“Ninguna calle llevará tu nombre”: La historia detrás de uno de los afiches icono de los ochenta
Memoria, por Iván Díaz L. 08 de septiembre de 2013
En medio de los numerosos signos de rescate de la memoria, Active Imageha circulado un singular afiche, que durante los ochenta se hizo muy conocido. Utiliza la imagen del dictador Augusto Pinochet con lentes negros y se le incorpora la perentoria frase: “Ninguna calle llevará tu nombre”. ¿Quién hizo el afiche? ¿En qué época? Poco se sabe que esta pieza gráfica que caracteriza una parte de nuestra historia reciente se hizo en Concepción y que sus autores son licenciados en Artes Visuales. Desde Alemania, donde vive, uno de ellos relata ese momento.
“Ninguna calle llevará tu nombre” es un afiche realizado en 1982 en el Taller Marca de Concepción, por los Licenciados en Artes Visuales Iván Díaz Lavín y Ricardo Pérez Zúñiga. Fue uno de los primeros afiches de arte político que salió de ese taller ,que durante su existencia estuvo estrechamente vinculado ,en forma independiente, al gran movimiento cultural penquista contra la dictadura. En 1981 tenía 22 años y estaba terminando los estudios de Arte, cuando en mi block de apuntes escribí el texto que encabeza el afiche con la intención de hacer una intervención callejera en las señaléticas de las calles de Concepción. Pero ese proyecto no prosperó y fue en 1982, durante una conversación con el amigo antropólogo Carlos Zapata, donde luego de revisar mis apuntes, surge la idea de hacer converger el texto con esa imagen y difundirlo en la forma de un cartel.
Este, como muchos otros afiches del Taller Marca, eran realizados en forma totalmente independiente, no por encargo; tampoco había una organización que lo hubiese solicitado o respaldado. Era una reacción ante el horror cotidiano lo que nos empujaba, como artistas, a la acción política como propuesta de arte. En el Taller Marca se imprimían, mediante la técnica de serigrafía, muchos afiches que después se distribuían entre los amigos, que nos ayudaban a pegarlos clandestinamente en las murallas de la ciudad. Eran acciones de arte político colectivas y espontáneas, totalmente autónomas. En ese contexto era evidente que no podíamos firmar los afiches por “razones de salud”.
“Ninguna calle llevará tu nombre” proponía el desmontaje de un símbolo del fascismo latinoamericano de muerte y violencia, representado en la famosa foto del dictador en pose desafiante, ocultando el rostro tras las gafas oscuras después de cometer el crimen. Con ese texto, se intentaba neutralizar el aura agresiva de la imagen, minimizando su efecto amenazante y haciéndolo vulnerable al desplazarlo a un futuro simple en el que el dictador, una vez derrotado, perdería toda influencia y blindaje en la vida cotidiana. incluso desterrando su nombre de la toponimia.
Ahora sabemos que ese futuro no era tan simple, sino que condicional y que aún se está construyendo. Mientras existe no una calle, sino toda la Carretera Austral que lleva su nombre y que ubicada en una región que es destino turístico para visitantes de todo el planeta, ha convertido lo que ahora llaman “imagen país” en una vergüenza internacional. Pero en los 80 este afiche había tenido una gran resonancia emocional. Era una época en que se hablaba con preocupación del apagón cultural en la sociedad chilena y en ese oscurantismo este afiche instalaba una lucecita al final del túnel. Era un llamado a resistir creativamente hasta alcanzar ese futuro; invitaba a subvertir con imaginación el orden semántico que ofrecía la terrorífica imagen del presente, desarticulando con un texto sugerente la violenta expresión del tirano.
Era un acto de liberación intelectual y, a la vez, un ejercicio de degradación pública. Quizá el primer juicio popular en el que -con una frase lapidaria- se procedía simbólicamente a arrancarle las jinetas y medallas al traidor. El afiche tuvo un impacto muy motivacional en Concepción. Muchas personas lo despegaban intacto de las murallas para reproducirlo y hacer nuevas ediciones con fotocopias y volver a repartirlo y pegarlo; o tomaban prestado el texto para hacer una versión propia con otras imágenes o caricaturas del dictador. También se convirtió en rayado callejero que llegó hasta los muros de Santiago. En la actualidad, este afiche es un testigo del estado de ánimo de la juventud de los 80, que nunca se dio por derrotada y que buscó su futuro enfrentando el pathos destructivo de su contemporaneidad con energía creativa. Frente a las balas respondíamos con el poder del arte y la palabra.
Ficha técnica:
Autores: Iván Díaz, Ricardo Pérez.
Año: 1982
Técnica: Fotoserigrafía B/N
Formato: 28×38 cms.
Soporte: Papel de envolver
8 de septiembre de 2013.
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