesis que hagas de la Biblia, vas a encontrar pasajes que hablan de la necesidad de combatir, y otros que te dicen pon la otra mejilla. En las religiones monoteístas vas a encontrar en el libro una cita para todo. El EI tienen una filosofía belicista, guerrera, de martirio y autodestrucción. La verdadera gloria es morir al servicio de Alá. Hay, por lo demás, un problema demográfico en los países árabes, la población crece explosivamente, pero los mercados son incapaces de asimilar esa mano de obra, y tienes masas enormes de jóvenes sin trabajo, viviendo en dictaduras opresivas. Ellos encuentran una salida en el Estado Islámico. Ese discurso llega a Occidente, a los nietos de inmigrantes que tampoco ven un futuro en el país donde viven. Y hay algo de tribu urbana también. El glamour de la kalashnikov, hay gente que tiene ese morbo.
-¿Son sicópatas?
-No. Debe haber sicópatas entre ellos. Pero en las guerras las atrocidades las hace la gente normal. Te vas embruteciendo y adquiriendo un apetito por la sangre. Algunos colapsan, y otros comienzan a disfrutarlo. Esto lo vimos en Vietnam.
El no de Lagos
-¿Fue un error la guerra de Irak de 2003?
-Es el peor error que cometió EE.UU. desde la Segunda Guerra Mundial en relaciones internacionales. No ha cometido un error más grave que ése. Aparte de que las razones que adujo para invadir Irak resultaron falsas (la tenencia de armas de destrucción masiva), la caída de Saddam Hussein terminó por destruir completamente a ese país, que nunca volverá a ser un Estado como lo fue antes.
-¿Valora la decisión de Lagos de decirle no a Bush?
-Lagos lo que hizo fue interpretar al conjunto del espectro político chileno. Había una intuición de que la invasión a Irak no era la continuidad de la lucha contra el terrorismo que había causado la caída de las Torres Gemelas, sino que estaba ligada a una estrategia de control del petróleo. Bush nunca imaginó el pantanal en que estaba hundiendo a EE.UU. Todavía hoy, doce años después, no han resuelto nada. La situación es infinitamente peor a la que había bajo Saddam.
-Pero Saddam era un déspota...
-Era tan déspota como cualquiera de los otros gobernantes del Medio Oriente. Ciertamente era infinitamente más progresista en términos sociales que el régimen saudí, que es un aliado íntimo de Occidente. En Arabia Saudita la religión dominante es el wahhabi, entre el wahhabi y lo que plantea el Estado Islámico no hay diferencias, es una misma ideología. Ellos practican penas de muerte atroces; tienen una plaza en Riad, donde decapitan a la gente con un sable, y después cosen de nuevo la cabeza al cuerpo y lo cuelgan. Los dejan en exhibición. Practican la lapidación, los latigazos, mutilaciones. Las mujeres no existen legalmente. Es el país más retrógrado y Occidente no desliza ninguna crítica, ninguna palabra contra Arabia Saudita, cuyo proceder no es distinto al del EI.
-¿EE.UU. debería cambiar su política con la monarquía saudita?
-Arabia Saudita es un país extraordinariamente frágil, militar y políticamente, pero tiene una de las principales reservas de petróleo del mundo. Hasta hace muy poco EE.UU. importaba más de dos tercios de sus insumos, principalmente petróleo, de manera que Arabia Saudita era clave, tan así que había una doctrina militar que empezó con Eisenhower: agredir a los saudíes es una agresión contra nosotros. “Hay una regla universal: nadie tolera el miedo. Y si le das a elegir a cualquier persona entre miedo y renunciar a ciertas libertades, a ojos cerrados van a renunciar a ciertas libertades. El 84% de los franceses está dispuesto a hacerlo a cambio de seguridad. Es el bien más querido”.
-¿Por el petróleo?
-Exacto. Esa alianza surge también para frenar la expansión de la otra vertiente del islam, que es el chiismo. Los iraníes son chiitas y cuando ocurre la revolución del ayatolá Jomeini en los 80, EE.UU. teme que el fundamentalismo chiita, enemigo de Arabia Saudita, se expanda por todo el mundo musulmán. Para contenerlo induce a Irak a que entre en guerra con Irán. Libran la guerra más larga del siglo XX, ocho años, con cientos de miles de muertos. Irán realmente es desangrado. Como un toro en un ruedo, las picas hacen su trabajo.
-¿El problema de fondo, entonces, es la histórica división entre sunitas y chiitas? ¿No ocurrió hace mil años?
- Claro. El 85% de los musulmanes son sunitas, salvo Irán y una parte de Irak y Siria. El Estado Islámico, al igual que Arabia Saudita, es sunita. La gran masa de los sunitas son súper moderados. El quiebre se dio en el siglo VII, por la sucesión del profeta.
-Es un conflicto que parece no tener salida. ¿Qué hacer?
-ISIS tiene un talón de Aquiles: su sectarismo es su debilidad. Lo que deben hacer Occidente y Hollande es generar la mayor alianza internacional posible, obtener la mayor legitimidad para aislar a EI, y embarcar a los rusos, los iraníes, Hezbolá. También a los kurdos, que están combatiendo en el norte, aunque se genera un problema con Turquía. Es un rompecabezas en que es difícil juntar las piezas.
Aparte de generar esta alianza, reprimir duramente a los saudíes para que no sigan apoyando a EI, con dinero. De Qatar y otros emiratos también provienen donaciones privadas, hay que frenar eso en forma drástica. Habrá que resolver el problema de cómo incorporar a los chiitas en la lucha, sin que se transforme en un genocidio de sunitas. Cada vez que los chiitas han tomado la ofensiva en Irak terminan masacrando a sunitas. Y eso fortalece al EI. Hay ahí una situación muy compleja. Lo más importante es que sean fuerzas locales las que lideren las acciones.  El tema no es si se ataca al EI, por supuesto que hay que atacarlo y destruirlo, porque es una amenaza objetiva para millones de personas, árabes y cristianos, pero hacerlo de tal forma que no dé más fuerza a EI.
-¿Hay alguna posibilidad de que Chile sufra un atentado yihadista?
-Atentados puede haber en cualquier lugar del mundo. Pero Chile es muy seguro, es un país al que es difícil entrar y difícil salir. La PDI tiene un control bastante efectivo. Es una virtud del país. Ninguno es absolutamente invulnerable, pero en Chile es altamente remoto que pueda haber un atentado de esta naturaleza. Además, no hay una comunidad islamista. Es decir, hay suníes, pero son comunidades pequeñas, bastante integradas, que ciertamente no tienen ninguna, ninguna vinculación con el yihadismo. La pregunta es si puede haber un atentado yihadista, creo que no, las posibilidades son remotísimas.
-¿Es válido restringir ciertas libertades con tal de no tener atentados?
-El Estado francés en particular, tiene ya enormes atribuciones en sus leyes actuales para enfrentar la situación. La lucha contra el terrorismo es una lucha por preservar nuestras libertades, y no ser víctimas del miedo. No es evidente que las medidas adicionales que piden los gobiernos contribuyan a una seguridad más efectiva. Muchas veces son dictadas por el pánico del momento, por la necesidad de parecer duro, por razones políticas. La mayor eficacia se obtiene con la participación de la ciudadanía, en la denuncia, en el acatamiento de las normativas antiterroristas.
Hay una regla universal: nadie tolera el miedo. Y si le das a elegir a cualquier persona entre miedo y renunciar a ciertas libertades, a ojos cerrados van a renunciar a ciertas libertades. El 84% de los franceses está dispuesto a renunciar a ciertas libertades a cambio de seguridad. Es el bien más querido. La libertad no existe sin seguridad. •••
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"En el caso mapuche no hay terrorismo"
-Has dicho que se abusa de la palabra "terrorista". ¿Por qué?
-Hace 10 años escribí El Fantasma del Terrorismo, en el cual abordaba el tema desde el punto de vista de Al Qaeda, y lo que había ocurrido en las Torres Gemelas. El molde de terrorismo se aplicaba con mucha ligereza. Hay un malentendido: la gente piensa que terrorismo es cualquier cosa que aterrorice, que su objetivo es causar terror, y no es así.
Por ejemplo, hay un terrorismo que pretende levantar el estado de ánimo de la población. Durante la Segunda Guerra muchos de los atentados que se hacían contra los ocupantes alemanes no apuntaban tanto a la destrucción de las fuerzas alemanas, sino que a demostrar que la ocupación era ineficiente, incapaz, y que había una resistencia. Muchas veces las organizaciones terroristas hacen actos de propaganda. Otro ejemplo: en Chile cuando el FPMR volaba pilones de alta tensión, no lo hacía para aterrorizar a la masa, lo que quería era decir que la dictadura no tenía el control total del país. Por el contrario, hay muchas cosas que nos causan terror, como un robo, que no son terrorismo. Para no confundir los fenómenos, hay que acotar las definiciones.
-Y en el caso mapuche, ¿usarías el término terrorista?
-En absoluto. Lo que tenemos es una movilización con fines sociales, realizada por actores conocidos.
-Pero hay gente encubierta...
-Hay distintos tipos de encubrimiento. Por ejemplo, un estudiante encapuchado no porque lleva una bufanda y tira una molotov es terrorista, con lo cual no quiero decir que no sea grave. Este tipo de situaciones se da en todo el mundo. Cada vez que hay una reunión del G7, aparecen estos elementos fundamentalmente de sectores anarquistas, que generan una violencia fuerte, que incluso ponen en peligro la vida de los policías, pero ningún país los considera terroristas.  En las luchas sociales muchas veces utilizan violencia, por ejemplo, trabajadores tercerizados en el cobre en El Teniente queman buses. ¿Hay mucha diferencia entre quemar un bus y camiones que transportan madera? Sin embargo nadie acusó a los trabajadores tercerizados de El Teniente de ser terroristas. A mi juicio lo que ocurre con los mapuches es violencia social. A mí me ha tocado participar como testigo en algunos juicios, y los jueces saben perfectamente quiénes son los responsables, miembros de la Coordinadora Arauco Malleco, lonkos identificados. Es un conflicto que tiene expresiones violentas, pero eso no lo convierte en terrorismo. El terrorista pertenece a una red clandestina, cuya estructura no se conoce; no usa nada que lo identifique y no muestra sus armas. Eso lo establece la Convención de Ginebra.
-¿Y el bombazo en el Metro?
-Tiene características de terrorismo, efectivamente. Proviene de grupos con elementos anarquistas, que no hay que confundir con la filosofía anarquista. El anarquismo usó el método terrorista en el siglo XIX, pero tiene una diferencia muy grande con el yihadismo, y es la siguiente: los anarquistas en el siglo XIX en Rusia mataban a un príncipe o a un conde. En cambio, desde el 11 de septiembre de 2001, el yihadismo impone tres cosas que son su marca registrada: en primer lugar, un terrorismo catastrofista, es decir causar el mayor daño posible, la mayor mortandad, como los atentados en París. Mientras más personas mueran, mejor el atentado. En general los atentados anarquistas no tienen esa característica. Después, los yihadistas son suicidas, lo cual te deja el desafío de cómo enfrentarlos. ¿Qué hacer con el que viene a morir? ¿Qué le vas a decir: te voy a matar? El tercer punto es lo que en EEUU llamaron la muerte de la distancia. El terrorista puede salir del último rincón del mundo, irse al corazón de la metrópolis de la superpotencia y poner una bomba allá: en Boston, en Nueva York, en París. Países como EEUU y Francia sintieron una vulnerabilidad que no habían conocido.

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